JUSTICIA MILITAR: IR A FONDO
El
consejo de guerra que se inició ayer para juzgar a los generales
Francisco Quirós Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro por cargos
de narcotráfico, asociación delictuosa y cohecho es, a todas
luces, un dato positivo acerca de la modernización de las fuerzas
armadas y de los avances experimentados por el país en materia de
vigencia del estado de derecho.
Con este proceso legal los mandos castrenses no sólo
expresan su decisión de combatir la impunidad dentro de sus filas,
sino que envían a la sociedad un mensaje de transparencia y disposición
para reconocer vicios y lacras dentro de las instituciones armadas.
La realización de un consejo de guerra abierto
a la sociedad y a los medios permite conocer procedimientos de justicia
militar que hasta la fecha resultan un misterio para la mayor parte de
la ciudadanía, y propicia que los acusados hagan uso de sus derechos
y garantías constitucionales. Por todas estas razones, el juicio
contra Acosta Chaparro y Quirós Hermosillo es motivo para congratularse.
Sin embargo, no debe desconocerse que el consejo de guerra
referido es sólo un buen inicio de un proceso que, para ser convincente,
deberá llegar a fondo en el tema del narcotráfico, desarrollarse
en ramificaciones delictivas que, presumiblemente, trascienden con mucho
a dos generales solitarios, y extenderse a la vertiente de acusaciones
por los gravísimos delitos que presuntamente perpetraron ambos militares
en el marco de la guerra sucia contra la insurgencia y la disidencia de
los años setenta.
El sentido común indica, en efecto, que la compleja
red de colaboración con los cárteles de la droga en la que
presuntamente se involucraron Acosta Chaparro y Quirós Hermosillo
debió requerir de numerosos colaboradores y que parte de ellos al
menos tendrían que haber sido integrantes de las fuerzas armadas.
En esa misma lógica, resulta obligado suponer que los dos acusados
contaron con una extensa red de colaboradores para perpetrar los 143 asesinatos
de campesinos guerrerenses de los que están acusados y por los cuales
también deberán ser sometidos a juicio.
En suma, cabe esperar que el consejo de guerra que arrancó
ayer sea el principio de una revisión exhaustiva de la participación
de militares en el narcotrá- fico y en los crímenes de lesa
humanidad cometidos por servidores públicos en la represión
echeverrista y lopezportillista. Si así ocurre, el episodio servirá
para fortalecer los vínculos entre la sociedad mexicana y sus institutos
armados. De otra manera, quedaría la sospecha que ese proceso legal
habría sido mero ejercicio de simulación.