Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 29 de octubre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Cultura

Teresa del Conde

Incursiones volumétricas

Dos exposiciones recientemente inauguradas dan cuenta de la forma en la que artistas que son predominantemente pintores abordan el volumen. En el primer caso se trata de la muestra vigente en la Galería Landucci, donde junto con obras del prestigiado ceramista y diseñador guanajuatense Gorki González, se exhiben obras de varios pintores que han ido a trabajar a su taller.

Sobre los resultados emitiré aquí pocas opiniones, no sin antes advertir que la pieza principal de la exhibición corresponde al propio Gorki y es una versión, en cerámica, del Retablo de Santo Domingo en Oaxaca. Quizá sólo por ver esta pieza la visita a la muestra vale la pena. Es ''vernácula" y dentro de su condición está ejemplarmente ideada. Excepto uno de los mosaicos del lado izquierdo, que corresponde a la simbolización de una de las virtudes teologales o cardinales, todo lo demás encajó casi milagrosamente. Y el que ese mosaico no haya resultado ileso le duplica el atractivo porque resulta que la mujer que allí vemos tiene ojos y piel doble, con lo que adquiere una connotación críptica, de modo que el accidente imprevisto acentuó su valía.

Debo confesar que -aparte de los platones, tibores cilíndricos, etcétera, de Boris Viskin y de Manuela Generali-, no hubiera podido reconocer al primer golpe de ojo la autoría decorativa de las demás piezas. A la entrada vi un ánfora de Paloma Torres, con su respectiva ficha, después identifiqué de primera mano las demás piezas que ella realizó, pero no me sucedió lo mismo con Beatriz Ezbán ni con Víctor Guadalajara. Alfonso Mena Pacheco, otro de los expositores, sí es identificable, pues habiendo visto con cuidado el primero de sus trabajos en este medio, uno puede darse cuenta de que traslada sus procederes gráficos y el transfer a sus diseños. Viskin es autor de un platón aristotélico (excelente opción conjugar a Aristóteles con Platón en un objeto) que tiene como ornamento pictográfico un zigurat de cinco cuerpos. En la base está la estética, sigue la memoria, continúa con lo empírico , asciende a techné (que quiere decir arte) y la cúspide es el episteme. Lo malo fue que no empleó caracteres griegos, sino romanos.

Saúl Kaminer es más conocido como pintor que como escultor, pero sus incursiones en la escultura datan de décadas atrás. El inauguró su exposición individual Oriente Extremo en la Galería Metropolitana de la UAM. Me convencieron mayormente sus piezas volumétricas que las pinturas, tanto las realizadas en cerámica de alta temperatura en el taller de Gustavo Pérez (algun influjo necesariamente se coló), como los bronces fundidos con Diana Sánchez Mejorada y las piezas en acero doblado efectuadas en el taller de Jesús Mayagoitia. Estas últimas repiten, con fortuna, algunos aspectos se diría que ''ancestrales" de su iconografía, funcionando como formas de trazos firmes y gruesos que hienden el aire, mientras que las cerámicas se dividen en dos grupos principales, las que amarran sus formas llevando al volumen ciertos aspectos de su trabajo pictórico y las que sugieren o indican cualidades de habitat o de monumentos arquitectónicos en escala pequeña, por ejemplo Babel 2002. Aun ésta conserva connotación de recipiente, en tanto posee un asa y juega con las oquedades estrictamente simétricas y calculadas. A veces se trata de umbrales en cuyo caso la metáfora del acceso o de la iniciación hace las veces de símbolo.

Tanto en pintura como en lo tridimensional, Kaminer crea híbridos que parecen aludir a una función ritual: los animales están humanizados y los humanos poseen pulsiones animalescas. De sobra se sabe que Kaminer es un profundo conocedor de la mística judaica, que sin duda ha logrado introyectar. Pero concretar esto en lo visual es, desde mi punto de vista, punto menos que imposible. La verdad es que -prescindiendo de los títulos de algunas piezas o de los lemas, por ejemplo la estrofa de Emmanuel Levinas legible en uno de los muros- las referencias intencionales no se perciben directamente.

De tiempo atrás he sentido que la iconografía de este artista podría amalgamarse a un contexto oaxaqueño. Mediante su acertada transposición de ciertos animales al rubro de los objetos estáticos, lo confirmo en obras como Cocodrilo 2001, cuya piel de barro está delicadamente esgrafiada y punteada. Pero la pieza que mayormente me atrapó es una cerámica que representa la carcasa de una cabeza de perro, obra de pequeñas dimensiones y a la vez de indudable significancia. Sus cascos ''medievales" guardan reminiscencias celtas y algunas piezas en cerámica guardan rasgos que yo llamaría catalanes, o por lo menos, mediterráneos.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año