Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de noviembre de 2002
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Política
En la próximas semanas el Senado deberá analizar el proyecto de ley de bioseguridad

Debate la comunidad científica el uso de transgénicos en México

Controversia entre partidarios del principio precautorio y quienes están por la apertura

ANGELICA ENCISO L.

Ante la inocultable realidad de que la tercera parte de los 6 millones de toneladas de maíz importado es transgénica y es consumida por la población mexicana, la iniciativa de ley de bioseguridad busca regular los organismos genéticamente modificados (OGM), tanto para uso experimental como comercial. El dilema es cerrazón o apertura total.

Este es el debate entre los científicos que dicen que hay que evitar cualquier contingencia y se pronuncian por el principio precautorio de que antes de utilizar los OGM se deben conocer las consecuencias que puedan tener, mientras otras voces pugnan por su liberación, pues todo conlleva un riesgo. En las próximas semanas, en el Senado de la República se prevé que esté lista la iniciativa de ley en cuyas consultas han participado científicos y diversas organizaciones.

Los transgénicos son productos naturales, como granos o frutos, a los que se les ha insertado un gen de otra especie para lograr un fin determinado, ya sea en su presentación, para hacerlos resistentes a pesticidas o con más nutrientes. Un ejemplo es el maíz BT, que es un grano con un gen tolerante a una plaga que afecta las siembras en Estados Unidos y que tiene como objetivo evitar el uso de plaguicidas. Entre las presuntas ventajas que aportan estos productos están el aumentan en la productividad, son benéficos para el medio ambiente y no son dañinos para la salud.

El uso de estos productos se ha extendido en naciones como Estados Unidos -donde se cultivan en 30 por ciento de la superficie agrícola-, Canadá, China y Argentina. Los principales son soya, maíz, algodón, canola, papa, calabaza y papaya. En México está prohibida la siembra comercial y experimental para maíz y los investigadores hacen pruebas con jitomate, papa, calabaza, plátano y papaya.

Diversos argumentos

La propuesta de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), que agrupa a los especialistas más importantes del país, es que se debe analizar caso por caso, aunque de entrada hace a un lado el principio precautorio que regula estas actividades en la Unión Europea, porque éste "prácticamente busca que no haya liberación de ningún organismo mientras no se demuestre la ausencia de riesgo, lo cual es imposible. Por definición, todo tiene riesgo", señala en entrevista Francisco Bolívar Zapata, integrante de la academia.

Sostiene que hasta el momento no se ha encontrado que ocasionen daños al medio ambiente o a la salud humana, además de que en México el maíz transgénico está presente en el campo mexicano desde hace ocho años -cuando empezaron a incrementarse las importaciones de Estados Unidos-, y después de este tiempo no ha pasado nada, "no ha desaparecido ninguna especie ni se ha generado algún problema ecológico".

Sin embargo, entre los primeros efectos que se conocen está precisamente la "contaminación" de los cultivos de maíz de la sierra norte de Oaxaca, que fue detectada por el investigador mexicano Ignacio Chapela, que trabaja en la Universidad de Berkeley.

Este especialista puntualiza que uno de los argumentos de quienes apoyan los transgénicos es que todavía no hay pruebas de que ocasionen daños, pero "la falta de esas evidencias no significa que el riesgo no exista". Advierte que bajo esta premisa se han tomado muchas decisiones: "se nos dice que debemos tomar esta tecnología, que no tiene nada que ver con los cultivos tradicionales y la selección tradicional que hacen los campesinos de los cultivos".

Las presiones para que se libere el uso e investigación sin cortapisas de los transgénicos son económicas, "las grandes compañías químicas del mundo adquirieron en los últimos años las patentes de semillas y ahora quieren vender variedades de OGM resistentes a herbicidas, los mismos herbicidas y comercializar los granos, son negocios redondos", advierte Rafael Ortega, de la Universidad Autónoma de Chapingo en una ponencia que presentó en el Senado.

Datos extraoficiales dan cuenta de que el comercio de transgénicos asciende aproximadamente a 2 mil 500 millones de dólares, con ganancias de casi mil millones de dólares para empresas como Monsanto, Aventis, Savia y Novartis, las cuales también elaboran medicinas.

Ortega argumenta, además, que con la introducción de semillas transgénicas los productores agrícolas mexicanos pierden la facultad de producir sus propios granos, y al estar las variedades transgénicas protegidas por las patentes, se provocará mayor dependencia hacia las grandes productoras de sus semillas. "Es probable que los maíces transgénicos desplacen a los criollos en el campo, porque su alta importación ha llevado la producción a la baja", indica.

Para Elena Lazos, de la UNAM, los presuntos beneficios y la mejor productividad no son algo real, porque lo que podría ocurrir es que para los 7 millones de productores de maíz aumenten los costos por la compra anual de grano, además de que la introducción de OGM provocará que la agricultura quede en manos de las empresas, las cuales serán las que decidan qué variedades cultivar.

"La homogeneización de los cultivos aumentará los riesgos del mercado, se provoca dependencia tecnológica y crecen los riesgos de vulnerabilidad por las posibles resistencias de las plagas o las malezas", advierte.

Por otro lado, entre los argumentos de quienes apoyan los OGM, como Luis Herrera Estrella, del Centro de Investigaciones Avanzadas de Irapuato, está que "las plantas transgénicas llegaron para quedarse y lo que decidamos en México no va a afectar el desarrollo de lo que hagan en otros países".

Asegura que entre los beneficios de los transgénicos está la resistencia a plagas, a enfermedades, eficiencia en la captación de nutrientes, tolerancia a la salinidad, a la sequía, y se deben considerar "seriamente" porque el abasto de agua va a ser uno de los principales problemas que habrá en los próximos 20 años. Otro punto a favor, agrega, es que tienen más contenido de vitaminas, aminoácidos, aceites, menos colesterol y mayor contenido de antioxidantes.

Bolívar Zapata indica que la disyuntiva es que "o seguimos utilizando pesticidas que degradan el medio ambiente y la salud, o usamos opciones más naturales, como los transgénicos. Daños va a haber y la sociedad va a determinar paso por paso la tecnología. Se deben ver caso por caso los transgénicos que se pueden liberar y la ley deberá incluir esa lista. Cuando veamos que los OGM no van a generar problemas importantes a la salud y al medio ambiente, podremos relajar la lista".

Advierte que "no ha ocurrido ningún problema importante en ningún lugar del mundo, que alguien haya muerto por haber comido un transgénico".

Para los científicos no hay término medio, pues se asume el uso y consumo de transgénicos con todas los riesgos que puedan tener, o el país se cierra a ellos, aunque el desarrollo en el mundo continúe.

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