Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de noviembre de 2002
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Editorial
TURQUIA: GANA EL ISLAM

En las elecciones legislativas celebradas ayer en Turquía, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) emergió como primera fuerza electoral, con cerca de 35 por ciento de los sufragios, seguido de lejos por el Popular Republicano (CHP, de orientación socialdemócrata), que obtuvo poco menos de 20 por ciento. Si, como indican las tendencias, ninguna otra organización política logra rebasar 10 por ciento de los sufragios, umbral necesario para tener representación parlamentaria, el AKP podría formar el próximo gobierno sin necesidad de recurrir a coaliciones.

La noticia podría ser casi irrelevante en Occidente, por no hablar de México y América Latina, de no ser porque el AKP es una formación islámica -moderada, pero islámica- y que en el entorno mundial contemporáneo la propaganda hegemónica estadunidense y europea insiste en presentar al Islam no como una propuesta civilizadora tan importante y válida como el cristianismo o el budismo, sino como sinónimo de intolerancia, fanatismo y casi de terrorismo. En esas circunstancias, el horizonte de una Turquía gobernada por un partido de inspiración musulmana es, al mismo tiempo, inquietante y sugerente.

Por una parte, el triunfo electoral del AKP, encabezado por el ex alcalde de Estambul, Recep Tayyip Erdogan, indica que la propaganda mencionada puede inducir estados de fobia irracional en algunos segmentos de la opinión pública europea y estadunidense, pero no tiene incidencia significativa en las sociedades islámicas más occidentalizadas, como la turca, y menos, por consiguiente, en las naciones musulmanas más tradicionalistas.

En términos más generales, los resultados de los comicios en Turquía significan un éxito para la resistencia de la diversidad social en un planeta dominado económica, política y militarmente por un conglomerado de países que pretenden imponer al resto del mundo su cultura, sus valores y sus creencias como modelo único y universal.

Desde una perspectiva geopolítica resulta interesante imaginar de qué manera un gobierno de orientación islámica en Turquía (así sea moderada) alterará los planes de Estados Unidos y Gran Bretaña para librar una guerra contra Irak, habida cuenta de que el territorio turco resulta prácticamente indispensable en esos proyectos. De hecho, la base aérea de Incirlik -situada en la Anatolia turca- fue crucial para el arrasamiento aéreo de la nación vecina en la guerra de la década pasada; actualmente, Turquía sería además el trampolín obligado para una incursión terrestre contra Irak, toda vez que Arabia Saudita se niega, en esta ocasión, a desempeñar ese papel.

Finalmente, en la propia Turquía, el triunfo electoral del AKP y la posibilidad de que llegue al poder en Ankara abre un periodo de incertidumbre y experimentación en una sociedad desigual y contrastada en la que conviven la modernidad cosmopolita y el atraso rural, la pluralidad democrática y el autoritarismo corrupto, la necesidad de pertenencia a Europa y el anclaje ancestral en Asia.
 

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