Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de noviembre de 2002
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Política

Armando Labra M.

Siempre se puede

Si todo sale como está previsto, hoy la mesa central de la reforma del Estado que opera en la Secretaría de Gobernación tendrá un programa y unos invitados insólitos.

Desde hace varios meses un grupo plural de ex legisladores de origen universitario se abocó a la tarea de explorar cómo remontar el dramático empantanamiento de la nueva hacienda pública que requiere el país, que el año pasado tropezó y cayó por el desmanejo de unos cuantos impuestos, sin poder, hasta ahora, levantar la nariz del suelo. Tan es así que se ha dicho oficialmente que la reforma hacendaria no es prioridad de gobierno, a pesar del huracán presupuestal que ya tenemos encima.

El grupo de marras se abocó a hablar con los presidentes de los partidos más grandes para invitar, por conducto de sus respectivas fundaciones e instituto, a sus mejores especialistas fiscales para que participaran en un ejercicio totalmente inusual: encontrar coincidencias en materia hacendaria. La respuesta fue unánime, instantánea y positiva, si bien escéptica. Se invitó también a la Secretaría de Hacienda que envió un observador. Constituido así un equipo analítico formal con expertos de gran calibre y experiencia, se solicitó a la UNAM un espacio para trabajar, no en secreto, pero sí discretamente, sin las turbulencias propias de los espacios camarales o partidarios. El rector recibió al grupo conjunto y brindó el apoyo necesario, enriquecido con la posibilidad de acudir a las instancias académicas que fuera necesario para el mejor desarrollo de los trabajos. Finalmente, el Centro de Estudios sobre Finanzas Públicas proveyó el acceso a sus invaluables acervos de información especializada y dieron así comienzo las deliberaciones, orientadas por pocos criterios esenciales: abordar la hacienda pública en forma integral, es decir, no sólo los impuestos sino todos los ingresos del erario; incorporar la política de egresos; tomar en cuenta la deuda pública y visualizar una perspectiva federalista, contemplando siempre el interés federal, estatal y municipal. Se convino en identificar coincidencias, cuando los tres estuvieran de acuerdo; convergencias cuando dos estuvieran de acuerdo y, sin mayor trámite, desechar las divergencias. No se instaló, pues, una mesa de negociación sino de identificación de temas de acuerdo.

El escepticismo original aunado al miedo y hasta pánico en algunos casos, se disiparon rápidamente y en tan sólo tres meses fue posible localizar numerosas coincidencias en todos los aspectos de la hacienda pública. Con ello se logró un avance quizá demasiado general, pero muy importante porque demuestra que contando con la voluntad y el espacio adecuados, se puede arribar, pronto, a acuerdos en torno a procesos complejos que de suyo no se pueden resolver de un plumazo, pero que encuentran una vía de solución cuando todos -sociedad, partidos, instituciones- participan con auténtico compromiso por México, más allá de banderías y visiones o pasiones de corto plazo.

En esa perspectiva hoy se reunirán en Bucareli, previsiblemente, el secretario de Gobernación, quizá el de Hacienda, el rector de la UNAM, la presidenta de la Cámara de Diputados, los presidentes de los partidos políticos y de sus fundaciones e institutos; los coordinadores de grupos parlamentarios, los presidentes de las comisiones de Hacienda y de Presupuesto y Cuenta Pública del Congreso, autoridades y académicos eminentes de la UNAM, entre otros. Escucharán, de sus autores y promotores, los resultados de tan singular ejercicio técnico y político hacia una política hacendaria de Estado, que incluye coincidencias tanto de largo plazo como de acción inmediata. Con los antecedentes de consenso alcanzados, ojalá las recomendaciones que se plantean conjuntamente sean tomadas en cuenta por los destinatarios finales de esta tarea: los señores legisladores y las autoridades hacendarias.

Se plantea, por ejemplo, un asunto que hasta ahora carece de marco normativo, que amenaza con tornarse grave y que muy pocos mexicanos conocen: la llamada deuda subsoberana. Es aquella que libremente pueden asumir los municipios del país con bancos privados, quienes colocan esos compromisos en los mercados de dinero. Siendo extranjeros los bancos en México, estas operaciones son vía franca para privatizar y extranjerizar, sin control alguno y por lapsos indefinidos, la deuda pública desde el núcleo del sistema político mexicano. Como ése, el documento contiene asuntos de significación y utilidad para legisladores y autoridades por igual.

La moraleja es clara: estamos todos muy preocupados, en ocasiones hasta alarmados, por los aconteceres de la economía y de la política nacional, pero todos estamos dispuestos a contribuir, generando los espacios necesarios y las propuestas viables útiles para el país, que es lo que más importa. Y otra: que mientras todos participen, siempre se puede.

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