Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de noviembre de 2002
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Espectáculos
"Hubo muchas dificultades, pero gracias a Dios tengo gran capacidad de adaptación"

Fui a Hollywood porque mi deseo más grande era hacer cine: Salma

La actriz mexicana asegura que Robert Rodríguez fue definitivo, la impulsó en Los Angeles

Llegará a México mañana y el viernes dará una conferencia de prensa sobre su cinta Frida

LUCY OROZCO/ I ESPECIAL

Los Angeles, Cal. Bella, inteligente, talentosa y apasionada, Salma Hayek es la única actriz mexicana que en años recientes ha logrado derribar las fronteras de ese terreno pantanoso llamado Hollywood. Con habilidad y esfuerzo ha conquistado lo que antes parecía imposible: que una mexicana protagonizara películas producidas en la meca del cine. Su rostro ha dado la vuelta al mundo gracias a las portadas de cientos de revistas. Los privilegios del glamur, vedados para los latinos, se le han otorgado a Salma: ha sido la primera mexicana en pisar dos veces el proscenio durante la entrega de los Oscares, la industria de cosméticos se la disputa para promover sus productos, los diseñadores de alta costura y joyería la agasajan con sus creaciones; en fin, Salma es ya una de las estrellas del firmamento hollywoodense.

Nacida en Coatzacoalcos, Veracruz, un 2 de septiembre, Salma-niña albergaba en sus sueños que no sería como las demás: "Recuerdo que en Coatzacoalcos todas mis amigas soñaban con casarse y tener hijos, yo no. Vagamente giraba en mí la idea de ser deportista olímpica. Tenía aptitudes para la gimnasia, sólo que la enseñanza de esta disciplina no estaba desarrollada en mi pueblo. Tomé un curso en México cuando tenía nueve años y el profesor quería que continuara, pero mi papá no lo permitió. Posteriormente fui a un campamento de verano a Avándaro y ahí aprendí a saltar a caballo; gané un torneo. Sabía concentrarme y entregarme a esa actividad, así que nuevamente solicitaron a mi papá que me dejara aprender equitación, pero por segunda vez se negó. Como compensación me regaló un caballo y yo sola lo entrené, le puse El Zorro, y lo convertí de un caballo charro a uno de salto, pero sólo pude llegar hasta cierto nivel, ya que no hubo quien me guiara".

Veía mi futuro fuera de México

"Desde los ocho años le dije a mi mamá que me quería ir de Coatzacoalcos, espantada me contestó que sólo hasta que cumpliera los 18. 'No me voy a esperar a los 18 mamá, tengo que aprender inglés' -le dije-, porque veía mi futuro fuera de México: me imaginaba viajando y no quedándome dentro de fronteras impuestas. Finalmente logré que a los 12 años me dejaran ir a Louisiana para aprender inglés y ahí me quedé dos años. A los 16, regresé a México a estudiar, entré a la Universidad Iberoamericana a Relaciones Internacionales, tal vez porque me sonaba a algo similar a lo que fantaseaba de niña, es decir, conocer mundo. Me salí cuando descubrí mi vocación y empecé a tomar clases de actuación."

Salma proviene de una familia acomodada, con herencia española de parte materna y libanesa por la paterna. "Mi familia era más bien rica y yo estaba muy consentida por ser la única hija mujer. Me identifiqué mucho con mi papá, recuerdo que íbamos a montar caballo en la playa o a dar la vuelta en lancha. Los domingos comía con mi abuela materna, ella se casó con un hombre muy guapo y muy rico, incluso en Salina Cruz, Oaxaca, hay una calle con su nombre. Mi abuela lo dejó y luego él decidió que ya no quería ser rico y se fue a la Sierra de Chiapas a vivir con una india. Mi abuela, al pelearse con él, le dijo que no quería su dinero, sólo se quedó con sus joyas, las que metió en una caja de zapatos y compró un barco camaronero que se hundió.

"Mi mamá es un caso, se inscribió en clases de ópera después de haber cumplido 30 años, estudió durante 10, pero lo más impresionante es que decidió ayudar a muchos aspirantes a cantantes de ópera: les pagaba las clases, los mantenía y les conseguía trabajo. De todos ellos, sólo uno tenía mente de triunfador, la capacidad de caer y levantarse. La diferencia entre una persona y otra la hace el tiempo en que tarda en levantarse.

"De mi papá heredé su tesón. El empezó vendiendo camisas en los billares a los 12 años y llegó a ser presidente de la Sociedad de Industriales de Veracruz. Me parezco a él en su habilidad para relacionarme socialmente: también heredé lo trabajador y lo práctico, de mi mamá adquirí la sensibilidad artística y la perseverancia."

El encuentro

Mi primer encuentro con Salma fue en 1988, cuando buscaba una protagonista para mi telenovela Teresa. Estaba descorazonada porque no la encontraba. La casualidad quiso que en un pasillo tropezara con ella. Nuestras miradas se cruzaron y vi sus ojos desafiantes y su arrogancia, las características que necesitaba para mi personaje. La abordé, ocultando deliberadamente mi interés. Le pregunté cómo se llamaba y qué hacía. Con frialdad me contestó su nombre y me dijo que era actriz. Con cautela la sondeé para saber si tenía deseos de protagonizar la telenovela. Salma, ocultando también sus sentimientos, me contestó displicente que lo iba a pensar.

Luego me confesó que el corazón casi se le salió del pecho con mi propuesta, que fue a mi oficina y "tomó prestados sin avisar" los primeros 20 capítulos de la historia, que llamó a Rosa María Bianchi y se fue el fin de semana a Cuernavaca para que ella le montara el personaje. El lunes siguiente comencé a probar a todas las chicas que me enviaron los ejecutivos para hacer el papel principal. En ese grupo había estrellas que hoy también son famosas. Cuando Salma pasó a hacer la prueba nos quedamos impresionados: actuó mejor que ninguna, desplegó toda la actitud y matices del personaje. Me dije: "¡Eureka! Ya la tengo". Felizmente, Teresa tuvo gran éxito con Salma encabezando el reparto. Fue así como empezó nuestra amistad que hasta hoy perdura. Lo siguiente, más que una entrevista, es una charla entre amigas.

-¿Cuéntame, Salma, cómo cruzaste el Río Bravo y te convertiste en superstar?

-Vine a Hollywood porque mi deseo más grande era hacer cine y, sobre todo, estudiar actuación. Sabía que tenía que evolucionar como actriz. La pasé genial en Teresa, pero me dije: "¿Luego qué voy a hacer: otra telenovela y otra, por el resto de mi vida?" Entonces decidí probar suerte; fue una decisión difícil, porque aquí ya había obtenido éxito en la televisión, pero quería hacer cine. Sabía que me arriesgaba, pues en ese tiempo pensar en trabajar aquí parecía una locura, ni siquiera había salido Como agua para chocolate. El cine mexicano no existía fuera de sus fronteras. Ahora las cosas han cambiado y muchos mexicanos han logrado triunfar en Los Angeles, pero cuando yo llegué el panorama era desalentador.

-Cuéntame de tu proceso en esa época.

-Entre neblina recuerdo que tuve muchas dificultades, pero gracias a Dios tengo gran capacidad de adaptación. Se trataba de un cambio drástico, pero me salvé, porque me emocionaba mucho la idea de ir a la escuela y aprender.

"Fue un cambio tremendo, pues no solamente dejé mi carrera, sino mi país y me enfrenté a una cultura distinta; además tenía el problema del idioma, el inglés no se me daba muy bien. No tenía amigos ni idea de cómo conseguir trabajo, era algo que parecía imposible. Comencé a hacer papeles muy pequeños porque no tenía permiso de trabajo. Tuve ofrecimientos que después no pude hacer por mi situación migratoria."

-¿Nunca quisiste aventar la toalla y regresarte?

-En ocasiones, porque a veces la pasaba mal, pero me aferré a la idea de quedarme. Así que empecé a hacer un programa de televisión horroroso, The Sinbad show; estaba traumada porque firmé contrato por cinco años y estaba harta a los dos días de iniciada esa serie. Me deprimí mucho, empecé a comer y ¡engordé! Me hice muy amiga de Sinbad, el comediante afroamericano, y le pedí que por favor hiciera que me corrieran. Pero al programa no le fue muy bien y comenzaron a cambiar escritores y productores. Gracias a Dios los escritores nuevos no supieron qué hacer con mi personaje y lo cambiaron por unos viejitos. Felizmente, por esa razón, me pude ir.

-¿Qué siguió después?

-Fui a México a hacer El callejón de los milagros.

-Te fue muy bien con esa película, ¿fue después que conociste a Robert Rodríguez?

-No, lo conocí como dos años antes que a Sinbad. Al poco tiempo de haber llegado a Los Angeles, Paul Rodríguez, el comediante, me hizo una entrevista en un programa de televisión y me preguntó: "¿Por qué viniste de México si aquí no hay trabajo para latinas?" Le contesté: "Bueno, ahora no hay, pero lo habrá". Robert y su esposa Elizabeth vieron esa entrevista, me contaron que sintieron curiosidad por conocerme y así lo hicieron. Me dijeron que yo iba a protagonizar Desperado, pero como es costumbre en el cine las cosas no suceden pronto. La película se pospuso dos años. Entonces Robert me hizo audicionar para otra película que filmó para Showtime, que se llamó Roadracers, me dio el papel e hice esa cinta. Por fin llegó la oportunidad de hacer Desperado, pero Robert me hizo audicionar de nuevo, como por dos meses. Cuando me conoció me prometió que me iba a dar ese papel, pero aún así, me hizo audicionar, finalmente la hice.

-Robert Rodríguez te cambió la vida, ¿no es así?

-Definitivamente, me impulsó en Los Angeles. Recientemente me ha enriquecido gente como Julie Taymor (directora de Frida) y Andy Tennant, otro director, quien me dio la oportunidad de trabajar en Fools rush in (Sólo los tontos se enamoran).

-Cuando te ibas a Los Angeles, recuerdo que todo mundo te auguraba que te iría mal.

-Creo que lo siguen haciendo (risas). No te olvides que desde que quise ser actriz me presagiaron que me iba a ir mal. A ti te dijeron que no me contrataras. ¡Y eso fue antes de venirme! Antes de Teresa, ¿no te acuerdas?

-Claro que sí. ¡Qué bueno que se equivocaron! Yo me atrevo a decir que tu carrera en Hollywood es superior a la de Dolores del Río, has llegado muy lejos. ¿Cuéntame qué sentiste la primera vez que entregaste un Oscar?

-No, sólo presenté una de las canciones postuladas. Como era la primera vez estaba muy nerviosa, porque me decían: "te van a ver millones de personas". Cuando empezó el programa vi que algunas de las que hablaban inglés trastabillaban mucho por la tensión. Entonces me puse más nerviosa, porque yo no hablaba bien el idioma.

-Pero si lo hablas bien.

-Quizá, pero los gringos aún se burlan. El viernes pasado los agentes me citaron para decirme que tenía que practicar diario mi acento. No voy a ir ya, me vale gorro. Pero volviendo al tema, lo que me impresionó más en lo del Oscar es que cuando vas a salir te puedes asomar por una esquinita y puedes ver al público, todos son estrellas, y ¡eso impacta! Aunque me decía: "Me tiene que salir bien, porque Meryl Streep está aquí y no me va a ver hacer el ridículo, no". Lo que si viví con más temor fue la presentación de los Oscares técnicos, me tocó ser maestra de ceremonias; yo sola hice todo el show y luego tuve que ir a la entrega de la estatuilla esa misma noche y dar una reseña. Cuando me invitaron, dije que sí, claro. Pero ahí el inglés fue imposible: ¿sabes lo que es decir todos esos nombres de alemanes, japoneses, de esas personas que ganaron? ¡No podía decir ni un nombre, era tremendo! Fue chistoso también, porque cuando salí les dije: "Antes que nada, quiero que por favor se imaginen a ustedes mismos mencionando estos Oscares en español, porque estoy a punto de cometer 500 errores de pronunciación". Y agregué: "De verdad, no sé cómo sus padres no les pusieron nombres más sencillos a estos ganadores". El público soltó la carcajada y entonces me relajé un poco. Pero los productores sudaron, porque pensaron que iba a ser un desastre. Pero era la primera vez que la gente se reía en la entrega de los Oscares técnicos, porque son muy formales, muy sobrios. Así que después de esas dos horas y media de haber hecho yo sola todo el programa, presentar tres minutos en los Oscares que se trasmiten a todo el mundo, fue mucho más fácil.

-Después de Desperado (Pistolero) hiciste varias partes en películas, lo curioso es que empezaste a figurar antes de hacer un gran filme y eso es raro, no sé si fue por bonita.

-Yo tampoco sé. Es muy raro mi caso, porque sin haber hecho grandes películas me llamaban de todas las revistas. Por ejemplo, salía a la premier de una amiga y de inmediato me tomaban una foto que publicaban durante meses.

(Salma llegará a México mañana; ofrecerá una conferencia de prensa el 8 de noviembre y su película se estrenará este mes en nuestro país.)

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