Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de noviembre de 2002
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Deportes
Decepcionó Pablo Hermoso de Mendoza ante los toros mansos de Garfias

Comenzó la gran estafa de invierno en la Monumental Plaza Muerta

Mejía desperdició uno y tuvo detalles con otro  Ochoa era un fantasma

LUMBRERA CHICO

Con media entrada en sombra general, tres cuartos en sol y muchos vacíos en los sectores numerados, ayer comenzó la temporada menos chica en la Monumental Plaza Muerta (antes México), donde todo le salió mal a Pablo Hermoso de Mendoza, quien protagonizó la peor actuación de su vida en el coso de Insurgentes.

Para cubrir el contrato de 120 mil dólares, que cobró el fantástico jinete vasco, la empresa de Rafael Herrerías redondeó el cartel con dos voluntarios de relleno. Uno de ellos, el "ex maestrito" Manolo Mejía, por lo menos intentó no aburrirse, mientras su colega, Fernando Ochoa, salió de plano bajo los efectos de un fuerte anestésico llamado probablemente depresión, y terminó por irritar al gentío con su desgano.

De principio a fin, el espectáculo tuvo el sello del "empresario" que lo organizó: los toros de Javier Garfias de los Santos (inocentes) le quedaron chicos, una vez más, al caballista, y con excepción del segundo y del tercero del encierro, que no valían nada pero se dejaban hacer, los restantes fueron un dechado de mansedumbre o, para decirlo pronto, una mierda indigna de inaugurar el acontecimiento supuestamente más importante de la fiesta brava en el continente americano.

Pero bueno, cuando un gángster controla y administra la plaza de toros más grande del mundo para perder dinero con fines inconfesables pero muy provechosos, nadie puede esperar que estrene la temporada con ganado de lujo y figuras de postín.

Los hermosos desatinos de Pablo

Densos nubarrones procedentes de las costas de Guerrero, falta de dinero en los bolsillos del pueblo mal gobernado por Fox, un aumento de 20 por ciento en el derecho de apartado y la rapiña de los vendedores que elevaron al doble el precio de las entradas ante la tolerancia del Gobierno del Distrito Federal, impidieron que se concretara el llenazo tradicional del inicio de la temporada "grande".

El público recibió a Hermoso de Mendoza como a Charles Lindbergh después de cruzar el Atlántico, y no le escamoteó palmas ni gritos de júbilo cuando el navarro, con gran celeridad, clavó, más o menos en buen sitio, los rejones de castigo y las banderillas de adorno en el lomo de Copero, un cárdeno listón y casi playero, de 470 kilos, que se prestó al juego de los corceles, pero, a diferencia de sus actuaciones anteriores, en lugar de poncharle el pulmón y suscitar la hemorragia y el paroxismo, el vasco dejó el rejón de muerte muy atrás y tuvo que descabellarlo tres veces, perdiendo así la oreja.

Con su segundo, de nombre Cantinero, de 539, igualmente cárdeno bragado y casi veleto, soso y manso a más no poder, el muy habilidoso Pablo lució, se diría, desganado, cumpliendo con rapidez y poco afán de lucimiento, aunque eso sí, deslumbrando a los villamelones con sus bellísimos trucos circenses y por momentos, pero sólo por momentos, toreando por derechazos lentos, largos y bien templados, usando el cuerpo de la montura como si fuera una muleta.

Como quiera, el bicho se fue creciendo sin que Hermoso lo pudiera someter y se llevó un macrosusto cuando, apenas salido de la cuadra, su caballo Mazantini fue arrollado en tablas, golpeándose las cuatro patas contra el estribo del redondel, accidente que ameritó su sustitución inmediata sin que el animal gozara siquiera de una mínima probadita de gloria. Para su infortunio, el ibérico volvió a fallar en la suerte suprema, y tuvo que refugiarse en el callejón sin que nadie lo llamara a saludar desde el tercio.

Horriblemente vestido de azul turquesa y oro, Mejía se las vio con Vengativo, negro bragado de 480 que se dejaba hacer, pero nunca trató de dominarlo y acabó entre abucheos. Mejor se vio ante Buen Deseo, un negrito de 493, manso perdido, al que lidió en tablas para evitar que huyera, y con el cual logró cosechar algunas palmas. De Fernando Ochoa, que parecía drogado ante Cominito de 512 y Ruidoso de 580, no hay absolutamente nada que decir, excepto que el pobre hombre está muerto como torero.
 
 

Para llevar un registro del movimiento de los dineros en la Plaza Muerta y tratar de calcular las pérdidas económicas de Herrerías, esta página publicará a partir de hoy la siguiente tabla de utilidades y pérdidas, considerando un ingreso promedio de 70 pesos por boleto.

Domingo 3 de noviembre de 2002

Espectadores:      32,000
Ingreso neto: 2,240,000
Egresos:
Pablo Hermoso  1,200,000
Mejía       40,000
Ochoa      20,000
Ganado    200,000
Otros 1,000,000
Subtotal 2,460,000
Utilidades ------------
Pérdidas    220,000
Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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