Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 11 de noviembre de 2002
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Política

Robert Fisk

"Error" en la elección turca

Después que los amigos de los talibanes entraron en el parlamento paquistaní, los islamistas están de vuelta en Turquía. ƑQuién dijo que el fundamentalismo está muerto? No, la victoria del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Turquía no indica una votación específicamente antiestadunidense: la corrupción y el colapso económico fueron la causa de que obtuviera 350 escaños de los 540 del parlamento. Pero también en el caso paquistaní fueron esas las razones del triunfo fundamentalista. De hecho, son el argumento de prácticamente toda la oposición islamista en Medio Oriente: el deseo de destruir el cáncer que infecta a casi todos los regímenes pro estadunidenses de la región.

El presidente George Bush, enredado en su campaña bélica contra Irak y en la celebración de la victoria electoral republicana, si acaso habrá concedido unos segundos a reflexionar sobre el significado de los resultados electorales en Turquía. Porque se trata de una nación que no sólo se opone a la aventura estadunidense contra Irak, sino que ha dejado muy claro que, en caso de que se rompan las hostilidades, enviará su ejército hacia el norte kurdo de Irak para evitar que se proclame un Estado kurdo. A ver qué dicen los que siguen creyendo en "refugios seguros".

En este mismo instante el ejército turco podría presionar a los tribunales para que declaren ilegal al AKP con el argumento de que su dirigente, Recep Erdogan -a quien característicamente se prohibió participar en las elecciones- es militante islámico de clóset. Tal aseveración se basa en parte en que Erdogan recitó en público un poema en el que se comparan los alminares con bayonetas, las mezquitas con cascos y los creyentes musulmanes con soldados. En 1999, tal acto ganó a Erdogan una corta estancia en prisión por "incitar al odio religioso". Pero los islamistas saben cómo reiventarse a sí mismos.

El AKP, al menos oficialmente, apoya la alianza militar turca con Estados Unidos, entre otras razones porque necesita la presión de Washington sobre Bruselas para que Turquía forme parte de la Unión Europea. Al preguntarle si el ejército podría simplemente retirar al AKP de los cargos electorales obtenidos, el patriótico Erdogan contestó con descaro: "ƑQué quiere decir? Es mi ejército, Ƒcómo no habría yo de trabajar con él?"

No hay que buscar muy lejos otras razones de esta extraña aunque temporal alianza religiosa-secular. La lira turca ha perdido la mitad de su valor en 12 meses, la economía ha caído 10 por ciento en el mismo año y se han añadido 2 millones de personas a las listas de desempleados. Nada puede ser más simbólico de la declinación de los viejos partidos nacionalistas que la decadente y amenguada figura del primer ministro, Bulent Ecevit, acercándose con paso vacilante a la casilla electoral el primer domingo de noviembre.

Si el ejército quiere una nueva Turquía, miembro de la Unión Europea y libre de disputas inútiles sobre si se debe llevar la cabeza cubierta en el parlamento o prohibir las bebidas alcohólicas en los restaurantes municipales (el "laico" Erdogan lo hizo durante su gestión como alcalde de Estambul), también tendrá que lavar de sus manos la sangre de 30 mil kurdos turcos, cuota mortal de su guerra feroz contra la insurrección ocurrida en el decenio de 1990 en el sureste del país.

Una vez que se ha librado de la condena moral del presidente Bush por semejante atrocidad, también necesita arreglar su historial después de 2 mil "desapariciones" de intelectuales, periodistas y políticos kurdos durante las mismas operaciones de "limpieza". De manera extraña, coexistir con el AKP -que intenta presentarse sin convencer a nadie como "la democracia cristiana del Islam"- ayuda al ejército a sacudirse el antecedente de la guerra sucia contra los kurdos.

Sin embargo, Turquía no encaja fácilmente en las pautas del Medio Oriente. El laicismo en realidad significa "kemalismo", forma de modernización nacionalista que prefiere tratar al Islam como una especie de cultura folclórica en la sociedad turca, más que como parte del tejido religioso de la nación.

"Kemalismo" se deriva de Mustafá Kemal Atartuk, héroe de Gallipoli y fundador del Estado turco post otomano. Pero la Turquía kemalista jamás se enfrentó en realidad al asunto del laicismo. Para su vergüenza, Turquía jamás ha aceptado el genocidio cometido contra los armenios, en el cual millón y medio de sus ciudadanos fueron masacrados durante la Primera Guerra Mundial. Incluso en la Segunda Guerra Mundial halló la manera de imponer pesados gravámenes a sus pobladores no musulmanes, en particular judíos. (Su aliado israelí ahora ha olvidado todo eso y se une a Turquía en negar la matanza de armenios.)

Por el momento, el llamado de Erdogan a sus partidarios -"que absolutamente nadie cometa actos que perturben el orden público, pongan en peligro la seguridad o inquieten a cualquier persona"- mantendrá tranquilo al ejército, así como a los estadunidenses, cuyo programa de reformas, con inversión de 31 mil millones de dólares, es tan importante para Erdogan como lo fue para Ecevit.

Con todo, una guerra estadunidense contra Irak podría fracturar esas alianzas y promesas. La Turquía musulmana no tolerará el derrumbe de Irak, y sufriría por los miles de musulmanes iraquíes que probablemente murieran en una invasión. En Pakistán, la participación del presidente Pervez Musharraf en la "guerra contra el terrorismo" se ha visto baldada por la victoria islamista en el parlamento, en unas elecciones que la Casa Blanca había descrito como "un importante mapa del camino" de regreso de Pakistán a la democracia. Ahora Turquía ha producido otro resultado "equivocado" al practicar la democracia tan pregonada por los estadunidenses.

Esto añade otra peligrosa ecuación a la anunciada aventura del presidente Bush en Irak, y es una razón más por la cual los estadunidenses, pese a su exigencia pública de democracia en Medio Oriente, desearán en secreto que el contagio democrático no se extienda más por la región.

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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