La afluencia superó a versiones anteriores,
que tuvieron mucho mayor promoción
Buen fin de semana para la feria del libro infantil;
80 mil asistentes
Paradójico, que un país con tan bajos
índices de lectura tenga uno de los encuentros librescos para menores
más importantes del mundo
En promedio, cada adulto acompaña a dos niños
RENATO RAVELO
Más de 80 mil visitantes acudieron este fin de
semana a la 22 versión de la Feria Internacional del Libro Infantil
y Juvenil, que es ya un organismo con vida propia y comportamiento independiente.
Hace dos años la promoción fue espectacular, y para muchos
fue el peor año en ventas. Según algunos de los representantes
de los 380 fondos editoriales que participan, las afluencias de este fin
de semana podrían superar las del año anterior, cuando tan
sólo dos de las editoriales gubernamentales vendieron más
de medio millón de pesos.
Todo
es doblar la esquina de Tlalpan y Churubusco para ver en fila a padres
e hijos, que alimentan la afluencia, en esa gran representación
anual que tiene a la feria como la más importante en su género
en el ámbito mundial. La veintena de talleres son uno de los puntos
de atracción, así como los conciertos y las obras teatrales,
que a su vez generan el otro gran espectáculo en el que por momentos
de dos en dos los pasos apenas ganan territorio y la más simple
de las distracciones ocasiona aglomeración. Es secreto a voces,
los pasillos son ya insuficientes.
Ese organismo casi autónomo, alimentado en promedio
por dos niños por cada adulto, es como un espejo de los gustos por
la literatura del horror, por los superpoderosos de temporada que ponen
al libro como la extensión de los medios audiovisuales. Pero también
de clásicos como el Willy o las colecciones de A la Orilla del Viento.
Este año, una versión sobre los supuestos
libros que leyó Harry Potter antes de ser mago, a razón de
30 pesos, constituye el éxito agotado. Los clásicos que en
los estantes luchan por la permanencia son Caperucita roja y El
flautista de Hamelin, según Raymundo Hernández, de editorial
Océano, que en México tiene los derechos de la obra de J.K.
Rowling.
Hace dos años la promoción fue mayor, asegura
Mónica Luévano, de la misma casa editora, ''pero es que la
feria refleja el estado de los bolsillos de los mexicanos''.
Para las editoriales que venden enciclopedias esta es
la oportunidad mayor, explica Elizabeth Lazos de Barsa Velasco: "hemos
vendido 15 enciclopedias hispánicas, cada una a 18 mil pesos. Claro
que normalmente cuestan 25 mil en el mercado".
Eso es lo que van a buscar los asiduos: el descuento de
20 por ciento que hizo a Norma ganar, tan sólo esta sábado,
16 mil pesos, o el rediseño de estrategia que llevó a Scholastic
-la propietaria de Harry Potter en inglés- a cuadruplicara sus ventas
al renovar 40 por ciento de sus títulos, con lo que llegaron a las
seis cifras en ventas.
Es
la flexibilidad que exige el mercado y que en casos como los de la Universidad
Nacional Autónoma de México, cuya colección infantil
hace años que se agotó, solamente permite vender vasos con
el logotipo de los Pumas.
Por lo mismo, mientras vive esta semana, el organismo
que es la FILIJ busca aprovechar al máximo, y se anuncia que Clara
Azcué Pérez Gil, con Cazadores de perros, obtuvo el
premio de cuento de este año, o se aprovecha que están reunidos
los ilustradores para presentar la edición del decimosegundo catálogo,
o se intenta aprovechar el halo de aliento de la feria para entender, de
una vez por todas, cómo promover la lectura, para lo cual se hace
un seminario internacional, esta vez titulado La lectura desde la cuna.
Los promotores de la lectura, que son los mismos de años,
de batallas en el desierto, no terminan de aprovechar la paradoja de que
un país con bajos índices de lectura tenga la principal feria
del libro infantil. Se intenta resolver cómo sacarle jugo a los
más de 4 millones de pesos que cuesta realizarla.
Entre talleres, espectáculos, gusto nacional por
la aglomeración, ventas constantes, incluso de editoriales que no
tendrían qué hacer mucho allí, como Artes de México
("el año pasado vendimos 30 mil pesos"), el organismo vivo que es
la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil esconde el misterio
de la relación intensa que, por unos días, sostiene un universo
equivalente a dos de cada cien habitantes de la zona metropolitana con
el libro y sus territorios.