Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 11 de noviembre de 2002
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Cultura

Vilma Fuentes

Actualidad de Bartolomé de las Casas

Algunas raras obras gozan de actualidad permanente. Otras, efímeras, ocupan sólo un momento la actualidad.

Como cada año, en esta época, se otorgan los premios literarios más importantes en Francia -Goncourt, Renaudot, Médicis, Fémina e Interallié- a las que los jurados consideran las mejores novelas. Merecidos o no, los galardones, controvertidos por causas diversas, suscitan críticas y polémicas, impulsan la venta de los libros que ayudarán a la gestión de las editoriales triunfadores y a las finanzas del escritor premiado.

La polémica tradicional es la que denuncia la confiscación de los premios, a través de los jurados que dependen de ellas, por las poderosas editoriales que forman la hidra de tres cabezas: Gallimard-Seuil-Grasset, a la que en los últimos años ha ido creciendo una cuarta con Albin Michel.

La malignidad del juego, la hipócrita astucia, hace que cada año las primeras listas de selección publicadas en vista de los premios comprendan cierto número de editores que no forman parte de las cabezas de la hidra. Esta generosa apertura salva las apariencias y da tal vez esperanzas a algunos ingenuos, pero no engaña a nadie que conozca el juego: los premios no escapan jamás, desde hace décadas, al trío, apodado por esta razón Galligraseuil. Puede uno adornarse con las virtudes de la imparcialidad pero no se bromea con el dinero.

En esta ocasión hubo algunas variantes que fueron la comidilla del medio literario durante algunos días. Después del anuncio del Goncourt (el más importante de los premios) a Pascal Quignard la agria polémica entre los propios jurados, uno de los cuales, Jorge Semprún, declaró a la prensa su absoluto desacuerdo. Paradójicamente el reproche más grave repetido por la crítica es el de ser ''literario'', palabra insinuante e insidiosa con que se advierte a los posibles lectores la ''difícultad de su lectura'', desalentándolos de la compra del libro. Crítica extraña para un premio literario la que acusa de literaria una obra, pero que esconde la realidad comercial de estos galardones sometidos a una tradición que sólo puede premiar estereotipos bien conocidos y rehuir cualquier descubrimiento de una auténtica creación.

Como cada año, después de las designaciones, los comentarios y las consiguientes ventas de libros convertidos en regalos navideños, la mayoría de los libros galardoneados se volverá un borroso recuerdo, pues la duración de la vida de los premios, šdesgraciadamente!, es también efímera.

Sin embargo, de vez en cuando aparecen publicadas obras que merecen, por dicha, una vida más larga y, en el caso de su autor, Bartolomé de las Casas, de varios siglos.

Como señala el lingüista Tzvetan Todorov, en el artículo que abre Le Monde des Livres: ''Es un acontecimiento: se acaba de publicar la primera traducción francesa de una de las obras más notables de toda la historia occidental, Histoire des Indes, de Bartolomé de Las Casas (1484-1566)''. En efecto, este relato del genocidio de los indios durante la conquista de América es de absoluta actualidad y propone una reflexión original y profunda sobre los derechos del hombre y el respeto a las diferencias religiosas, sobre todo ahora que vuelven a surgir las guerras de religión. Para De las Casas, como se desprende de su extenso relato, la imposición de la fe mediante la fuerza no es más que un pretexto para la extensión del poder político y económico, tan contraria al amor cristiano.

Obra que permanece actual, sin temor al paso del tiempo. Como concluye Todorov: ''Al terminar su historia en 1561, De las Casas agrega una nota que muy pocos autores contemporáneos podrían imaginar: pide que su libro, que no quiere ver publicar en vida, no vea el día antes de cuarenta años. Es necesario estar seguro de la perennidad de lo que se produce para olvidar a este extremo a sus contemporáneos y dirigirse a los siglos futuros. En realidad, el libro esperará más de tres siglos antes de ser publicado en España (1875-1876), y aún más de un siglo antes de ver el día en francés.''

Sin duda, el destino de la obra de De las Casas está unido al de la Historia, pues su reflexión es decisiva y esclarecedora más que nunca en estos momentos.

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