Participaron orquesta, coros, mariachi, soprano
y tenores en la celebración
Estrenó ayer Manuel Esperón su Suite
jalisciense en el Palacio de Bellas Artes
ARTURO CRUZ BARCENAS
Jubilados y pensionados de Bellas Artes organizaron ayer
un concierto-homenaje a Manuel Esperón (Distrito Federal, 1911),
en reconocimiento a sus aportaciones a la música mexicana; es definido
como El sastre musical de Pedro Infante y Jorge Negrete, además
de tener en su currículum la musicalización de 548 películas
y más de 300 canciones de éxito, con letra de Ernesto Cortázar,
Pedro de Urdimalas, Felipe Bermejo, Ricardo López Méndez
y Zacarías Gómez Urquiza, entre otros.
Estrenó su Suite jalisciense con la colaboración
del Coro y la Orquesta de Cámara de la Secretaría de Marina.
El Palacio de Bellas Artes fue el espacio para este acontecimiento en el
que el público se involucró cantando los temas de la obra,
sobre todo en el emotivo final, con No volveré, acompañado
del Mariachi México de Pepe Villa.
La presentación y los comentarios estuvieron a
cargo del periodista Jacobo Morett, quien expuso datos biográficos
de Esperón, nacido en la colonia Guerrero de la ciudad de México,
en el seno de una familia oaxaqueña de tradición artística;
su madre fue concertista de piano y con ella tomó sus primeras lecciones;
su padre era cantante; su primo fue Ignacio Fernández Esperón
(Tata Nacho) y su tatarabuelo Macedonio Alcalá.
Trabajó con figuras como María Félix,
Libertad Lamarque, Mario Moreno Cantinflas, Germán Valdés
Tin Tan, Joaquín Pardavé, Ernestina Garfias y todos
los artistas que cantaron y bailaron en la época de oro del cine
mexicano. A sus múltiples reconocimientos debe resaltarse que el
10 de julio fue instituido como el Día de Manuel Esperón
en Alburquerque, Nuevo México: los mariachis en EU lo nombran Padre
de la música mexicana.
El
público que asistió ayer era mayoritariamente de la tercera
edad, jubilados y pensionados del INBA; conocedores vivenciales de la obra
de Esperón escucharon la obra del maestro, quien hizo una dupla
de gran relevancia con Cortázar, letrista que consiguió plasmar
el sentimiento, la idiosincrasia de un amplio sector de mexicanos de mediados
del siglo pasado.
La Suite jalisciense abre con Amorcito corazón,
que interpretó la soprano Conchita Julián. Esta siguió
con la primera obra de Esperón para una película, La mujer
del puerto, que data de 1933. Las canciones de la suite, que es un
compendio, un resumen musical, según expuso el propio maestro, huelen
a tierra de provincia mojada por una lluvia tenue; se antojan, como la
titulada Tequila con limón; duelen, como en No volveré,
y remueven las arenas movedizas del recuerdo, como en Amorcito corazón.
Refieren una época que la criba histórica
ha dejado en la memoria de quienes disfrutaron de la creatividad de un
grupo de mexicanos de gran talento. Se siente la brisa al oír las
notas de A la orilla del mar, y el perfume de la naturaleza se esparce
con Flor de azalea.
El sentimiento de identidad se refuerza en Yo soy mexicano,
Traigo un amor, Cocula y ¡Ay, Jalisco, no te rajes!
Es un remanso con el fragmento titulado Valses mexicanos, en el
que resaltan Alejandra y Sobre las olas. Recupera las imágenes
de la gesta revolucionaria con la Suite México 1910, en la
que los sonidos de un ferrocarril remiten a ecos de soldaderas, pelones,
la leva, la lucha y el drama. Rematan la emotividad las notas del Himno
Nacional Mexicano.
Las voces de los tenores participantes fueron más
que adecuadas; además de la soprano Conchita Julián intervinieron
Mauro Calderón, Jordy Ramiro, Salvador Macías y Luis María
Bilbao.
Entre aplausos, Esperón agradeció desde
su balcón el sonoro y largo aplauso que de pie le ofreció
el público. "Mi idea -expresó el maestro en entrevista al
final del concierto- fue juntar las piezas más características
de Jalisco, en un tamaño (duración) adecuado. Agustín
Lara hizo algo similar en una suite dedicada a Veracruz."
-¿Por qué una suite dedicada a Jalisco?
-No sé. Me gusta mucho el modo de ser del jalisciense,
así como los mariachis.
No faltó el negrito en el arroz: una mujer que
se dijo familiar de Pedro de Urdimalas se presentó para quejarse
por la supuesta falta de crédito en el programa a la canción
Mi cariñito (que no se interpretó, pues el tenor Salvador
Macías expuso en pleno concierto que no iba a hacer que se faltara
el respeto al Palacio de Bellas Artes). Señaló que los herederos
no han cobrado regalías por la explotación del tema. Esperón
restó importancia al incidente, pero la esposa del compositor, Beatriz
García de Esperón, expuso que de persistir el problema entablaría
una demanda.
"Es increíble. La señora reclama que no
se le da nunca el crédito. Si está inconforme que acuda a
la Sociedad de Autores y Compositores. Hacienda ejerce su trabajo. Ella
ni siquiera está autorizada legalmente para cobrar, pues el papá
murió intestado. Por eso están detenidas las regalías.
Si sigue en ese plan la vamos a demandar."