Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 1 de diciembre de 2002
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Política
FOX: DOS AÑOS DE GOBIERNO

En el país y en el extranjero se espera que cumpla promesas

Sin resultados, el Presidente acusa a Congreso y partidos

El jefe del Ejecutivo basa sus ofertas de crecimiento en las reformas energética, fiscal, laboral y de telecomunicaciones

JUAN MANUEL VENEGAS

Hace tres semanas, durante su gira más reciente por Europa, el presidente Vicente Fox Quesada se hizo acompañar por un grupo de empresarios mexicanos. Uno de ellos, el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Héctor Rangel Domene, reveló lo que notó y escuchó entre sus colegas del viejo continente: "frustración" por el retraso de las reformas estructurales prometidas por el mandatario hace dos años.

De vuelta en México, y más allá de si está "arrepentido" o no por las promesas que hizo antes de asumir el Poder Ejecutivo de la Unión, Fox debió aceptar que su oferta de crecimiento económico de 7 por ciento anual se sustenta en la posibilidad de que el Congreso apruebe la apertura al capital privado de los sectores energético, laboral y de telecomunicaciones, además de retomar el tema de la reforma fiscal, cuya discusión y resultados del año pasado "a nadie dejaron satisfecho".

Frustración hacia el exterior. Y en el plano interno, nada que avizore un buen futuro a las grandes ofertas del gobierno del cambio. Las reformas, que "partirán en dos el curso de la historia nacional" y que "nos harán ser lo que hemos soñado" (Fox dixit), siguen pendientes.

Como siguen postergándose también la "revolución educativa", el desarrollo social y humano, y las grandes inversiones -nacionales y extranjeras-, que generarían más de un millón de empleos anuales. La reforma del Estado, en tanto, se quedó en la firma del Acuerdo Político para el Desarrollo Nacional (en octubre de 2001) y en las "mesas de diálogo y concertación" que organiza la Secretaría de Gobernación, pero que -todavía- pocos resultados en concreto ofrecen, según observan y lamentan en la administración foxista.

En defensa de su gobierno, a Fox no le han faltado blancos. Y así, cuando no son el Congreso y los partidos de oposición, a los que acusa de "obstaculizar" la labor de su mandato, son los medios de comunicación que, en "su parafernalia" y "mucho rollo" a la hora de informar, "no cuentan la verdad de las cosas". Pueden ser también las turbulencias internacionales o "las malas noticias que llegan del norte".

Timoratos y apanicados

No se escapan los timoratos y apanicados que todo lo ven mal, o los ciudadanos, comunes y corrientes, a quienes ha dado en pedir que le busquen y no esperen sentados a que llegue la ayuda del gobierno...

"Este gobierno sí está cumpliendo con su parte" en el proceso de transición, asegura el Presidente, desautorizando a aquellos que, sin ser de su partido o equipo cercano, lo cuestionan. Siempre en la defensa a ultranza de su gestión y gabinete.

Pero de discurso en discurso, desde su toma de posesión y a lo largo de estos 24 meses, las mismas asignaturas siguen pendientes, y las promesas de crecimiento y desarrollo parecen ser sólo eco del voluntarismo presidencial. Del prometido 7 por ciento de crecimiento, en estos dos años sólo se ha podido cumplir con un 2 por ciento.

Por si fuera poco, la Secretaría de Hacienda y el propio mandatario han mantenido diferencias con el Banco de México en sus reportes y en sus expectativas de desarrollo. Basta recordar el año pasado, cuando Fox insistía en que a finales de 2001 la economía nacional crecería 4 por ciento, mientras que el Banco de México ponía freno a esas expectativas advirtiendo que el crecimiento sería inferior a 2 por ciento, como ocurrió.

Y si adentro el mandatario acusa al Congreso de que no lo ha provisto de "los instrumentos necesarios" para una mejor administración y por no haber condiciones para llegar a "una transición pactada, como se hizo en otros países", hacia afuera las cosas se desdibujaron luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

El acuerdo migratorio con Estados Unidos, que en los primeros meses de su gobierno se dio como un hecho y fue vendido como el parteaguas de la nueva relación con Washington, simplemente se vino abajo. El tardío viaje de Fox a presentar sus condolencias personalmente al mandatario estadunidense, George W. Bush, vino, además, a enfriar la "relación de amigos" que tanta publicidad y festejo mereció desde Los Pinos.

La sequedad en el trato entre ambos mandatarios en los meses recientes; el silencio de Washington a "la preocupación" del gobierno foxista por la inminente apertura del sector agropecuario y los subsidios estadunidenses, y el discurso de Fox en Francia contra la "preminencia" de Estados Unidos en el concierto internacional, hacen ver todavía más lejano aquel acuerdo.

Por otra parte, si en su primer año de gobierno el Presidente aprovechó sus 16 viajes al extranjero para desplegar todo el catálogo de reformas que impulsaría dentro del país, y que tanto llamaron la atención de los grandes empresarios de otras latitudes, para este 2002 las fallidas negociaciones con el Congreso, que hicieron naufragar las enmiendas constitucionales en materia fiscal y eléctrica, y el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que anuló el decreto foxista que pretendía modificar las leyes reglamentarias de los artículos 25, 27 y 28 para permitir la entrada del capital privado a la industria eléctrica, lo dejaron con poco atractivo en el extranjero.

Mesas, compromisos y firmas... pero todo sigue igual

Más allá del discurso foxista, que a conveniencia celebra "la división de poderes" y "el fin del presidencialismo omnipresente", los hechos revelan que a lo largo de 24 meses de su administración, el jefe del Ejecutivo ha intentado erigirse por encima del Legislativo, al que ha llegado a descalificar y acusar de "obstaculizar" el ejercicio de gobierno.

Todo dentro de ese estilo personal de gobernar que Fox Quesada ha impuesto, por el que desautoriza públicamente las posiciones contrarias a las suyas.

Así ocurrió en abril, cuando a la negativa del Senado de autorizarle viajar a Estados Unidos y Canadá, Fox respondió con un mensaje, difundido en cadena nacional, en el que acusó a los partidos de oposición, representados en el Congreso, de anteponer sus intereses partidistas, no desear que México progrese y de empeñarse en que "mi gobierno no cumpla con el cambio".

Más adelante, en mayo, durante una gira por España, tildó a los legisladores de oposición de "acelerados", por criticar la falta de hechos de gobierno y las promesas incumplidas del foxismo. Pero lo que más irritó a los senadores y diputados fue la declaración del mandatario a la televisión española, asegurando que la Constitución Mexicana "está rebasada", pues responde "al viejo régimen". Según el Presidente, la Carta Magna "ya está en revisión para ponerla al día" y que sus preceptos correspondan a "las nuevas circunstancias democráticas y a la nueva agenda internacional".

Pero sus declaraciones no son las únicas que han evidenciado la tirante relación con el Legislativo. Sus acciones también dan cuenta de ello.

Sendos decretos que emitió para modificar las leyes reglamentarias que rigen la industria eléctrica, con el propósito de abrirla al capital privado, nacional y extranjero, y para eximir a la industria refresquera del pago del impuesto por el uso de la fructosa, merecieron la intervención de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a solicitud del Legislativo.

Los fallos del máximo tribunal del país en contra de Fox lo evidenciaron: en ambos casos, el titular del Ejecutivo federal fue señalado por "pretender extralimitarse en sus funciones e invadir las atribuciones del Poder Legislativo".

Insana distancia con partidos

Tensa la relación con el Congreso, hasta los panistas dieron la espalda a Fox. Así quedó demostrado cuando a la sola mención de "enmendar" la reforma fiscal que había aprobado el Legislativo, uno de los primeros que saltó en contra de las intenciones foxistas fue el coordinador de los diputados del PAN, Felipe Calderón, quien de plano acusó de "torpe" la intentona del Presidente.

Con su molestia, Calderón reflejó el sentir en casi todos los sectores respecto a las políticas públicas que se diseñan en Los Pinos: "Es preocupante... algo está pasando que las decisiones públicas del Ejecutivo que se anuncian, ¡se llevan a cabo de la peor manera posible!"

La relación tampoco entrega buenas cuentas con las otras directivas partidistas. La posibilidad de hacer realidad el texto del Acuerdo Político para el Desarrollo Nacional -que se firmó en octubre de 2001- se ha quedado en el papel y en las mesas y más mesas de "diálogo y concertación" que el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, convoca y organiza, pero sin la mínima señal de convenios en concreto.

La tensa relación con PRI y PRD encontró otro frente en los meses recientes, cuando los jefes de los Ejecutivos locales de estos dos partidos, agrupados en la Conferencia Nacional de Gobernadores, decidieron reclamar recursos extraordinarios a la Federación e intervenir de manera más directa en el diseño del proyecto presupuestal para el próximo año. Con los priístas, otra batalla se dirime en los juzgados por los desvíos de recursos de Pemex, supuestamente para favorecer la campaña tricolor de 2000, además del caso de los Amigos de Fox, asociación que habría recibido de manera ilegal fondos desde el extranjero para financiar el proselitismo foxista, también en 2000.

Así se ha ido, pues, el segundo año de gobierno de Fox, el Presidente que ha prometido que protegerá el patrimonio de los mexicanos con la misma fuerza y coraje que de niño defendió sus canicas, pero que, sin "la varita mágica de Harry Potter" -como él mismo lamenta entre broma y veras-, ni en lo político ni en lo económico ha encontrado puntos de convergencia para sus propuestas.

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