Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 1 de diciembre de 2002
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Cultura
Cintio Vitier recibe el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo

Inauguran la FIL; nuevos gestos de acercamiento Cuba-México

Prodigiosas, las letras del autor de El llano en llamas, expresa el poeta isleño galardonado

Casi mil 300 editoriales presentes en la feria, que recibirá la visita de unas 400 mil personas

ARTURO GARCIA HERNANDEZ Y CAYETANO FRIAS ENVIADO Y CORRESPONSAL

Guadalajara, Jal., 30 de noviembre. La inauguración de la 16 Feria Internacional del Libro (FIL) se convirtió en escenario de nuevos guiños de acercamiento entre los gobiernos de Cuba y México.

Al declarar formalmente inaugurada la feria, la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sari Bermúdez, pronunció, a nombre de Vicente Fox, "un mensaje de respeto y fraternal amistad para el pueblo de Cuba", y elogió la "amplia muestra de su extraordinaria literatura, de su gran esfuerzo en favor de la educación y la lectura y de su vigoroso trabajo editorial". En presencia de Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Popular y jefe de la delegación cubana en Guadalajara, Bermúdez añadió: "hoy venimos a celebrar a los hombres y a las mujeres de la cultura de ese gran pueblo que es Cuba. A los presentes y a los ausentes".

"Hermandad inquebrantable"

Alarcón, en representación del presidente cubano Fidel Castro, expresó "la más profunda gratitud a las autoridades y a los organizadores de la Feria Internacional del Libro y de la Universidad de Guadalajara por haber designado a Cuba como invitado de honor. Nos honra especialmente porque esta feria es un muy importante espacio cultural que desborda nuestro continente y alcanza dimensión universal en el mundo editorial".

Agregó: "la delegación de artistas e intelectuales que me acompaña representa el conjunto de un movimiento cultural que ha compartido con sus colegas mexicanos una intensa relación de la que han sido partícipes las grandes mayorías de los dos países; que sirva esta feria para el intercambio de ideas y experiencias, y el diálogo abierto y fecundo; que sea una fiesta del espíritu de la que saldrá aún más fuerte y lozana la eterna e inquebrantable hermandad de nuestros pueblos".

Los numerosos y prolongados discursos, en su mayoría pletóricos de fórmulas corteses, no restaron emotividad al acto que tuvo como personaje central al poeta Cintio Vitier, quien recibió el Premio de Literatura Latinoamérica y del Caribe Juan Rulfo.

Escritor al fin, Vitier pronunció la mejor alocución del día. Recordó el principio de su relación con la cultura mexicana, cuando tenía siete u ocho años, en Matanzas. Una noche su padre ofreció una cena a un invitado mexicano: "al señor que en el otro extremo de la mesa guardaba un grave silencio. Oí el nombre de José Vasconcelos. Años después devoré todos sus libros a mi alcance".

Aquella relación con México prosiguió "al heredar de mi padre su acendrada relación con el maestro Alfonso Reyes, y de mantener durante casi 20 años un epistolario, muy honroso para mí, con el gran poeta y ensayista Octavio Paz". En 1955 fue invitado por Carlos Fuentes a colaborar para la naciente Revista Mexicana de Literatura, fundada por el autor de Aura y en la que participaban Alí Chumacero y Rulfo: "Fue la primera vez que leí el nombre de Juan Rulfo, y ahora, tantos años después, me sobresalta saber que estuvimos juntos en aquella memorable empresa juvenil".

El poeta cubano, cofundador con José Lezama Lima de la mítica revista Orígenes, también evocó a Sor Juana Inés de la Cruz y recordó a Carlos Pellicer y a Sergio Méndez Arceo -"obispo revolucionario si los hubo"-, quien desde Cuernavaca le envió "los escritos del padre Camilo Torres, que tanto nos ayudaron en aquellos años 60 y 70".

En cuanto Rulfo, Cintio Vitier citó el elogio que Gabriel García Márquez alguna vez hizo del autor de El llano en llamas: "No son más de 300 páginas, pero son casi tantas, y creo que tan perdurables, como las que conocemos de Sófocles". Esta condición de clásico de la muerte inmortal -evaluó Vitier- "no le quita nunca una pizca de sabor, de agrura, de transpiración, de lo paradisiaco natural, ni una gota rica de sus inflexiones, de sus inconmovibles nombres, de su santa oralidad. Su escritura parece vigilada por jueces rigurosos de sus sílabas, silencios, murmullos, de la trágica impotencia de sus letras para cambiar ni en un ápice lo que dicen. Es un acto, y acta, sencillamente prodigiosos, aunque bañados hasta los huesos de costumbre".

Finalizó: "Gracias, Rulfo, por el reino invisible de Comala, por convertir la muerte en palabra viva para nosotros, y por su profundo reclamo de justicia universal".

Antes de la intervención de Vitier, Ricardo Alarcón había dicho: "hoy es un día particularmente feliz para todos los cubanos. El otorgamiento del Premio Juan Rulfo a nuestro Cintio Vitier fue recibido en la isla con verdadero júbilo, pues venía a reconocer la relevante obra literaria e intelectual" de quien "tiene, sobre todo, el respeto y el amor de un pueblo que justifica su excelencia creadora y su vida ejemplar".

Los hermanos Raúl y José Trinidad Padilla López, presidente de la FIL y rector general de la Universidad de Guadalajara, respectivamente, dieron la bienvenida a la delegación cubana.

Según Raúl Padilla, la FIL recibirá este año "a cerca de mil 300 editoriales, de más de 30 países, las cuales exhibirán más de 80 mil títulos y motivarán la asistencia de casi 15 mil profesionales del libro. Será visitada además por aproximadamente 400 mil personas, de las cuales 40 mil provendrán de otros estados de la República".


Narra que en su niñez Vasconcelos fue su primer contacto con la cultura mexicana

Cintio Vitier lleva a su audiencia a la vieja Matanzas, una noche estrellada

El poeta cubano, consecuente aun cuando fue incomprendido, dice Abel Prieto

BLANCHE PETRICH ENVIADA

Guadalajara, Jal., 30 de noviembre. Si alguien hiciera una encuesta en el enorme hormiguero de lectores y autores que recorren ávidamente las hileras de pabellones en la Feria Internacional del Libro (FIL) -el mayor mercado de hispanoamérica de esta singular mercancía-, el poeta cubano Cintio Vitier, máximo homenajeado en el evento, estaría muy lejos de ser un best-seller.

Así se veía él este mediodía, en el centro del escenario de la FIL en el acto inaugural: ajeno al mercadeo de libros, muy distante de la popularidad de los autores bien vendidos, quién sabe si bien leídos.

Pequeño entre las figuras del presídium, este hombre que publicó su primer poemario en 1938 y que desde entonces no ha dejado de escribir y producir literatura, hizo a un lado el clima ligeramente tedioso de los discursos oficiales y llevó a su audiencia muy lejos del vibrante ajetreo de este supermercado de letras.

Los condujo a las calles de Matanzas, a su pueblo, al patio de su casa paterna, una noche de estrellas. El tenía siete u ocho años. Su padre, Medardo Vitier, maestro y poseedor de una respetable biblioteca familiar, brindaba una cena esa noche a un amigo mexicano. Cintio elaboró para esa ocasión una bandera tricolor con todo y águila y serpiente. El invitado era José Vasconcelos. Para ese niño que estudiaba violín y pintura por las tardes, en su pueblo tropical, ése fue su primer contacto con la cultura de México.

Después hizo un recorrido por su itinerario personal de amigos mexicanos, Carlos Pellicer entre los primeros. Seguramente un vínculo precioso para un católico cubano que quiso vivir la revolución y que, como reconoce hoy el ministro de Cultura, Abel Prieto, no siempre fue bien comprendido en su tierra. También Carlos Fuentes, quien lo invitó en 1955 a escribir en la Revista Mexicana de Literatura con una graciosa carta en la que le decía: "Me atrevo a dirigirle estas líneas para entrar (valga el vulgo) taconeando a Torreón".

Citó al antiguo obispo de Cuernavaca Sergio Méndez Arceo, quien le hizo llegar una propuesta de la editorial Siglo XXI para publicar en México su obra Ese sol del mundo moral. Y concluyó, como debe de ser, con Rulfo, "que alcanza dimensiones planetarias".

El galardonado, para rendir homenaje al escritor que da nombre al premio, echó mano de un texto rulfiano escrito para la película La fórmula secreta. Leyó: "se nos regatea hasta la sombra, y a pesar de todo así seguimos: medio aturdidos por el maldecido sol que nos cunde a diario a despedazos". Concluye Rulfo en voz de Vitier: "Al menos estos no morirán calados por el hambre". Parecía que Cintio quería hablar de Cuba por conducto de Rulfo. Por eso se preguntó: "¿Qué hubiera pensado José Martí de este poema que nos suena a verdadero manifiesto?"

Por esas reflexiones, Vitier fue aplaudido a rabiar. Ahora habrá que leerlo.

Premio a la poesía, a la ética, a la consecuencia

Abel Prieto comentaba al final de la jornada el sentido de este premio a Vitier. "En momentos en que el mercado literario se está deteriorando, en que muchos de los premios que se otorgan no están necesariamente asociados a la calidad, este premio Juan Rulfo a Cintio es un premio a la poesía, a la ética, a un hombre que fue consecuente, incluso cuando fue incomprendido". Porque también Cintio Vitier en algún momento padeció la censura de lo que el mismo Prieto hoy le pone nombre: "La intolerancia de un marxismo vulgar y primitivo que se nos coló de los soviéticos".


Relata que en 67 fue censurado por su afición a los Beatles, ya reivindicados en Cuba

Silvio Rodríguez enfermó de amor durante su ausencia de los escenarios

El problema de las jineteras, generado por el bloqueo económico de EU, sostiene

BLANCHE PETRICH ENVIADA

Guadalajara, Jal., 30 de noviembre. Se rumora que Silvio Rodríguez no ha subido desde hace tres años a un escenario a cantar en público porque padece una grave enfermedad. Silvio reflexiona unos segundos sobre el rumor: "¿Será? Bueno, sí, me enamoré en este periodo, se me cayó el pelo y me ha crecido la panza. Pero, por lo demás, no sé, saliendo de aquí voy corriendo a ver al médico".

En rueda de prensa, el trovador anunció que el lunes 2 hará un paréntesis en esta ausencia voluntaria del escenario para presentarse en concierto con la Orquesta Sinfónica de Cuba, que dirige Leo Brower, en la explanada de la Expo. Ese día cantará en escena por primera vez en tres años. "Este será mi granito de arena para demostrar que la amistad entre México y Cuba es indestructible."

Ya entrado en desmentir rumores rayanos en el absurdo, como el de que se ha convertido en una especie de magnate local, aclaró que no es el único cantautor de Cuba que cuenta con un estudio de grabación en su casa y que tampoco es dueño de la disquera paraestatal Aldala, que acaba de lanzar su disco Expediciones.

Dijo que en esta nueva colección abordó el proceso creativo con un método distinto al que aplicó durante décadas. Esta vez no compuso las canciones a partir de la guitarra, como siempre lo hizo, sino que abordó la composición de manera integral, construyendo todo -letra, música, estructura- de manera simultánea. Trabajó 11 meses en la composición y un año más en la grabación de la música de Expediciones.

Y en eso está, en componer, en aprender nuevos métodos, "en una etapa de superación, en el buen sentido de la palabra".

Como en canciones anteriores, aborda en su nuevo disco temas sobre la cotidianeidad cubana, los problemas de las transformaciones recientes, el periodo especial, la emigración o diáspora, la prostitución. "Cuando entramos al periodo especial y proliferaron las jineteras, creo que fui el primero en cantarle a las prostitutas callejeras. Así le canto a los paladares (pequeñas fondas de propiedad privada), a los aspectos nuevos de nuestra sociedad. Pero quizá no lo hago de manera tan anecdótica como lo hacen otros autores, lo hago conceptualmente, con ideas que reflejan la realidad, retablos."

Explica que nunca fue un compositor programado. "Más que planear temas, hago apuntes de lo que me impresiona. Y de ahí desarrollo."

Así llegó también el tema de la emigración, exilio o diáspora, término aún en disputa, que es hablar también de división en las familias. "No hay familia cubana que no lo esté sufriendo. En mi familia pasa. ¿Verdad, Rojas?", dice y palmea al funcionario del Ministerio de Cultura a su lado, Fernando Rojas. Este asiente. Claro, su hermano Rafael Rojas, radicado en México, es un intelectual de lo que llaman el exilio. Este último dirige la revista Encuentro, uno de los espacios de la disidencia cultural cubana más importantes fuera de Miami.

Este tema de la diáspora, dice Silvio Rodríguez, lo aborda él en su canción Alas de colibrí, en cuya letra propone fundar un partido de los sueños donde quepan todos los desplazados.

Alguien de la prensa le pregunta que si no lo da pena el problema de las jineteras de La Habana:

"¿Y cómo no me va a dar vergüenza?", responde. "Mi padre, que en gloria esté, fue autor de un plan de rehabilitación para prostitutas en los primeros años de la revolución. A través de los comités de defensa de la revolución se concentraba a esas muchachitas, guajiritas que por cientos trabajaban en el malecón empujadas por la pobreza, a talleres. Yo asistía a esos talleres. Ahí se les enseñaba a leer, se les enseñaba a manejar autos para que fueran taxistas, se les integraba al proceso productivo. ¿Cómo no me va a dar vergüenza y a doler que ahora vuelva el problema, generado por el bloqueo y la agresividad de Estados Unidos contra la economía de mi país?"

Otra pregunta indagó si él, en algún momento, había padecido la censura. Dijo que sí y contó una parte de su vida:

"Fue en el 67. Yo estaba en el ejército, terminando mi servicio militar. Además me dedicaba a dibujar caricaturas, hacía una tira cómica para la revista del ejército. Pero me gustaba cantar y componer. Sólo cantaba frente a mis compañeros. Un día un amigo me presentó a una muchacha que también componía. Nos hicimos amigos y nos sentábamos a cantar en la entrada de su casa. Yo no sabía que su papá era director de la orquesta de la televisión. Me escuchó un día y me invitó a tocar en la televisión. Yo no tenía ni idea de lo que era un escenario. Es un poco como la historia de la cenicienta."

La historia terminó poco después. Silvio llegó a conducir un programa de música en la televisión. Pero cierto día le comentó a su jefe que a él le gustaban los Beatles, tabú para la ortodoxia revolucionaria de la época. Fue despedido. Se esfumó el sueño de la cenicienta y empezó sus carrera de cantautor. Años después, concluyó, su afición a los Beatles -la suya y la de toda una generación- fue reivindicada con la instalación de una bella estatua de John Lennon en un parque de El Vedado.

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