Delegadas descartan desatar una "guerra religiosa"
Rechaza cumbre indígena "prejuicios" de la Iglesia
Las críticas de los obispos mexicanos, "apresuradas"
ROSA ROJAS ENVIADA
Oaxaca, Oax., 3 de diciembre. Las más de
300 delegadas participantes en la primera Cumbre de Mujeres Indígenas
de las Américas reivindicaron su derecho a aprender de sus propias
experiencias, a sistematizar sus avances y a "labrar un camino propio y
libre de cualquier injerencia", en su respuesta a las críticas de
la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Las
indígenas de Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia,
Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras,
México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela
reconocen como un estímulo para sus deliberaciones el interés
demostrado por la Iglesia, pero indican que su mensaje vierte críticas
"que son lamentablemente apresuradas" y se fundan en documentos preliminares,
por lo que "lo menos" que piden es que la cumbre sea juzgada por sus resultados.
Señalan que el mensaje de los obispos desconoce
la pluralidad de opiniones que existe en los pueblos indígenas del
hemisferio y de las más de 300 delegadas presentes en la cumbre.
"Se ignora nuestra capacidad de someter opiniones propias a un debate genuinamente
democrático, para construir los consensos que han permitido a nuestros
pueblos sobrevivir a la historia de imposiciones, que queremos dejar atrás".
Asimismo, reafirman el derecho de sus pueblos a la libre
determinación como un medio y nunca como un fin en sí mismo,
y la validez de su lucha pacífica por alcanzarla. "Si de verdad
ahora la Iglesia no pretende imponer el Evangelio, podría demostrar
un verdadero respeto por nuestra propia espiritualidad y estar dispuesta
a un diálogo horizontal", agregan.
El documento, aprobado en la plenaria vespertina, anota:
"La Iglesia se preocupa por la ideologización de nuestras críticas
a la globalización, como si ésta no conllevara en sí
misma una propuesta ideológica que prolonga y exacerba las relaciones
de marginación y exclusión que nuestros pueblos han padecido
durante siglos".
El documento no da respuesta a la referencia de los obispos
sobre los derechos sexuales y reproductivos como algo supuestamente ajeno
a las tradiciones indígenas. Sí manifiesta, en cambio, que
el mensaje de la Iglesia se preocupa "por los valores subyacentes a algunos
de nuestros debates, ignorando que nuestra relación con la vida
tiene un valor sagrado, por lo que no requerimos de ninguna doctrina ajena
para defender nuestros derechos y los de generaciones futuras".
Por la mañana, la premio Nobel de la Paz, Rigoberta
Menchú, presidenta de la cumbre, hizo un llamado a dar una respuesta
"sensata, tolerante y equilibrada" a las críticas vertidas por el
Episcopado, señalando: "Aquí hay mujeres que practican la
religión católica, otros credos y la espiritualidad de nuestros
pueblos, por lo que no quisiéramos desatar una guerra religiosa,
aunque tal vez muchos estarían interesados en ello".
Sobre las críticas episcopales, Tarcila Rivera
Zea, integrante de la comisión de coordinación de la cumbre
en nombre del Enlace Continental de Mujeres Indígenas, comentó
que primero se tiene que romper con los prejuicios que consideran que es
subversiva cualquier cosa que vaya en contra de lo establecido. "En el
caso de los pueblos indígenas y sus mujeres, hay que romper con
el prejuicio de que todo lo que significa un reclamo de justicia es malo;
no es ni malo ni violento", dijo.
"Creemos en la opción de un sistema democrático
en el que todavía tenemos libertad de expresar libremente lo que
pensamos y actuar por la defensa de nuestros derechos con libertad, sin
agredir a nadie", subrayó.
Se le preguntó si las mujeres indígenas
pueden hablar de derechos sexuales y reproductivos, y contestó que
en la cultura de su pueblo, el quechua de Perú, el sexo no es tabú
y la concepción de éste como pecado llegó con la Iglesia
católica. "Entonces se puede decir que antes las mujeres ejercían
sus derechos normalmente", expuso.
Añadió que actualmente, con las crisis de
todo tipo que hay, las mujeres de cualquier parte del mundo ya no dicen
"que vengan los hijos que Dios manda", porque saben que tienen que afrontar
cada día que el menor necesita comer, estudiar y mejorar capacidades.
"Además muchas mujeres son jefas de familia, por
lo que se recurre a la planificación. Ahora las indígenas
exigen ser informadas y tomar decisiones por ellas mismas, porque es cierto
que ha habido programas de planificación inadecuados, que ha habido
muertes y esterilizaciones forzadas, y eso es lo que no se acepta".