Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 4 de diciembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Política

Arnoldo Kraus/ I

Etica médica laica

Empiezo conversando conmigo y compartiendo con los lectores algunas dudas: Ƒdebo aclarar que conozco a Ruy Pérez Tamayo hace 22 años y que para mí representa una serie de vivencias e imágenes inseparables de mi quehacer médico? ƑSerá objetivo mi comentario sobre el libro de Ruy Etica médica laica? ƑEs factible disociar el alma -cariño y entusiasmo- de la razón -ser crítico e imparcial? Desde que tuve el libro sentí esa extraña y afortunada emoción que surge cuando se abren las puertas de un texto de una persona querida y admirada. Y sentí también que quería -no que debía- comentarlo no sólo por la amistad, sino por el peso y la necesidad de la obra. Esas vivencias -sentimientos encontrados, según los conocedores de la mente y el corazón- son paráfrasis indispensables para explicar que dejo "un poco" al lado la objetividad porque pesan más la emoción y la necesidad de otear y navegar en sus páginas.

Etica médica laica (Fondo de Cultura Económica. El Colegio Nacional, México, 2002) es un texto "maduro" y "obligado". Maduro porque Pérez Tamayo ha ejercido la medicina durante 50 años, y obligado porque refiere experiencias y encuentros con la medicina distintos a los que dedicó la mayor parte de su vida: patología, docencia e investigación. Esa mezcla, madurez y contar con una mirada que proviene de "otras vidas" -patología, investigación-, da como resultado una simbiosis inmejorable: se habla desde varias rutas y se piensa a partir de muchas historias. La medicina como laboratorio, la vida como experiencia, la docencia como escuela y la imperiosa necesidad de vincular los caminos entre esos saberes son parte cimental del libro y leitmotiv de esos entrecruzamientos con la ética. Con la ética como llama viva, como urgencia, como ejercicio fundamental en este siglo, en México y en nuestras escuelas.

François Rabelais, por supuesto, tenía razón al afirmar que "ciencia sin conciencia es ruina del alma". Rabelais murió hace 450 años, cuando la tecnología era imberbe o no existía, y cuando quienes sanaban de "algún mal" lo hacían o porque no te-nían nada o porque la escucha del médico era suficiente para mermar las penas del enfermo. Hoy los Rabelais deberían nacer en gran número para reproducir esas inquietudes y mitigar un tanto los divorcios entre ciencia y los límites del conocimiento y sus aplicaciones.

Esa propuesta está incluida en el afortunado título del libro de Pérez Tamayo, con el cual juego, pues las interacciones entre las tres palabras son muchas: Ƒpuede ser o es la medicina no ética?, Ƒpuede ser la ética no laica?, Ƒse puede, en estos tiempos tan caóticos en los rubros moral, económico y en un mundo amenazado por incontables demonios, ejerce una medicina que no sea ética y laica a la vez? Y, finalmente, entre la ética -llamémosle humanismo- y la medicina -llamémosle quasi ciencia- Ƒquién o quienes deben decidir hasta dónde debe llegar el conocimiento? Es decir, Ƒdebe proseguir la investigación ad infinitum? De no cuidarnos, la ciencia sin conciencia del Rabelais del siglo xvi podría ser la ciencia sin humanismo del siglo xxi.

Si en un ámbito profesional importa el valor de la ética es en la medicina. Algunos de sus brazos, como la otredad, dan cuenta de estas interacciones. Hay que recordar que anterior a la ontología es la ética y previa a la verdad, la justicia. Es decir, antes del hombre y de su esencia están los conceptos morales y de honestidad. La medicina, la medicina "humanista", debe considerar al paciente y a la humanidad como si quien padeciese fuese uno mismo. Emmanuel Lévinas, quien mucho se ocupó de la alteridad, afirma que "la mejor manera de encontrar al otro es la de ni siquiera darse cuenta del color de sus ojos". Eso, pensar que el otro -quien padece- es uno mismo, y que la ética es la filosofía primera son obligaciones médicas. Dice Pérez Tamayo: "El profesional de la medicina toma continuamente decisiones que influyen, en mayor o menor grado, en la calidad y en la duración de la vida de sus pacientes. La sociedad debería insistir en que la actividad profesional de tales sujetos estuviera regida por un código ético claramente definido..."

Los códigos éticos no sólo no se enseñan en las escuelas de medicina, sino que el tiempo dedicado a enseñar ética médica es escaso. Fenómeno que empobrece a la medicina, pero que es espejo de la sociedad contemporánea y de otras escuelas, donde la ética y la moral son desdeñadas. De los problemas de la ética médica y sus nexos con la laicidad escribiré la próxima semana.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año