Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 19 de enero de 2003
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Espectáculos
Los alemanes lo tocaron en agradecimiento al apoyo recibido en nuestro país

Haggard inundó al Circo Volador de acordes medievales y metaleros

Con el Himno Nacional mexicano prendió a los asistentes al foro de La Viga

GABRIEL LEON ZARAGOZA

En su segundo encuentro con el público mexicano, los metaleros germanos de Haggard ofrecieron un concierto de escalofriantes juegos de voces y coléricas interpretaciones instrumentales que transformaron la densa oscuridad del Circo Volador en una velada de apocalípticas visiones.

El escenario natural, que ofreció una tétrica luna rodeada de negras nubes, se iluminó con melódicas interpretaciones en un atiborrado e insuficiente inmueble para dar cabida a los seguidores de 21 hechiceros alemanes representantes de la música underground de su país.

La grandeza que puede alcanzar el rock alternativo se hizo presente para miles de jóvenes metaleros y darketos durante 100 minutos de concierto, donde Haggard acabó con la noche, su noche, al interpretar temas ya conocidos por sus fans y una pieza inédita para el público de México.

Además, en agradecimiento a sus miles de seguidores, que les han brindado su apoyo incondicional al adoptarlos como propios y cuya acogida musical no tienen en Alemania (como ellos reconocieron), la banda interpretó fastuosamente el Himno Nacional Mexicano. Todos de pie y cerveza en la mano, les hicieron el coro. Ensordecedor.

Ese tipo de detalles de los músicos y la buena factura de sus interpretaciones propiciaron que una gama diversa de melómanos, como pocas veces, coincidieran en un sitio para escuchar fusiones magistrales de death metal con música clásica, folclor centro europeo y entonaciones medievales.

Acorde con la atmósfera misteriosa, oscura y envuelta en relatos de catástrofes que ambiguamente se detallan en los cuartetos rimados de las Centurias Astrológicas de Nostradamus, un variopinto de vestimentas se hizo presente. El vestido de la concurrencia oscilaba entre los tradicionales jeans oscuros y camiseta que portan los amantes del rock hasta los densos conjuntos de gala nocturna, aderezados de toscos y sólidos calzados que usualmente portan los seguidores de la corriente gótica.

La sesión de cantigas (término medieval de canción) de Haggard versó entre ensordecedores gritos y ovaciones del público roquero hasta las vertiginosas interpretaciones instrumentales acompañadas de potentes conjuntos corales del grupo.

A decir de una parte de la concurrencia, el concierto de Haggard fue una síntesis del pasado y presente del gran legado artístico que Alemania ha aportado al mundo y que seguramente seguirá influenciando a nuevas generaciones de músicos.

Lo cierto, es que la segunda presentación de los germanos en el país guardó un buen equilibrio entre la forma y el contenido musical del death metal con la música por siempre clásica.

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