Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 24 de enero de 2003
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Política

Horacio Labastida

Más causas profundas del conflicto

El valor de la moneda está íntimamente vinculado con el poder económico de una sociedad, porque en el tráfico comercial tiene mayor o menor demanda en el grado en que su país ofrece amplias, variadas y atractivas mercancías. La moneda sube de precio en función de su papel de medio de compra y venta de tales mercancías; por el contrario, baja si esta función se deprime ante la ineludible urgencia de obtener monedas extranjeras que permitan importar lo que no se tiene. Lo que pasa ahora en México es un hecho que, por estar a la vista, nadie puede negar. Al no generar lo que requerimos para nuestras necesidades y allegar cuanto nos es posible del Tío Sam, el peso cae de cara al dólar, necesariamente se devalúa -la devaluación es llamada flotación por nuestros políticos-, mostrando de este modo el deterioro en que se encuentra la economía nacional y haciendo evidente un mayor empobrecimiento del pueblo mexicano. Es imposible ocultar que una de las causas principalísimas de la situación que nos agobia es la quiebra de la economía interna y su dependencia cada vez mayor de una economía estadunidense tambaleante por la incapacidad de la Casa Blanca para sacarla de la depresión que la circunda y penetra, en momentos en que su alta burocracia la precipita hacia un conflicto bélico con Irak de consecuencias imprevisibles en el futuro inmediato.

ƑQué es lo que hacen nuestros gobernantes para evitar las adversidades que nos amenazan? Es fácil encontrar respuesta rápida si se recuerda lo que han dicho el presidente Fox y no pocos de los más allegados secretarios de despacho. A partir de la toma de posesión de los nuevos gobernantes, en diciembre de 2000, el de hoy es un gobierno de empresarios. ƑY qué se quiere connotar con esta peculiar calificación que a sí mismos se dan los que mandan? Sólo hay una explicación.

La política industrial nació ostentosamente durante las célebres revoluciones estadunidense de 1776 y francesa de 1789, cuando la entonces acunada burguesía puso en jaque tanto a la monarquía inglesa de Jorge iii y a la gala de Luis xvi, cuanto en general al régimen monárquico de las fuerzas y relaciones productivas en que se sustentaran las aristocracias, sustituyéndolas por nuevas y más poderosas estructuras materiales: el capitalismo que invierte el dinero para elaborar mercancías y recobrarlo incrementado con las ganancias, característica ésta que devela la sustancia de la democracia empresarial, a saber: para garantizar la acumulación capitalista, los empresarios y socios manipulan las elecciones ciudadanas con objeto de llevar al manejo y operación de las funciones del Estado a políticos que encubran sus intereses. El gobierno empresarial no es más que la formalización política de las conveniencias empresariales. Y viene la conclusión esclarecedora de lo que está sucediendo en México, puesto que la lógica del empresariado, que es obtener mayores ganancias con menores costos, no se identifica con una política de bienestar social comprometida con el uso de la riqueza en bien del desarrollo material y espiritual de todos y cada uno de los hombres. No es posible equilibrar máxima acumulación del capital y máximo beneficio colectivo, conforme a la experiencia histórica que ha hecho y hace temblar al reformismo en cuanto trata de purgar la pobreza sin afectar ganancias empresariales. Si el presidente Vicente Fox y sus colaboradores se asumen y son cohorte empresarial, activarán con base en el poder político que tienen en sus manos la reproducción de condiciones que alimenten la acumulación del capital deseada por los negociantes locales y extranjeros, en la inteligencia de que la ganancia convertida en capital es factor sine qua non de la existencia misma de los señores del dinero. En términos de la sociología del poder, clases empresariales y gobierno empresarial son una y la misma cosa.

ƑY adónde va la política empresarial? Ilustraremos el caso con una tragedia histórica de Estados Unidos de Norteamérica. Las administraciones de tres de sus presidentes, Harding, Coolidge y Hoover (1921-33), juramentados con los negociantes, impulsaron la bonanza corporativa que se desató al concluir la Primera Guerra Mundial (1918) hacia la mayor debacle que ha azotado a Norteamérica y al mundo luego del llamado Día negro (Black Day, 24 de octubre de 1929). El gobierno empresarial desembocó en la miseria de la Gran Depresión resuelta en lo fundamental por un gobierno no empresarial, el New Deal de Franklin D. Roosevelt (1933-45) y el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-45).

Y ahora salta el colofón doloroso y aleccionador: la política empresarial conduce inexorablemente al desastre social. ƑO no es así?

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