Anticipan que no firmarán ningún acuerdo si no se incluyen sus propuestas

Advierten campesinos el riesgo de más protestas si hay imposición del gobierno

ANGELICA ENCISO L.

Si el gobierno se impone en el acuerdo nacional para el campo y no toma en cuenta las demandas agrarias, las agrupaciones campesinas no firmarán el documento. Esto no sólo representaría una gran derrota para la resistencia campesina nacional, sino también el riesgo de mayores protestas, sostienen dirigentes de las principales organizaciones a unos días de que concluyan las mesas de diálogo nacional.

Ante la disyuntiva de si habrá o no acuerdo por la falta de compromisos del gobierno en temas sustanciales para los campesinos, como la ley de ammistía y la revisión del capítulo agropecuario del Tratato de Libre Comercio de América del Norte, además de que por la dinámica de las mesas éstas se han convertido en foros para el recuento de viejos problemas. A continuación, algunos de los dirigentes de las organizaciones que participan en el diálogo exponen sus puntos de vista.

Víctor Quintana, del movimiento El campo no aguanta más: Creo que las mesas han sido un espacio de expresión y desfogue necesario, son catárticas y generalmente funcionan más para el gobierno que para la ciudadanía. Se corre el peligro de que no se concreten acuerdos operativos, porque no es un diálogo, sino un espacio donde se oye al otro. Ni el presidente Vicente Fox ni ninguno de los secretarios han mostrado cambio de actitud. Incluso Santiago Creel, secretario de Gobernación, negó cualquier posibilidad de que se decrete una ley de amnistía cuando son muchos e injustos los casos de campesinos encarcelados por el gobierno. Desde hace dos años hay 70 nuevos casos. Analizar expediente por expediente, como quiere Creel, es meterse a otro largo proceso de desgaste que sólo beneficia al poder. Tendremos que decirle al gobierno que esas son nuestras demandas y de ahí no nos moveremos. Si el Ejecutivo no lo acepta, no firmamos el acuerdo nacional. Si el acuerdo no sale o se queda en papel, será una derrota histórica del movimiento campesino, un severo golpe a la resistencia campesina nacional del cual tardaríamos años en recuperarnos.

Alfonso Ramírez Cuéllar, de El Barzón: Hay muchas expectativas en el resultado de las mesas. La idea de las organizaciones es llegar a un acuerdo de fondo, no en el marco de los límites estrechos del presupuesto actual. Confiamos en que las fechas previstas se cumplan y que el proceso concluya con un cambio radical de la política agropecuaria.

Rafael Galindo, coordinador en turno del Congreso Agrario Permanente y líder de la CCI: Estamos por concretar el acuerdo. Si bien ha sido un proceso accidentado, es cierto también que ha habido desdén de funcionarios. Las organizaciones estamos enfocadas en tener resultados y se debe recoger la problemática planteada en cada una de las mesas. Este es el compromiso y el acuerdo se suscribirá en función de las demandas de los productores, no del punto de vista de los funcionarios. No firmaremos un mamotreto que señale la repetición de lo que ya está en los programas de gobierno.

Alvaro López, líder de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas y de la coordinación del CAP: Difícilmente veo que podamos alzarnos con un acuerdo puntual. Lo que tenemos que hacer las organizaciones es agruparnos y definir estrategias, porque de otra forma corremos el riesgo de que el gobierno imponga criterios de dispersión y de negociaciones bilaterales que descompongan la posibilidad de un acuerdo. Para el 15 de marzo se constituirá el frente sindical, campesino y social, además de que para el 10 de abril habrá una movilización en la que se espera reunir 200 mil productores que respalden el movimiento.

Heladio Ramírez, de la CNC: Se debe llegar al final de las mesas para hacer una evaluación del diálogo. Se debe negociar con el gobierno. El proceso no ha terminado y a partir del trabajo de la relatoría se verá la voluntad del Ejecutivo para firmar el acuerdo.

Armando Paredes, del Consejo Nacional Agropecuario: El diálogo es una oportunidad para dejar atrás la política sectorial que tradicionalmente se ha enfocado a problemas coyunturales, con cambios constantes y visión de corto plazo; para evolucionar a una visión de futuro.