Ante un auditorio repleto se presentó
la obra Códices
Revuelo en Feria del Libro por escuchar a León-Portilla
RENATO RAVELO
El libro de libros, como definió Miguel León-Portilla
a Códices, se presentó este domingo ante un auditorio
repleto, que agotó los ejemplares que llevó editorial Aguilar
para la ocasión. La obra, explicó el historiador, "pretende
ser un puente entre el tema y el gran público, sin dejar de ser
útil para los estudios''.
Para
el historiador Patrick Johansson, el volumen permite "entender a los especialistas
que el códice tiene recursos discursivos propios que no pasan por
el embudo de la palabra articulada. León-Portilla sostiene que no
hay que tratar de ver en ellos un código, sino una imagen que expresa
una historia y un contexto".
Al mismo tiempo, agregó Johansson, ''el libro resulta
atractivo, porque rescata el aspecto anecdótico, como es el caso
de la consulta que poco antes de la caída de Tenochtitlan hiciera
Cuauhtémoc, o bien, la historia de aquel hombre al que no le importaba
ser comido por los perros con tal de estar en un códice''.
Triple celebración
Minutos antes de la presentación una larga fila
esperó afuera del auditorio. La presentación del libro de
León-Portilla fue quizá uno de los actos más concurridos
de la 24 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería; incluso
había público sentado en las escalinatas.
Al final, animados por lo que señalaron Johansson,
Pilar Máynez y Adalberto Martínez Baracs, se volcaron a la
compra de Códices. O quizá lo contrario, ya que los
ponentes, como corresponde a sus oficios, se inclinaron más por
el aspecto académico. Fue en todo caso la breve intervención
del autor de La visión de los vencidos, aquella en la que
refiere que en tanto el mundo exista no pasará la fama de México
Tenochtitlán, la que prendió a los asistentes.
Martínez Baracs, en su intervención, se
permitió hacer una alusión al carácter triplemente
celebratorio de la presentación: ''Es importante que el libro de
libros -que son los códices- se presenta en el marco de una Feria
del Libro, en momentos en que las autoridades culturales no apoyan a los
autores mexicanos".
Johansson expuso que el libro ''reúne muchos aspectos,
incluso acuña el término de Mesoamérica como tierra
de libros. Es un crisol que funde la historia, la arqueología, la
iconografía e incluso la poesía, las anécdotas y la
semiología".
Desarrolla, agregó, ''la relación que existe
entre la oralidad y los códices. Los ubica asimismo en el marco
de la historia del pensamiento humano. Analiza el lenguaje e incluso advierte
un metalenguaje''.
Pilar Máynez reseñó a su vez el contenido
del libro, que estudia, documenta y analiza textos que van del siglo XIV
al XVI. La investigadora, titular de la cátedra León-Portilla,
coincidió en que el Códices permite un acercamiento
diverso.
Para Martínez Baracs, en relación con el
periodo que abarcan los códices, "su análisis permite entender
por qué nos impusieron su cultura, ya que existían dos grandes
debilidades: la epidemiológica y la tecnológica. El atraso,
sin embargo, no significaba inferioridad. Lo que se perdió en tecnología
se ganó en sabiduría".