Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 3 de marzo de 2003
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Espectáculos
Problemas financieros del dueño, una de las razones

Con la esperanza del retorno, cierra sus puertas el Bar León

JAIME WHALEY

Dicen que requiem es receso y la parroquia bien espera que sea solamente eso, pues el Bar León cerró sus puertas la madrugada del pasado domingo para dejar en la orfandad a más de un ser.

Motivos tanto económicos como de logística -pues ahora no tan fácilmente se llega hasta Brasil 5-, argumentó Lalo Casab, el propietario del establecimiento que funcionó por casi 51 años, y la aproximación se debe a que el aniversario es el mes entrante, en abril, además de que existe la amenaza de que el vetusto inmueble que aloja al mundialmente conocido antro será renovado para darle vida nuevamente al hotel que ahí funcionaba hasta hace unos años y quizás también al León, que por ahora dormirá.

"Esta es la penúltima, espero que haya otras noches más", con voz nada festiva Casab se dirigió así a la clientela desde el escenario, acompañado de Froylán López Narváez -quien del sitio hizo guarida-, cuando faltaban pocos minutos para la medianoche del sábado primero de marzo. El dueño explicó que tiene problemas financieros y que ya la gente no acude al famoso sitio como solía hacerlo. Pero los que antier asistieron interrumpieron la alocución con un atronador aplauso para el León y su personal.

Treinta y siete años del Mesie

Horas antes, cuando aún se instalaba el mobiliario para la postrer fecha, el popular Mesie, sentado ante una mesa, hojeaba un diario vespertino y, a la vez, soltaba desordenados recuerdos de su estancia como mesero a lo largo de 37 años: "La fama se la debemos al movimiento de la rumba es cultura, que propició Froylán. ¿Te acuerdas?, antes la barra estaba ahí y Arévalo (Pepe), se subía, cogía un cojín para sentarse y desde ahí tocar el piano".

Las reminiscencias de Luis Pérez Rubio, nacido ahí cerca, en la calle de Moneda, hace 73 años, y quien debe su apodo a Jack, un empleado de la embajada francesa, lo sumergen en un estado nostálgico del que sale cuando juguetonamente asegura que no sabe si con el cierre se irá a las Bahamas o se quedará en su casa.

Lo invaden recuerdos altibajos, como cuando el cantante Mario Rebollo falleció en pleno escenario a causa de un infarto fulminante, ante la impavidez de los presentes. De vistas de famosos, como de Gabriel García Márquez o del Tigre Azcárraga que firmaba las notas y luego, los lunes, el Mesie se las llevaba a su oficina y "me iba mejor, pues me daba dos cheques, el de la cuenta y el de mi propina" o la del rodante Mick Jagger que, recordaría Casab más tarde, también quedó pasmado por el ambiente rumbero.

Leduc, también nostálgico

La nostalgia también florece en el cineasta Paul Leduc, otro de los habitués del León, que ahí está en una mesa del rincón, mientras de los teclados de Irving Lara emana fuego. Explica que son pocos los sitios, digamos que de prosapia, que quedan ya en el Centro Histórico, y señala otro: la cantina El Nivel, para agregar que "se siguen destruyendo símbolos de esta ciudad".

De gratos recuerdos fueron las clases de sociología, que eso eran, impartidas, diríase que in situ, a sus alumnos tanto de la Ibero como de la UNAM. por López Narváez, quien indica que este sitio, de gozosa violencia, hace que la rumba siga vigente como lo están Sor Juana Inés de la Cruz, Julián Carrillo o el poeta Nezahualcóyotl.

El juvenil y novel conjunto de Fuga Latina y el mencionado del veracruzano Lara amenizaron la penúltima velada, en la que la alineación que presentó el equipo de casa fue como sigue, en la caja, Marthita Figueroa; atrás de la barra, Antonio Toro; en el valet parking, José Rodríguez; como mayora, Josefina Montes, y en la atención a mesas, Jorge Hernández, Manuel Heredia, Anselmo Rodríguez, el ya citado Mesie y el capi Nicolás Cruz.

Ya los barrenderos hacían su sanitaria aparición en plena madrugada de domingo y en la estrecha calle se difuminada el sonido de los cueros aporreados por Poncho Aguilar, como se perdía igualmente, aunque la parroquia espera que sólo sea un requiem-receso, este sitio de buenos tragos, mejor rumba, mujeres y amigos y se haga buena la promesa de Casab que sentenció: "Como dijo aquel que dijo, volveremos".

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