Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 22 de marzo de 2003
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Cultura

LA MUESTRA

Carlos Bonfil

El hijo

Parquedad de recursos expresivos Sentimientos soterrados

LOS HERMANOS Jean Pierre y Luc Dardenne, realizadores belgas, se iniciaron en el cine al crear en 1975 un taller de producción de documentales, Dérives, ''videos de intervención". A principios de los años 90 abandonaron el documental social para realizar sus primeros largometrajes de ficción, de los cuales sólo se conoce hasta hoy en México el más célebre, Rosetta, cinta ganadora de la Palma de Oro de Cannes en 1999.

SU TRABAJO MAS reciente, El hijo (Le fils), confirma el vigor estilístico de las propuestas anteriores (Pienso en ti, Falsch y La promesa), la insistencia en un tono realista al explorar un medio obrero y el modo lacónico, un tanto áspero, de abordar la vida afectiva de sus personajes y su relación con el entorno social. El cine de los Dardenne sugiere una combinación del trabajo de Bruno Dumont (La humanidad) y el de Laurent Cantet (Recursos humanos), aunque con una parquedad de recursos expresivos para muchos desconcertante. Películas que prescinden de un fondo musical, que se demoran en el escrutinio de gestos y actitudes, desprovistas de glamur y de recursos artificiosos; filmes con pocos personajes y con actores fetiches, como el formidable Olivier Gourmet, presente en cada una de las recientes realizaciones.

LOS ARGUMENTOS SON, por lo general, de una sencillez extrema: el planteamiento de un conflicto moral y su resolución generalmente ambigua. En La promesa, una relación padre e hijo, con un fondo de discriminación social y de racismo; en El hijo, una parábola bressoniana sobre la redención y el perdón, con un maestro de carpintería, Olivier (Olivier Gourmet), encargado de un centro de readaptación de delincuentes juveniles, que toma a su cargo, como aprendiz, al adolescente que años atrás fuera responsable de la muerte de su hijo.

LA CINTA DE los Dardenne sigue, cámara al hombro, cada movimiento de Olivier en sus faenas de carpintería. La descripción, casi documental, de las técnicas de medición, corte y transporte de la madera es exhaustiva, como si los cineastas quisieran llevar al espectador al corazón mismo de un oficio y sensibilizarlo para una óptima identificación con Francis, el joven discípulo, y una mejor comprensión de la relación laboral de los protagonistas. Esta atención al detalle y la parquedad de los diálogos, favorecen la concentración en lo que verdaderamente importa en esta cinta: el dilema moral al que se enfrenta Olivier, entre un entendible reclamo de revancha y el impulso que le orilla a la complicidad afectiva con el delincuente odiado.

EN LA PROMESA, los Dardenne habían explorado ya la barrera de resentimiento y recelo entre un padre (el propio Gourmet) explotador de trabajadores clandestinos, y su hijo adolescente que en un momento promete a un obrero moribundo encargarse de su esposa e hijo, oponiéndose drásticamente a la voluntad paterna. En El hijo, la situación es aún más compleja y los sentimientos más soterrados. Francis, ex presidiario sin familia, se encariña con el hombre al que identifica como su tutor ideal, y de quien ignora la identidad verdadera. Y así, en una sucesión de equívocos, progresa una trama envolvente y cautivadora, de ritmo lento, poseedora sin embargo de una poderosa dinámica interna. Los realizadores lo explican de modo contundente:

''ESTA PELICULA EXIGE una buena dosis de imaginación moral, que consiste en la capacidad de introducirse en el lugar del otro". El énfasis colocado en el aspecto moral subraya que la intención de los realizadores no ha sido aquí, como en ninguna de sus obras anteriores, apartarse de la observación minuciosa de los personajes y sus pautas de conducta, de sus conflictos morales y sus posibles soluciones. Si esto contraviene la supuesta vocación del cine como medio de entretenimiento, tanto mejor; la experiencia sólo puede ser más gratificante. De lo mejor en la Muestra.

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