Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 28 de marzo de 2003
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Cultura
ENTREVISTA/EGBERTO GISMONTI, ARTIFICE DE LA ACTUAL EXPRESION SONORA BRASILEÑA

Lo que valoro de mi vida musical es la oportunidad

OFRECERA DOS CONCIERTOS EN EL TEATRO DE LA CIUDAD

A muchas personas les gusta el término música clásica, pero Gismonti prefiere utilizar el de música cultural, pues es lo mismo -considera- que aludir a las civilizaciones musicales que llegaron de Africa y se mezclaron culturalmente con los indios de Brasil

PABLO ESPINOSA

El maestro Egberto Gismonti (Carmo, Brasil, 1947) es uno de esos artistas cuya leyenda, valía y trascendencia corresponden al aserto de Lezama Lima: ¡ah, tú que escapas en el momento de tu mejor definición!

Al igual que Astor Piazzolla, Keith Jarrett, Wim Mertens, John Zorn o Meredith Monk, para mencionar apenas un puñado, Gismonti es ubicado en las tiendas de discos y en el imaginario de la gente en el territorio ''jazz". En todos estos casos el genio de estos músicos supera las categorías.

Del piano a la guitarra

Egberto Gismonti es una de las figuras del Festival del Centro Histórico. Ofrece dos conciertos, esta noche y la de mañana, en el Teatro de la Ciudad. Antes de abordar el avión, en Río de Janeiro, concedió, vía telefónica, esta entrevista a La Jornada:

-¿Cómo arma usted su sistema de vasos comunicantes para expresar sus ideas con dos instrumentos de cuerda tan distintos como el piano y la guitarra?

-La respuesta amerita recurrir a mis orígenes musicales. Mi primera formación fue la de pianista de concierto. Al final de mis estudios decidí incursionar en la guitarra y, como vivía en un pueblo muy pequeño, no contaba con un maestro de ese instrumento, así que decidí simplemente transferir mis conocimientos de pianista para ser, además, guitarrista. Eso explica por qué utilizo guitarras de ocho y hasta 12 cuerdas, pues es obvio que necesito tener esa extensión de notas propia del piano, de las que carece una guitarra tradicional de seis cuerdas. Sin embargo, fue después de que logré un sonido propio, es decir, expresar ideas, cuando me percaté de la gran influencia pianística de mi concertismo en guitarra. Entonces decidí invertir el procedimiento: indagar cuánta influencia guitarrística tenía de mi concertismo en piano.

''Puedo resumir el resultado así. Recurro a dos voces: la que produce mi mano izquierda es una y la otra es el sonido que nace de mi mano derecha en el teclado, que desembocan en efectos polifónicos provenientes de orígenes de vario linaje: sonidos guitarrísticos, sabores brasileños, instrumentos de naturaleza inclusive opuesta. Porque, en efecto, utilizo el piano y la guitarra como opuestos para lograr resultados, de la misma manera que pongo juntos a un sax tenor con un sax soprano. Es el mismo procedimiento de vasos comunicantes que explican mi vida musical: me nutro al mismo tiempo de la música de concierto y de la música popular brasileña. Eso explica mi modo de hacer música, mi sonido, mi intervención por igual con orquestas sinfónicas que con músicos de orígenes diversos.''

Falta de feeling

-Ya que menciona usted el instrumento sinfónico, Frank Zappa tuvo dificultades para hallar una orquesta propicia para sus partituras y finalmente la encontró, al igual que halló directores tan notables como Pierre Boulez, Kent Nagano y el mismísimo Ensamble Modern. ¿Cómo se las ha arreglado usted con este tipo de obstáculos técnicos e ideológicos?

-La música brasileña, especialmente la que escribió Villa-Lobos, quien es el máximo compositor que tenemos en Brasil, así como todos los ritmos brasileños, resultan difíciles en extremo para aquellos músicos limitados a una formación clásica, lo cual los vuelve limitados en general. Es cierto, en lo ideológico ese tipo de músico parece olvidar que la barrera entre lo culto y lo popular se rompió hace muchos años.

''Muchas personas gustan decir música clásica. Yo prefiero el término música cultural, que es lo mismo que decir música rítmica, que es lo mismo que referirnos a las civilizaciones musicales que llegaron de Africa y se mezclaron culturalmente con los indios de Brasil. Esto lo digo para responderle que mi dificultad no radica tanto en encontrar orquestas que quieran tocar mi música, sino que el problema radica -inclusive me ha pasado con orquestas brasileñas- en que muchas veces los músicos no tienen el feeling adecuado, el tempo, el ritmo, el compromiso que se requiere con la música cultural brasileña, que eso es lo que hago yo: música cultural brasileña. Y no estoy hablando de dificultades técnicas musicales, sino de sentimientos musicales fidedignos.

''Pero, en realidad, se trata de un problema que atañe a la naturaleza misma de la creación musical: pueden existir músicos de orquesta extraordinarios pero que tienen serios problemas cuando se les pide un arte improvisatorio. También hay grandes maestros de la improvisación jazzística, que pudieran tener problemas de otra índole, que sin embargo no los demeritan. Hablemos de músicos increíbles con los que he hecho mi música: Herbie Hancock, John MacLaughlin, Charlie Haden. Me sucede con ellos algo tan bonito y divertido como esto: la única manera que hemos encontrado de trabajar juntos bien es que lo hagamos así; en mi caso sin pensar que estoy tocando jazz y en el de ellos sin pensar que están tocando música brasileña. Nos decimos: hagamos juntas dos músicas distintas para crear una tercera, y la que nace es hija del jazz y de la música brasileña y todo arreglado, siempre y cuando cumplamos esto: yo asumo que no he llegado todavía a ser un buen músico de jazz y ellos asumen que no han llegado todavía a ser buenos músicos brasileños.

''Eso es normal, por fortuna, es la comprobación de que estamos vivos, de que la diversidad es buena, de que todos somos diferentes, de que la posibilidad de ser feliz está en ser diferente. Cada quien tiene su propia personalidad, pensamiento, sus propias ideas. Eso es bello.''

Experimentación de 32 años

-Astor Piazzolla desarrolló ideas propias como alumno de Nadia Boulanger, al igual que lo hizo usted. Ambos, como discípulos de la misma maestra, uniendo la cultura musical europea con la de sus respectivos países, Argentina y Brasil. ¿Reconoce usted una arquitectura semejante con distintos acabados?

-Preferiría decir que aún estoy en el proceso de encontrar la manera correcta de describir mi música, a diferencia de lo que Piazzolla sí logró. El definía: yo hago la música de Buenos Aires de hoy. Yo todavía no puedo explicar mi música en términos tan categóricos. Empecé a trabajar hace 32 años y en este tiempo he tenido la oportunidad de experimentar y de producir sonidos. He grabado 56 discos diferentes y una cincuentena de partituras para escena. Lo que valoro es la oportunidad en cada uno de estos trabajos de intentar, indagar, experimentar. Lo más reciente que he emprendido, en esta suma de oportunidades que agradezco a la vida, es una experimentación sonora constante desde hace cuatro años con el instrumento llamado orquesta de cuerdas para expresar la verdadera música brasileña, pero con esto no quiero decir que yo la erija como la única y total, digo verdadera en el sentido de musicalmente correcta, comprometida, respetuosa de las personas.

-Una de sus colaboraciones más estrechas es la que mantiene con Gilberto Gil, flamante ministro de Cultura en el gobierno de Lula. ¿Cómo es ahora esa cooperación?

-Como miembro del Partido de los Trabajadores, con Lula, puedo decir que soy parte del proyecto y que me siento muy orgulloso de involucrarme en las expectativas positivas de un país tan complejo como Brasil.

-Por último, compártanos la felicidad de hacer música Em familia, como tituló usted su concierto para México.

-Lo comparto mucho, porque la mayor felicidad de un padre es ver felices a sus hijos. Bianca, Alexander y yo tenemos ya unos cuatro años haciendo música juntos en escena.

''De todos los grupos diferentes que he tenido a lo largo de los años, puedo decir que éste es el mejor de todos porque no estoy haciendo música con amigos, sino con mis hijos. Y eso es algo muy difícil de poner en palabras. Lo único que he encontrado para compartirlo es el milagro de los sueños.

''Cuando durante un concierto abro los ojos y veo que son mis hijos los que están sonando conmigo, juntos, veo que eso no es otra cosa sino un sueño. Es la primera vez, además, que experimento el sonido con dos pianos de concierto en escena y una guitarra; eso también es un sueño, que mucho deseo que el público de México pueda disfrutar, es decir, que pueda soñarlo junto a nosotros.''

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