Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 13 de abril de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Política
REPUBLICA DE PANTALLA

Jenaro Villamil

En el nombre del miedo

Mensajes de la guerra, la paranoia y la impunidad

Tv mexicana ante Irak

"ES TERRIBLE que las masas pierdan el miedo", sentenció el filósofo Spinoza, y siglos después el sociólogo Norbert Elias subrayó que "el miedo es un regulador del comportamiento". A controlar e intimidar tienden "todos los miedos suscitados en el alma del hombre por otros hombres, tanto el pudor, como el temor a la guerra o a Dios, los sentimientos de culpabilidad, el miedo a la pena o a la pérdida del prestigio social, el temor del hombre a sí mismo y a ser víctima de sus propias pasiones".

En el nombre de ese miedo hoy observamos una escalada global que nos transmite un sentimiento de impotencia. Se siembran las raíces de un nuevo odio que se filtra por las conciencias mediante el interminable espectáculo televisivo de la humillación de una nación como Irak, a la cual Washington insiste en "liberar" con la muerte y la destrucción. En el nombre del miedo también se promueve un insultante patriotismo efímero que reproducen los medios masivos de Estados Unidos como justificación de una lucha contra el terrorismo global que inicia con sembrar el terror en el propio territorio estadunidense. En el nombre del miedo, en Cuba se concatena una serie de sucesos donde la pena de muerte y la cadena perpetua reviven como "castigos ejemplares" para quienes el poder define de antemano como enemigos. En nuestro país la historia criminal del "feminicidio" en Ciudad Juárez prosigue, sin que el Ministerio Público Federal roce con un mínimo compromiso por la legalidad la serie de denuncias revividas que ocupan ya un sitio en la agenda cotidiana de la prensa. En el nombre del miedo, en México también se prefiere renunciar a la obligación constitucional del Estado de garantizar la seguridad y la dignidad de las mujeres.

¿Qué hilo conductor enlaza sucesos tan disímiles, en apariencia, con el proceso de configuración de una opinión pública mundializada, consciente de su fuerza, pero también de su indignación frente a hechos que representan desafíos éticos y morales en nuestra sociedad del riesgo global?

El aparato de guerra

En primer lugar, en el nombre del miedo se potencia un aparato apabullante y ostentoso de propaganda y discurso unilateral que busca justamente destruir los indicios más importantes de esa opinión pública que ya no está dispuesta a dejarse intimidar: su capacidad de respuesta, de movilización y de impugnación es mucho más eficaz que hasta hace un cuarto de siglo, cuando el poder podía regular los comportamientos y las adscripciones ideológicas con los esquemas de la guerra fría que, en muchos sentidos, fue una guerra por el dominio de las conciencias. Destruidos los esquemas, se reconstruyen bajo los escombros del bipolarismo y de un multilateralismo que aún no cuenta con contrapesos eficaces (ahí está la humillación a la ONU, a la Unión Europea y a todas las naciones que se atrevieron a decirle "no estoy contigo" a George W. Bush), un fundamentalismo de nuevo cuño que pretende extralimitarse en su intimidación mediática y en su poderío bélico. ¿Quién puede tomarse en serio la "liberación" de Irak a partir del bombardeo a las televisoras árabes y la creación de un "nuevo canal" televisivo que, a la usanza del fascismo más ramplón promueve "mensajes" de bienvenida al nuevo yugo de George W. Bush y de Tony Blair?

En segundo lugar, en el nombre del miedo la operación de Irak se inscribe más allá del territorio de la nación árabe y dirige sus objetivos contra la propia opinión pública trasnacionalizada. Por eso se criminaliza, se estigmatiza y se hostiga a los movimientos críticos, incluso a los más tímidos, como los que han encabezado figuras del mundo del espectáculo hollywoodense. ¿Qué mundo de libertades pueden defender las cadenas televisivas estadunidenses cuando deciden que ni siquiera los mensajes pagados de actores que encabezan el movimiento antibélico, como Martin Sheen o Susan Sarandon, pueden transmitirse en las pantallas o cuando guardan silencio ante la censura en las estaciones de radio a las Dixie Chicks? ¿Acaso el patriotismo de George W. Bush es un dogma de fe que, como en la Edad Media, se tiene que acatar sin siquiera hacer uso de la razón y la crítica? Nueva York, la ciudad atacada el 11 de septiembre, le ha demostrado a Bush que ni el miedo ni el odio sembrados pueden derribar la conciencia crítica de esta Babilonia disidente de Estados Unidos: ahí más de la mitad de los neoyorquinos han rechazado la operación militar contra Irak, según distintos sondeos. The Columbia Spectator, de la Universidad de Columbia, difundió una encuesta donde 53 por ciento de los estudiantes se oponía a la guerra y 47 por ciento la apoyaba.

El caso de España es todavía más patético. Su gobernante, José María Aznar, que no escatimó balas de goma para dispersar a una creciente multitud de manifestantes antibélicos, se quedó como el chapopote del Prestige, desparramado en una ola de impugnación que ya rebasa 90 por ciento de oposición en su propio territorio y todavía tiene la indecencia de escudarse en razones de Estado para justificar su papel de paje angloestadunidense.

En el nombre del miedo se bombardeó la legalidad y la legitimidad internacionales. Ulrich Beck, el autor de la Sociedad del riesgo global, subrayó en un reciente artículo en El País que "esta creciente disociación entre la legalidad y la legitimidad produce temor. En qué mundo vivimos, cuando potencias altamente militarizadas atacan a países de tercera al grito de ¡nunca más Auschwitz!" o "¡nunca más un 11 de septiembre!", para salvar al mundo de la perdición... Este criterio de una ilegalización post-hoc de la ilegalidad no hace más que agudizar los dilemas".

El aparato de la paranoia

En el caso de Cuba, en el nombre del propio miedo que un régimen trasmina a su sociedad se endurecen las políticas contra los disidentes, se reproducen argumentos muy similares a los de George W. Bush para combatir a "terroristas", se aplican fusilamientos contra tres balseros o se aplican juicios contra 75 opositores cuyas condenas suman mil 454 años de cárcel. En algunos casos las "pruebas" que posee el gobierno cubano del sometimiento de estos "agentes" al imperialismo yanqui es poseer una grabadora marca Sony o haber recibido del extranjero una jaba (bolsa de mercado) con objetos como un juego de lámpara, televisor, video, paquete de alimentos, medicinas y hasta un "módulo para bebé" (difundido por el periódico Juventud Rebelde).

La paranoia es la pérdida de las dimensiones del poder para mantener la legitimidad de sus causas y un intento desesperado por revivir el consenso mediante el miedo. ¿No es más urgente en estos momentos, en lugar de encarcelar a disidentes, una campaña en la opinión pública internacional contra el ilegal e indiscriminado bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba? Una nación y un régimen no se defienden mejor con la paranoia y el miedo. En la historia hay infinidad de estos ejemplos.

El aparato de la impunidad

En el caso mexicano, la historia de crímenes seriales en Ciudad Juárez ha rebasado toda capacidad de indignación de la sociedad civil chihuahuense y de la opinión pública nacional, pero el aparato de impunidad que protege a estos criminales se mantiene inamovible, tanto en el seno de las autoridades locales como en las autoridades federales. No existe justificación a la indolencia ministerial ni a la permanencia del clima de miedo que se ha sembrado entre las mujeres de esta ciudad fronteriza.

En los pasados dos años, por lo menos en los noticieros de Televisa y recientemente en el Canal 11 por medio de una serie de reportajes que se titularon "El paso del norte", así como el documental Señorita extraviada, de Lourdes Portillo, se ha documentado, denunciado en los medios electrónicos y exigido que esta historia criminal (según la CNDH pueden llegar a 360 asesinatos) se frene con un compromiso elemental del gobierno federal y de las autoridades estatales para investigar, proteger y asumir la responsabilidad del Estado en el esclarecimiento de los homicidios.

En Ciudad Juárez, las autoridades difunden spots como "Ponte viva", en donde una narradora -que antes se llamaba Luz y ahora es Lucha- les recomienda a las mujeres aplicar la autodefensa para enfrentar a secuestradores, asesinos o violadores. "Puedes picarle los ojos, arrancarle los pelos o golpearlo", recomienda la voz en off. ¿Esta es la idea de estado de derecho que tienen: la renuncia del propio Estado a garantizar la seguridad e integridad de sus ciudadanas?

La tv mexicana ante el conflicto

Tres semanas después del inicio de la incursión bélica contra Bagdad, algunas lecciones que ha dejado la cobertura de los medios electrónicos mexicanos pueden ser las siguientes:

-Las dos estaciones públicas (Canal 11 y Canal 22), con mucho menos recursos que las privadas, ofrecieron una cobertura digna, contextualizada y, aunque dependiente de las imágenes de cadenas como BBC o CNN, hicieron un esfuerzo muy importante de ofrecer un punto de vista diferente, informado.

-Televisa hizo gala de su enorme capacidad de movilizar recursos, aunque también de muchas de sus taras y deficiencias informativas. Por ejemplo, un día su corresponsal en Bagdad reporta el bombardeo contra reporteros y al otro llora emocionado por la "liberación" de la capital, como si se tratara del juego de las nominaciones de Big brother. Sus distintos espacios informativos ganaron en profusión de imágenes, en oportunidad y en opiniones, aunque no siempre en profundidad.

-Tv Azteca improvisó coberturas y dio vaivenes editoriales, aunque fue destacado el papel de su corresponsal en Washington, que ofreció siempre un buen contexto de la guerra "desde adentro".

-Otras estaciones privadas, como Canal 40 -que fue de las más insistentes en difundir las marchas antibélicas- o TVC -más crítica que las otras estaciones- jugaron un papel importante frente al predominio de un guión mediático global que finalmente se impuso.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año