Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de abril de 2003
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Mundo

Emir Sader*

La guerra infinita de Fidel

El gobierno cubano demostró, por el modo en que reaccionó a las provocaciones del encargado de negocios de Estados Unidos en la isla, haber hecho una lectura minuciosa de la nueva doctrina estadunidense de seguridad y su aplicación en el caso de Irak, y haber procedido directamente en función de ella al castigar de forma tan rápida y severa a disidentes internos. Al actuar así, Fidel Castro envía un mensaje a Washington: si quieren actuar contra Cuba como lo hicieron contra Irak y ahora amenazan hacerlo contra Siria, no encontrarán en el país caribeño algo similar al papel desempeñado por los kurdos o por la Alianza del Norte en la invasión de Afganistán, y tendrán que enfrentar algo más parecido a Vietnam que a los países de Medio Oriente. Menos bravata -como las de Saddam- y más acción, sería la respuesta cubana a las nuevas condiciones internacionales después de la guerra de Irak.

Hace unos años el gobierno cubano también reaccionó de manera rápida y violenta frente al intento de una avioneta de aterrizar en Cuba y lanzar propaganda opositora, y antes de eso ya había igualmente enviado el mensaje de que quienes intentaran desestabilizar al gobierno no se quedarían en las cárceles como referencia para una campaña internacional contra Cuba, ni podrían alimentar la ilusión de que el régimen pudiese caer -al estilo de los de Europa oriental- y ellos pudiesen salir de prisión para protagonizar la política posrevolucionaria.

Desde que se configuró la crisis de la URSS y Cuba se dio cuenta de que no podría ya contar con la protección soviética frente a la mayor potencia bélica de la historia de la humanidad, situada a 150 kilómetros de sus costas, asumió la actitud a la que ahora da seguimiento, en el caso del proceso de los militares acusados de complacencia con el narcotráfico, y que llevó a la ejecución, entre otros, de Arnaldo Ochoa. La actitud de Saramago da la impresión de que cree que se trata de algo nuevo en el comportamiento del gobierno cubano. Por ello, esta política puede perfectamente discutirse y condenarse, pero no considerar que se trata de un elemento nuevo que justificase un cambio de actitud con relación a Cuba, porque en ese aspecto el gobierno cubano siempre fue coherente.

Fidel asume la contrapartida cubana de la guerra infinita. Sabe que están en el itinerario del gobierno estadunidense; que son, junto con los vietnamitas, los únicos que consiguieron imponer derrotas a Estados Unidos, y que siguen siendo una espina en la garganta de Washington. A fin de cuentas, ya pasaron 10 presidentes en Estados Unidos, y otros tantos anuncios del fin del régimen de Castro; los cubanos saben que falta alguien en el eje del mal de Bush, y por eso se previenen de la forma que mejor les parece.

* Sociólogo brasileño, catedrático de la Universidad de Río de Janeiro.

Traducción: Alejandra Dupuy

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