Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de abril de 2003
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Espectáculos
Leonardo García Tsao

Otro tipo de resurrección

Por alguna rara coincidencia, la influencia del gran cineasta ruso Andrei Tarkovski ha sido evocada en varias películas recientes. El mexicano Carlos Reygadas ha afirmado cómo la visión de su cine fue definitiva en su decisión de volverse realizador, factor quizá demasiado evidente en Japón, su ópera prima. Mientras que las recreaciones visuales de Recuerdos, el documental recién premiado en Guadalajara de la también mexicana Marcela Arteaga, remite a una imaginería que sólo podría calificarse de tarkovskiana.

Sin embargo, nadie había intentado lo impensable: un remake de una de sus obras. Quien se ha lanzado a esa apuesta bastante descabellada es el estadunidense Steven Soderbergh, cuya muy heterogénea filmografía no anticipaba algo tan riesgoso. En realidad, su Solaris se presenta como otra versión de la novela homónima del polaco Stanislaw Lem. Pero el planteamiento es en esencia el mismo: el astrosicólogo Chris Kelvin (George Clooney) viaja a la estación espacial Prometeo, localizada frente al planeta epónimo, para investigar una situación crítica: su amigo Gebarian (Ulrich Tukur) se ha suicidado. Los astronautas sobrevivientes son el incoherente Snow (Jeremy Davies) y la doctora Gordon (Viola Davis), quien ha preferido mantenerse aislada. Kelvin es trastornado por la visita de Rheya (Natascha McElhone), su esposa muerta por su propia mano. Según se revela, los llamados visitantes son la materialización de los deseos y recuerdos de los tripulantes, debida al influjo de Solaris. Así, aunque Kelvin se deshace de la primera aparición de Rheya, intentará reanudar su amor con la siguiente encarnación.

La nueva versión tiene el mérito de conservar la ambigüedad. Quien no haya leído la novela de Lem, o visto la obra de Tarkovski, enfrentará una posible confusión sobre su significado (en la función que me tocó, una pareja salió del cine expresando en voz alta no haber entendido nada). El Solaris de Soderbergh no cede a la explicación fácil ni mucho menos a la degradación hollywoodense (las réplicas no resultan ser monstruos extraterrestres dispuestos a conquistar la Tierra, digamos). Si hay un tema recurrente en la obra de este director es el intento del protagonista por recuperar a un ser querido. Y esa es la médula de su adaptación.

A diferencia de Tarkovski, Soderbergh se concentra en la conflictiva relación entre Kelvin y su esposa, su consecuente suicidio y la culpa que ha generado en él. En un ambiente dominado por las sombras y la lluvia (¿será la misma Los Angeles de Blade Runner?), el amor de los Kelvin parece condenado por su mismo origen terrenal. En el ambiente estéril de la lóbrega estación espacial -más en deuda con el diseño de la nave de Alien que con el modelo de Tarkovski- la oportunidad de revivir ese amor de forma vicaria le ofrece a Kelvin su única alternativa de redención. Bajo una resolución visual claustrofóbica y los acordes melancólicos de Cliff Martínez, la propuesta es en principio atractiva.

Por desgracia, Soderbergh se ha dejado intimidar por la dimensión del proyecto -el estar a la sombra de Tarkovski, sobre todo- y aborda esos temas demasiado consciente de su trascendencia. Esa solemnidad le ha hecho perder su sentido lúdico, una de sus mejores cualidades. Si su anterior Full frontal (aún no exhibida en México) fue criticada con razón por pretensiosa y autocomplaciente, hay en ella una vitalidad en el juego de realidades, un gusto por el artificio cinematográfico que no se encuentra en Solaris.

Como es imposible sustraerse de la comparación, Soderbergh no se salva de la objeción de haber disminuido el asunto. Fiel a sus preocupaciones, Tarkovski conseguía con el mismo texto una meditación de alcances filosóficos y religiosos sobre la existencia humana que, a la vez, registraba una honda resonancia emocional. Fría y distante, la versión hollywoodense -más breve que la rusa en más de una hora de duración- se siente finalmente como una versión del Selecciones del Reader's Digest, concebida como para ahorrarle al gringo promedio el esfuerzo de soplarse la original.

¿Qué sigue? ¿Un remake de Stalker a cargo de los hermanos Wachowski?

SOLARIS

D: Steven Soderbergh/ G: Steven Soderbergh, basado en la novela de Stanislaw Lem/ F. en C: Peter Andrews (seudónimo de Soderbergh)/ M: Cliff Martínez/ Ed: Mary Ann Bernard (otro seudónimo de Soderbergh)/ I: George Clooney, Natascha McElhone, Jeremy Davies, Viola Davis, Ulrich Tukur/ P: Lightstorm Entertainment para 20th Century Fox. EU, 2002

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