.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas

P O L I T I C A
..

México D.F. Miércoles 14 de mayo de 2003

Arnoldo Kraus

Acerca de la hipocondría

Cada vez que veo a un paciente y concluyo que no tiene ninguna de las enfermedades conocidas por los médicos, sino que padece el mal de la hipocondría, me preocupo. Me preocupo porque los médicos sabemos que no son pocos los hipocondríacos que mueren al salir del consultorio -espero que no del mío- y porque es bien conocido el epitafio que adorna la tumba de muchos de ellos: "Ƒno que no, cabrones?".

El epitafio, además de incluir un sinnúmero de burlas hacia amigos, familiares, doctores e incluso hacia el propio enfermo, recuerda que la hipocondría es una enfermedad interesante, compleja, frecuente, y que, por supuesto, expone los inmensos límites de la medicina. La mente intrincada y el alma dolida siempre podrán más que el genoma y la molécula.

Para quien la sufre, la hipocondría es tan real como el "dolor real". Aun cuando el hipocondríaco está convencido de que no finge, las frases de Fernando Pessoa: "El poeta es un fingidor./ Finge tan completamente/ que hasta finge que es dolor/ el dolor que en verdad siente" rememoran los dilemas de estos enfermos. Su realidad, sus dolores y sus vivencias superan lo que la medicina "sabe". El sufrimiento del hipocondríaco es real. No simula, no inventa. Tampoco engaña.

Sus molestias son un fragmento de su realidad y en ocasiones toda su realidad. Sus heridas y vivencias, su mundo. Un mundo que paradójicamente les permite estar vivos -son escuchados- y que a la vez genera el rechazo de quienes conviven con él. Ese "dolor que en verdad siente" no es menos molesto que el acné y es tan alarmante y torturante como la asfixia de quien padece enfisema.

La hipocondría, aunque carezca de bases físicas o estudios sofisticados que "comprueben" su existencia, es, por supuesto, un estado anormal. Una patología imprecisa, difícil de definir y abigarrada. ƑAcaso no es enfermedad sentir que el cuerpo no camina bien, que se sufre sin cesar y que la disfuncionalidad en la vida es una constante, a pesar de que ni médicos ni radiografías demuestren anomalías?

Es interesante mencionar que en la inmensa mayoría de los textos médicos ni siquiera se mencione el tema, y que en casi ninguna universidad se enseñe a los alumnos a lidiar o a tratar este padecimiento. Mientras que el cáncer, el lupus eritematoso generalizado y la cirrosis hepática son citas frecuentes, la hipocondría merece espacios pequeños. Seguramente la razón subyace en el creciente carácter mecanicista y comercial de la medicina, donde los ingredientes "filosóficos", humanistas o románticos han quedado en el olvido.

La hipocondría es "un estado único" y complejo, pues, quien la padece está convencido de que tiene un mal real, que no falsea, que no se relaciona necesariamente con estados depresivos y que le impide vivir con normalidad. Es único porque los pacientes hipocondríacos no siempre se parecen entre sí y porque un error médico, creer que el enfermo inventa sus síntomas, puede ser muy costoso.

Es también "único" porque las definiciones no confrontan con inteligencia el problema ni ofrecen soluciones adecuadas. Más bien confunden. Por ejemplo, Ƒadónde se llega con conceptos que dicen que la hipocondría es una "depresión morbosa del ánimo, generalmente acompañada de melancolía"? Si bien es cierto que muchos hipocondríacos son melancólicos, algunos no lo son. Amén de confundir el término "depresión morbosa", es pésimo, pues, nuevamente, no la padecen todos los enfermos, ni existen "depresiones jubilosas".

La hipocondría es un reto y en ocasiones un callejón sin salida. ƑQué responderle al paciente que asegura que su cuerpo tiene 80 años, aunque su edad sea 60? O Ƒqué decirle a quien para seguir viviendo o para seguir bregando en el día a día requiere saber que su cuerpo duele además de que sus quejas necesitan del sustento de la escucha, ya sea de un doctor o de una amistad? O bien, Ƒqué hacer con quien desesperadamente salta de un consultorio a otro en búsqueda de estudios u opiniones que confirmen que "sí tiene algo" y no todo es, como dicen sus allegados, mera invención?

El corazón del hipocondríaco es un corazón lastimado, no comprendido. Un corazón que refleja las inmensas trampas del alma y el inextricable rompecabezas que une y desune, que siembra y destruye cuando se padecen males no palpables. En este mundo, y en estos tiempos tan enfermos, no dudo que la gente sufre hipocondría con mayor frecuencia que antaño.

El epitafio de los hipocondríacos, "Ƒno que no cabrones?" es escuela, es pregunta, es obligación: Ƒcómo penetrar el alma y cómo mitigar el dolor de estas personas?

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310
Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4445 y 4110
Email