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México D.F. Viernes 6 de junio de 2003

El mundo vive una transición verbal, sostiene Grijelmo

La democracia, inexplicable sin la labor de los medios: Woldenberg

MIREYA CUELLAR

Paralelamente a la transición política, las sociedades viven una transición verbal, de las palabras, en la que los medios de comunicación son quienes sancionan el nuevo lenguaje. Expresiones como "camarada", "proletariado" y "burguesía" o conceptos como "lucha de clases" han sido sustituidos por términos más "suaves" como "correligionario", "clase alta" y "reivindicación laboral". Eso es lo que ha ocurrido en España, consideró ayer Alex Grijelmo, director editorial de los periódicos regionales e internacionales del grupo Prisa (propietario de El País) y autor de varios libros como La seducción de las palabras y El estilo del periodista.

Al participar en el foro El periodismo ante la consolidación democrática en América Latina, organizado por el Instituto Federal Electoral (IFE), Grijelmo realizó una reflexión sobre los medios de comunicación y la palabra en tiempos de transición. Señaló que la transición en la península ibérica fue, sobre todo, "una reconciliación", y en función de ello, explicó cómo muchas palabras "fuertes" y el lenguaje político "caliente" dieron paso a un lenguaje mucho más "suave", con palabras más frías y nuevas, generalmente inventadas. Así, tanto la izquierda como la derecha dejaron de usar una palabra como "camarada", que estaba sobre todo en la tradición de los partidos comunistas, pero también en la falange, y la sustituyeron por compañero o correligionario, que eran percibidas como menos conflictivas, como menos "separadoras". Pero también, un término que los políticos y los medios de comunicación usaban antes de la transición era la de "poderes fácticos" -en los que se solía incluir al ejército, las grandes fortunas o los grupos financieros- ahora se les denomina "agentes sociales", en los que inclusive se considera a los sindicatos.

"Por supuesto, la palabra proletariado ya no existe, formó parte del lenguaje político del arranque de la transición, era una palabra que estaba en el ambiente de la clandestinidad, todavía en la dictadura, pero la izquierda en ese camino de convergencia en el lenguaje entre izquierda y derecha que se está produciendo, que se ha producido en España, fue pasando por expresiones como clase obrera, los productores, los trabajadores, los empleados o inclusive ahora ya la población activa."

Las palabras "pueblo", "unidad nacional" o "mayoría absoluta", ya no son usadas por los políticos y las nuevas expresiones son, "sociedad civil", "gobernabilidad" o "mayoría estable". Los propios sindicatos, señaló, están renunciando a la palabra "huelga" y hablando de "conflicto laboral".

Las palabras, dijo este estudioso de ellas, son un termómetro y fijándonos en cómo evolucionan, podemos tener una referencia de cómo está evolucionando la realidad y sobre todo la realidad política. Y en eso tiene un papel importantísimo la prensa, que finalmente es la que sanciona la validez de la expresión, la que da curso legal a esos términos y finalmente la que tiene el poder de nombrar a las cosas.

En el foro, en el que participaron también directivos de medios de comunicación del país y estudiosos de la actuación de éstos, José Woldenberg, consejero presidente del IFE, dijo que ahora el reto principal de la región es "hacer de la democracia un régimen eficaz, que permite encarar los grandes y graves problemas de Latinoamérica", y que la democratización no puede explicarse sin atender la labor de los medios que reflejaron las expresiones de una ciudadanía que no encajaba ya en el formato del autoritarismo.

El escritor Carlos Monsiváis participó con la ponencia Pobre del pobre que al cielo no va; lo chingan aquí, lo chingan allá, que es un refrán del siglo XIX. Y en su exposición preguntó: "¿y qué hacen al respecto los mercadólogos, los publicistas y en su oportunidad los medios informativos, cuya importancia ha crecido enormemente en medio del desastre de los partidos políticos?" Cuestionó entonces a los medios impresos que "actúan y se despliegan en función de la minoría que ya conocen" y a la televisión "que no forja todavía el punto de vista político".

A la pregunta sobre el equilibrio entre estrategias de marketing y debate político, dijo que en 2000 y el día de hoy hay un cierto desencanto, "una cierta melancolía como un poscoito del votante", que no está favoreciendo el entusiasmo.

También consideró inadmisible que la Iglesia católica haga campaña contra el condón: "No es posible que digan los obispos que el condón es un instrumento que pervierte y enloda a la juventud".

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