Los delincuentes explotan maderas preciosas y los lugareños depredan para subsistir

En grave riesgo, 260 kilómetros de manglares en Chiapas

RODOLFO VILLALBA SANCHEZ CORRESPONSAL

Tapachula, Chis., 5 de junio. Los 260 kilómetros de manglares existentes en la costa de Chiapas están en grave riesgo de perderse por la depredación a que han sido sometidos, tanto por lugareños como por delincuentes que se dedican a la venta de maderas preciosas, advirtió hoy el delegado de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en esa zona, Víctor Niño Velásquez.

Entrevistado en el Día Mundial del Medio Ambiente, el funcionario dijo que el sector social que se asienta en esa franja del estado existe una fuerte depredación de la flora, obligado por la pobreza.

La Semarnat, advirtió, está tratando de normar el uso de ese ecosistema, porque la sustentabilidad que requiere la población obliga a buscar los mecanismos que provean su manutención sin agredir el medio.

Dijo que también existen traficantes de maderas preciosas que han afectado con la tala ilegal a esta zona, aunque "tenemos conocimiento, el asunto no es de nuestra competencia, y será la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) la que tome cartas en el asunto para evitar la depredación de estos manglares".

Por su parte, el coordinador regional de la Profepa, Aleccer Caballero Velásquez, aceptó que bandas internacionales están acabando con la flora de La Encrucijada. Esta zona, declarada reserva ecológica en el Diario Oficial de la Federación, el 6 de junio de 1995, comprende los municipios de Pijijiapan, Mapastepec, Acapetahua, Villa Comaltitlán, Huixtla, Huehuetán, Mazatán, Tapachula y Suchiate. Alberga ecosistemas como el marino, estuario, manglares, tulares, selva baja de zapatonales, reductos de selva mediana y baja subperennifolia, vegetación de dunas costeras, palmares y marismas, en una superficie de 32 mil 216 hectáreas.

Estas zonas, señala Caballero Velásquez, están siendo afectadas por el ingreso de embarcaciones provenientes de Guatemala, las cuales depredan la flora y de paso terminan con el hábitat de la fauna silvestre.