Algunos hacen recuentos triunfalistas en el IFE; la chiquillada se escabulle

Partidos prefieren voltear para otro lado frente a la abstención de 60%

El electorado ayer decidió que más vale pecar que salir a buscar por quién votar

MIREYA CUELLAR, ALONSO URRUTIA Y FABIOLA MARTINEZ

Tanto pleito por la promoción del voto para que los ciudadanos no fueran a votar. O quizá por eso. La factura que los ciudadanos le cobraron ayer a la clase política por su oferta de "democracia mediocre" no tiene precedente histórico. Casi 60 por ciento de abstención fue peor de lo que el Instituto Federal Electoral (IFE) y los partidos hubieran esperado.

Anoche los partidos decidieron voltear para otro lado. Hacer el recuento de los triunfos, destacar la derrota del presidente Fox -todo por empeñarse en que esta sería una elección plebiscitaria de su mandato-, insistir en que "somos el partido que más creció", o de plano cerrar a la brevedad posible el trance de quedar al margen del presupuesto. "Salvo en el amor, la brevedad se agradece", dijo Jorge Alcocer, de Fuerza Ciudadana. Habría que agregar que en las aventuras políticas que le cuestan más de 200 millones de pesos al año al país, también. (Eso por partidito ƑY si lo multiplicamos por cinco?)

El ex asesor labastidista hizo todo para que su paso por el IFE fuera breve. Tanto, que ni siquiera volvió para la sesión de las 11 de la noche, cuando el IFE anunció que apenas alcanzaron 0.5 por ciento de los votos. Un representante suplente de ese partido tomó apresurada protesta para participar en el entierro de la chiquillada que resultaron los comicios de ayer.

Sería porque ya sabía que no alcanzarían los votos necesarios para mantener el registro, pero Ricardo Raphael de la Madrid, de México Posible, fue el único que se atrevió en el pleno del Consejo General del IFE a realizar el recuento de las campañas que todos eludieron: "no pudimos dotarlas de contenido, precisar las distintas propuestas de solución a los problemas nacionales. No pudimos establecer matices entre las soluciones (...) y eso es lo que una democracia de calidad ofrece, así que la de este país sigue siendo de baja calidad".

Ni siquiera un intento de mea culpa por el abstencionismo. Fidel Herrera, anunció -antes de que el IFE hiciera público su conteo rápido- que el PRI tendría la fracción más numerosa en el Congreso; "gracias a México", clamó en la macrosala de prensa del IFE. Y no importa si la victoria es pírrica, si se tiene la mayoría de la minoría, porque en las democracias "consolidadas" vota apenas 40 por ciento del padrón.

La "victoria" priísta fue asumida como un retorno. Fidel Herrera caminó hasta el fondo del salón de sesiones del IFE, en la cabecera que corresponde al presidente, y levantó el brazo de Arturo Escobar y Vega, representante de los verdes, los nuevos aliados políticos del PRI. "Vamos a tomar la presidencia del IFE", le dijo. Nadie sabe si en broma o en serio. Se acababa de decretar un nuevo receso en el pleno del Consejo y ya casi no había nadie en el salón. Estaban felices con su ceremonia en solitario.

En las oficinas perredistas, el abstencionismo también pasó a segundo término. Inclusive se hacían cuentas para mejor medir el impacto de la abstención. Dos millones de mexicanos están en el padrón pero viven en Estados Unidos, más 800 mil muertos que no han sido dados de baja. La conclusión fue que el padrón real es de 62 millones de ciudadanos.

Son las 18 horas y el representante del sol azteca, Pablo Gómez, como todos los dirigentes partidistas, hace cuentas. Sus proyecciones lo llevan a una conclusión: "somos el único partido que creció".

A esas horas aventura un pronóstico optimista y fija en más de un centenar el número de candidatos perredistas que entrarán a la Cámara de Diputados, con él -especulan muchos- a la cabeza de la bancada. Una fracción que apenas será un poco menor al máximo histórico alcanzado por el PRD, en aquellos tiempos de la oleada cardenista en el Distrito Federal, la que llevó al poder al perredismo desde hace seis años, y a saber cuántos más.

Gómez subraya una segunda conclusión: desde los años 80 ningún partido tenía mayoría absoluta en esta ciudad, el centro político del país. El efecto López Obrador ha devuelto a esta metrópoli a los tiempos de un partido "prácticamente único", apenas con asilados espacios blanquiazules en las zonas clasemedieras.

Gustavo Riojas, dueño el Partido de la Sociedad Nacionalista, quería llorar. No era para menos: se le acaban de ir las prerrogativas. Todas las oficinas de la chiquillada, no tan solas como de costumbre, pero más desoladas que nunca... dan pena. Se fue el registro y se perdió el dinero. A saber el destino de los bienes que compraron con tantos millones de pesos que la muy altruista democracia mexicana les habrá de dejar. A juzgar por lo que ha sucedido en el pasado, lo adquirido con dinero público tendrá un irremisible futuro como propiedad privada.

El Partido del Trabajo le endosó parte de la factura al IFE. Cuestionó que el órgano electoral haya dado registros a diestra y siniestra con el consecuente desprestigio que significó para todos los partidos el que algunos -que nunca debieron tener registro- derivaran en "negocios familiares".

Los consejeros, a su vez, intentaron centrar la atención en lo bien organizada que estuvo la jornada electoral. Sólo 84 casillas no se instalaron šun triunfo para el órgano electoral! Indudablemente. ƑY del abstencionismo? De él nada. Ni una palabra que no fuera la cifra de 59 por ciento.

Pero José Woldenberg tuvo que asumir el costo que ha tenido para el IFE el hecho de que la investigación sobre el Pemexgate haya terminado en una sanción de mil millones de pesos para el PRI, mientras que el caso Amigos de Fox es todavía un expediente abierto.

Garantizó que para panistas y verdes habrá una "aplicación obstinada" de la ley. En ese tema que "preocupa a la opinión pública, quisiera ratificar que el IFE no cejará hasta conocer la verdad de los hechos", apuntó.

Más allá de algunas fiestas, la cifra de participación electoral les dejó a los consejeros un mal sabor de boca. Ya habían apechugado parte del golpe durante la comida, cuando un miembro del equipo encargado del conteo rápido del instituto les anunció que el abstencionismo iba muy alto. El mal momento fue medianamente subsanado con una copa de vino tinto, con todo y ley seca. Había que pasar el trago.

Hasta el aplauso que se prodigaron todos los presentes (partidos y consejeros) al final de la sesión, fue de lo más frío. Caras largas para un electorado que ayer decidió que más vale pecar que ir a buscar por quien votar.