.. | México D.F. Lunes 7 de julio de 2003
Está exento de intereses, a diferencia del resto de las actividades humanas, dice
La gran virtud del arte, que puede hablar con la verdad: Marcos Límenes
El pintor expone Cuadrar el crash, nueve piezas de gran formato, en un recinto peruano
MERRY MAC MASTERS
Cuadrar el crash, exposición de Marcos Límenes (ciudad de México, 1957) que se inauguró la semana pasada en el Instituto Cultural Peruano-Norteamericano, de Lima -donde no hay un museo de arte moderno-, toma su nombre del cuadro homónimo y emblemático de la muestra integrada por nueve piezas de gran formato, es decir, polípticos compuestos a partir de fragmentos de madera. Para Límenes la obra "ilustra" su desconfianza por el mundo de las imágenes: "Hay un jarrón que literalmente se está rompiendo en uno de los páneles del cuadro, cuyo formato es cuadrangular".
Perteneciente a la generación de los hermanos Castro Leñero, Gabriel Macotela y Manuel Marín -también participó en el taller de Gilberto Aceves Navarro-, Límenes ha sido una especie de "ave rara": "He sido reacio a inmiscuirme en el toma y daca de la carrera artística, y asumo los costos. Siempre he vivido de otra cosa que no es la pintura. (En la actualidad es curador del Museo de la Ciudad de México.) He trabajado en silencio y he mostrado poco mi trabajo. Algunas personas incluso piensan que hace mucho dejé de pintar.
''Por otro lado, me tardo mucho en hacer cada una de mis piezas. Ha sido la forma donde me he acomodado para estar en paz con mi rol como artista contemporáneo. Es decir, tengo muchísimas dudas de que el artista siga siendo contemporáneo de su sociedad en este momento. Está muy desfasado y tomo mis precausiones. Nadie tiene necesidad de ver un gran corpus de obra que pueda hacer, ni me siento obligado a producir mucho.''
Con una trayectoria de más de dos décadas, Límenes explica que hasta hace diez años su dinámica de trabajo era contemplativa. Trabajaba a partir de flashazos, de situaciones que le impactaban. Ese proceder, sin embargo, cedió ante un interés mayor: vivenciar la pintura como una experiencia mucho más completa. Es decir, "se cerró la ventana que miraba hacia mi alrededor y se convirtió en un proceso más reflexivo, en el límite, quizá, entre una propuesta conceptual y una conciencia de la necesidad de producir un objeto artístico, de un compromiso con la pintura. De saberme parte de una tradición, con la cual había un diálogo. Comprendí esos límites con la edad".
La desconfianza de Límenes con la imagen es una toma de posición en relación tanto con la pintura como con el arte mismo: "Mis interlocutores en el territorio del arte me argumentan que la importancia de la imagen se ha puesto en un nivel más alto. Asomémonos a ver la Internet, inclusive, el ámbito de la televisión que se ha abierto. Argumento lo contrario, de que el asunto de la pintura no ha sido la imagen, aunque en una lectura superficial pareciera que sí. Sin ganas de meterme en territorios esotéricos, ni mucho menos, la gran virtud del arte es que puede hablar con la verdad, que no hay intereses que seguir como en el resto de las actividades humanas. Eso hace que se desmarque de todo ese otro territorio como puede ser Internet, esta idea de que llega a muchas más personas, de que se democratice más. Eso es un argumento colateral. En este momento casi diría que el hecho de que poca gente ve arte forma parte de un fenómeno mucho más complejo, y no por eso uno tendría que inclinarse a hacer obras de carácter masivo o que se difunden por la red y por eso tienen relevancia. La reflexión no va por allí".
Todavía está en veremos si Cuadrar el crash, exposición que estuvo en el Centro Cultural San Angel, itinere al Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile. Otra muestra de Límenes, Vértigo, |