Actualmente hay 360 mil enfermos; casi 90% de ellos recibe atención en su domicilio

En 2028, un millón de mexicanos podrían padecer mal de Alzheimer

Aunque no existe una cura, sustancias como la menantina retardan el avance del mal

CAROLINA GOMEZ MENA

Olvidar lo que se hizo, lo que uno comió y tener dificultades para recordar el nombre de ciertos objetos o para retener nueva información, son síntomas que no deben dejarse de atender, porque pueden ser algunas de las primeras señales de padecer mal de Alzheimer. A estas situaciones se adicionan frecuentes periodos de irritabilidad, de agresividad, de aislamiento y avanzan hasta que un día se es incapaz de reconocer la propia imagen reflejada en un espejo, se olvida quién se es y dónde se vive y sobreviene la incapacidad total para valerse por uno mismo.

En el mundo 20 millones de personas padecen tal enfermedad y viven a diario estas situaciones, porque sus neuronas están siendo destruidas por un mal irreversible, y que no sólo modifica radicalmente la vida de quien lo sufre, sino también de las personas que cuidan al enfermo, generalmente familiares.

"La enfermedad no sólo afecta al paciente, sino a toda su familia; de cada 10 enfermos, entre 8 y 9 se quedan en casa, lo que conlleva un gran impacto para la familia, sobre todo en la etapa en la que el enfermo ni siquiera el enfermo puede moverse".

Se calcula que en el país 360 mil personas padecen este mal crónico-degenerativo que produce deterioro intelectual y físico debido al despoblamiento de neuronas que en la etapa grave trastorna totalmente las capacidades intelectuales y sicomotoras.

Agustín Torres Cid de León, especialista adscrito al Instituto Nacional de Psquiatría, informó en conferencia de prensa que el 16 y 17 de julio se llevará a cabo un curso gratuito para capacitar a cuidadores de pacientes con alzheimer en el hotel María Isabel Sheraton.

Subrayó que este padecimiento afecta sobre todo a personas que han superado los 60 años de edad. En este rango se calcula que uno por ciento de la población la podría padecer, pero que cada lustro el riesgo se duplica, hasta el punto que entre los 85 y los 90 años de edad cerca de 40 por ciento de esa población puede llegar a sufrir alzheimer.

En este contexto, el cambio demográfico vaticina que en los próximos decenios el número de personas que padezcan la enfermedad se incrementará notablemente. Tan sólo en México se espera que dentro de 25 años la cantidad de personas con alzheimer se haya triplicado, es decir, rebasarán el millón de pacientes.

Para el mal de Alzheimer no existe una cura, pero sí sustancias como la menantina que logran demorar la progresión, señaló en entrevista Torres Cid de León, al comentar que aunque no hay evidencia concreta que establezca que el mal es hereditario, sí se realizan estudios sobre la incidencia de factores genéticos que puedan estar asociados a la enfermedad. "En ciertos pacientes que empiezan con el problema antes de los 60 años de edad -inclusive hay casos que comienzan alrededor de los 35- se han identificado algunos factores genéticos asociados. Hay familias enteras que padecen la enfermedad, pero esta no es la regla".

La principal línea de investigación -luego de que desde hace algunos años se identificaron las deficiencias en el neurotransmisor acetilcolina como uno de los detonantes de la enfermedad- está relacionada ahora con el "esqueleto celular de la neurona, la idea es preservarla antes de que empiece su degeneración, porque después sólo se puede retrasar su destrucción, pero no detenerla".

El galeno resaltó que los principales aliados del avance del alzheimer son los mitos existentes sobre la vejez. "Los pacientes llegan al consultorio con alrededor de cinco años de evolución del mal, porque persiste la creencia de que vejez es sinónimo de pérdidas de memoria, que a los ancianos es normal que se les olviden las cosas, que las pierdan o que sean repetitivos".

Mientras los síntomas pasan inadvertidos el enfermo va perdiendo paulatinamente su memoria reciente, su posibilidad de razonar, la capacidad de reconocer, de escribir, de vestirse y de ser él mismo.