El aspecto económico, principal obstáculo para su profesionalización: Maldonado

Los bailarines que terminan la carrera enfrentan la incertidumbre laboral

Se piensa que la danza es glamur, pero quienes la cultivan son los peor pagados, señala

CRISTINA MARTIN URZAIZ ESPECIAL

Después de ocho años de preparación académica, y con escaso apoyo institucional para desarrollarse en el ámbito profesional, los bailarines se enfrentan al desempleo y se ven obligados a realizar actividades ajenas a la danza para subsistir, explica Guillermo Maldonado, docente en la Academia de la Danza.

Bailarín de amplia trayectoria, Maldonado dice advertir gran incertidumbre entre los estudiantes que terminan la carrera. ''No hay más que una compañía de repertorio clásico con subsidio, que es la Nacional de Danza. La otra compañía es la de Gloria Contreras, el Taller Coreográfico de la UNAM. Son las dos agrupaciones a las cuales pretenden llegar los jóvenes, pero eso no es fácil, porque antes de ellos hay muchos esperando."

Maldonado, quien obtuvo el premio Raúl Flores Canelo a la enseñanza de la danza en 1998, considera que el problema económico es el principal obstáculo para los bailarines, ''porque contrariamente a lo que se piensa de que la danza es sólo glamur y dinero, los artistas que menores percepciones tienen son los bailarines".

Habla también de los obstáculos que enfrentan los profesionales para internacionalizarse, ya que, dice, es muy difícil obtener una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), porque se otorga un número muy limitado.

''Las becas del Fonca son sólo para un año y no tienen ayuda socioeconómica, sino únicamente para pagar clases y cursos ya sea en el país o en el extranjero, y los jóvenes que las obtienen deben cubrir ellos mismos transportación, vivienda, alimentación y otros gastos."

Refiriéndose al Conservatorio de Danza, Maldonado señala que ''muchos alumnos llegan pidiendo ayuda para que les permita entrenarse, porque no tienen dinero ni espacio para ensayar; entonces yo les facilito el espacio y las clases, porque sé lo difícil que resulta ser bailarín".

Prejuicios por el machismo

La falta de fuentes de empleo y lo exiguo de los ingresos de los bailarines los empuja a trabajar, por ejemplo, en la televisión, donde es muy cotizada la figura de los bailarines, pero la calidad de las coreografías es muy pobre, asegura Maldonado.

Además, sostiene, el equipo es muy costoso. ''De los zapatos de punta, por ejemplo, un par puede costar 700 u 800 pesos y se los pueden gastar en una semana o dos."

En su opinión, la mejor preparación de los docentes en técnicas de entrenamiento ha incidido en la reducción considerable de las lesiones. ''En mi época no había todos los adelantos de hay ahora, como el estudio de la kinesiología, la anatomía del movimiento, la fisiología, que ayudan a que la vida profesional del bailarín sea un poco más larga y se pueden prevenir las lesiones."

El también coreógrafo hace un recuento de la duración de la vida profesional del bailarín: son 8 o 9 años de la carrera académica. Si el bailarín tiene la suerte de llegar a una compañía y es un elemento valioso, en tres o cuatro años mejora su nivel y es posible que a los 23 o 24 años esté empezando a hacer papeles como solista. Con buena salud, alimentación y entrenamiento adecuado, puede bailar perfectamente hasta los 40 o 50 años de edad, aunque para lograrlo se requiere mucha disciplina y trabajo.

''Tenemos ejemplos vivos, como Alicia Alonso, que bailó todavía a los 60 años, pero ni hay mil Alicias Alonsos, ni en México el ballet cuenta con el apoyo institucional que se le da en Cuba.

''En países como Cuba, Rusia, en Europa y Estados Unidos los sueldos son altos y los bailarines pueden entregarse completamente a su carrera." Por el contrario, ''aquí muchas veces, si se quiere bailar, se tiene que hacer gratis".

Asegura que los presupuestos para la danza son los más bajos dentro del quehacer artístico.

Reconoce el esfuerzo de los bailarines independientes, quienes en ocasiones se preparan todo el año y sólo se presentan dos fines de semana, por falta de público. ''De esa forma no es posible que su calidad creativa mejore, es imposible que enriquezcan un repertorio y adquieran seguridad como ejecutantes."

En cuanto a los prejuicios sociales en torno de la danza, dice que se dan ''básicamente por el machismo", aunque considera que han disminuido. En otro tiempo -subraya Maldonado- los bailarines varones, en México, eran utilizados simplemente como elementos decorativos, lo cual se ha superado. ''Los prejuicios se van reduciendo por toda esta corriente de información en el cine y la televisión, donde hay bailarines varones ejecutando coreografías muy difíciles y muy fuertes, que solamente pueden realizar ellos."

Finalmente expone que en los estados la situación de los bailarines se recrudece, ya que los presupuestos son todavía más escasos.

''Como son grupos o compañías que apenas están empezando, es mucho más difícil conseguir dinero para las producciones, montar un repertorio, hacer un programa."