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México D.F. Domingo 31 de agosto de 2003

Juan Saldaña /II

Medio ambiente, historia sin fin

Al margen de los "altamente contaminantes" dispositivos políticos, grupales y materiales adoptados para recibir a la nueva legislatura, ante la que el presidente Fox recitará su tercer Informe de Gobierno; al margen aún de los alegatos y "dimes y diretes" de la maestra con sus equivalentes, paralelos y congéneres antiguos o noveles diputados, al margen pues de todo ello, permítame mi querido y valeroso aunque exiguo público lector, que volvamos desde estas líneas al angustioso tema a que convoca sin remedio nuestra realidad ambiental. Nuestra ominosa realidad ambiental.

Y como al conjuro de un llamado expreso, precisamente ayer, en el recuento de los temas nacionales que darán materia al próximo Informe de Gobierno del presidente Fox, surgió apenas ayer, en nuestro diario, el preciso y terrible análisis de Angélica Enciso que consigna la proclividad de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales hacia las campañas publicitarias, más que a la protección del ambiente.

Y es que así es este asunto. La problemática ambiental se encuentra en México ya en niveles explosivos. Los mexicanos no soportamos ya promociones y "ruido" sin resultados concretos. Y si existe algún tema francamente neurálgico, en la balumba de las cuestiones nacionales, es justamente éste del medio ambiente y sus descuidos.

Imposible resulta pasar por sobre las afirmaciones categóricas, incontestables, del maestro Iván Restrepo que concreta, sin vacilaciones, los pendientes: las campañas por los bosques y el agua, esto es, la urgencia de impedir, en definitiva, el desperdicio irracional del agua y, desde luego, la criminal agresión de los talamontes. Continúan los irreversibles perjuicios al patrimonio natural de la nación y no se conocen iniciativas serias de gobierno para evitarlos.

Y tras todo ello se forma un rosario de ineficiencias y carencias mientras la atroz realidad avanza: contaminación de aguas superficiales y del subsuelo; deforestación feroz, desde luego; desordenado hacinamiento de desechos peligrosos; tiraderos clandestinos; brutal descuido de nuestra megadiversidad y carencia de medidas congruentes para el manejo de alimentos básicos modificados genéticamente; permisos y concesiones a particulares, otorgados en temas especialmente sensibles para la población, y ausencia generalizada de información fácilmente perceptible por la población mayoritaria sobre medidas y programas de protección al ambiente.

Y todo esto constituye una tenue aproximación a nuestros problemas de medio ambiente.

Al inicio de esta serie de artículos sobre nuestro medio ambiente, decidimos admitir categóricamente la idea de la corresponsabilidad social para la solución de los problemas actuales y para la conservación, a futuro, del patrimonio natural de la nación. Pero tal corresponsabilidad no excluye en el esfuerzo a ninguno de sus protagonistas. Esto es, somos responsables los particulares; es responsable la sociedad en su conjunto y, desde luego, es directa e inmediatamente responsable el gobierno, que ha asumido la creación de entidades administrativas y de investigación y que también ha fijado sistemas, programas y política por las que está directamente obligado a informar de acciones y, por supuesto, de resultados.

ƑQué nos jugamos los mexicanos en todo esto? ƑPor qué nuestra insistencia, sin compromisos de tiempo ni de espacio, en el tema ambiental?

No existe, hoy en día, tema más complejo y erizado de tesis, enfoques teóricos y propuestas concretas como el del medio ambiente. Y es que, salvo algunos aspectos de salud, nada toca más de cerca la supervivencia humana como el asunto del medio ambiente. Desde el conservacionismo más ortodoxo hasta la posición de economistas y grandes negociadores del patrimonio natural se extiende una amplia y diversa gama de posiciones que tocan de cerca, todas ellas, la enorme urgencia por definir, en ritmo y dimensiones, un camino por el que el género humano pueda impulsar su propio desarrollo. El imperativo es contundente: sin medio ambiente no hay desarrollo justo y perdurable.

Resulta evidente la preocupación mundial ante los problemas ambientales. La humanidad percibe que va en ello su propia supervivencia. Proliferan legislaciones y medidas. Se alzan estructuras y se preparan numerosos grupos de estudiosos y profesionales del cuidado ambiental. Un enorme caudal de información brota del conocimiento ambiental y fluye hacia las ciencias sociales, hacia la economía y hacia la política. La función de gobernar, por ejemplo, hoy obligadamente pasa por el análisis y la reflexión sobre los problemas del medio ambiente.

Visto a futuro, el problema del medio ambiente es, como justamente se ha definido, un problema del desarrollo humano sobre la faz de la tierra. Es un problema de desarrollo en el ritmo y dimensiones que nos exige, de manera directa e imbatible, nuestra propia supervivencia. Es, en síntesis, el contenido significativo de un concepto ambicioso y reciente, puesto en boga por economistas y ecologistas; me refiero al hoy tan decantado concepto del desarrollo sustentable.

Nuestra historia sin fin intentará, en la próxima entrega, ahondar en el concepto

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