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México D.F. Domingo 31 de agosto de 2003

Similitud con el desastre del sumergible Kursk

"Descuidos y errores" provocan el hundimiento de un submarino ruso

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 30 de agosto. Todo indica que del total de 10 personas que se encontraban en su interior, sólo un miembro de la tripulación logró sobrevivir el naufragio del submarino nu-clear ruso K-159, que ocurrió este sábado cuando era remolcado hacia el puerto donde se pensaba llevar a cabo su desguace.

El nuevo desastre naval se produjo en el fatídico Mar de Barents, cerca del sitio en donde hace tres años se hundió el submarino nuclear Kursk, como consecuencia de la explosión de uno de sus torpedos experimentales, trágico accidente que causó la muerte de sus 118 tripulantes.

Esta vez, de acuerdo con una evaluación preliminar de las circunstancias en que sucedió, dada a conocer por el ministro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, el siniestro se debió a que se violaron "todas las reglas de seguridad imaginables", como denominó los descuidos y errores que se cometieron durante la operación de remolque, y que, sostiene, "ya fue posible establecer, sin margen de duda".

La principal falla es que nadie se explica que hacían las 10 personas a bordo del K-159 -submarino nuclear de 110 metros de longitud, dado de baja de la armada rusa en 1989, con una capacidad de desplazamiento equivalente a una cuarta parte de la que tenía el Kursk-, toda vez que su presencia no era indispensable para el remolque, y menos que el sumergible llevara abierta una escotilla, a pesar de la tormenta que había.

La nave -que no llevaba armamento y tenía desconectados sus dos reactores atómicos, lo que en caso contrario, junto con las siempre lamentables pérdidas humanas, hubiera podido provocar una tragedia ma-yor- se hundió a 170 metros de profundidad.

Mal amarrado, el K-159 se desprendió de los cuatro pontones que hacían posible el traslado de su muelle en la localidad de Gremija a los astilleros SRZ-10 del puerto de Poliarni, cerca del más importante centro urbano del Artico ruso, Murmansk, donde iba a ser desguazado.

Por la escotilla increíblemente abierta y varias grietas en su parte superior, que tampoco se sellaron antes de emprender el viaje, el sumergible se llenó de agua y se fue a pique "como una pesada piedra, como un bloque de plomo", dijo Ivanov.

El titular de la Defensa informó que, tras horas de intensa búsqueda, se pudo salvar sólo al marinero Maksim Tsibulsky, cuya vida ya no corre peligro, si bien sigue hospitalizado en estado delicado.

También se encontraron dos cuerpos y se dan por desaparecidas las restantes siete personas desaparecidas, aunque los expertos consideran que ya es imposible rescatar a algún superviviente más, por cuanto nadie podría resistir más de media hora en las gélidas aguas del océano Artico.

"Desgraciadamente me veo obligado a admitir que, a estas alturas ya no hay posibilidad alguna de salvar a nadie más", declaró Ivanov a la televisión rusa, desde Severomorsk.

El ministro viajó a la base de la Flota del Norte rusa con la intención de supervisar las tareas de rescate y la investigación sobre las causas del siniestro, por instrucciones del presidente Vladimir Putin, quien está en Cerdeña como invitado de Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano.

En contraste con la indiferencia y lentitud que mostró al trascender la tragedia del Kursk, Putin reaccionó ahora el mismo día y ordenó, desde la paradisiaca isla mediterránea, "una detallada investigación".

Para el mandatario, que prefirió quedarse con su esposa y dos hijas en la exclusiva Costa Esmeralda al considerar que no había motivos para adelantar su regreso a Moscú, este accidente "demuestra que el mar requiere disciplina y no perdona errores".

Al parecer, Ivanov se fijó como meta encontrar a los culpables de esos errores y, con sorprendente celeridad, ya fue separado de su cargo -mientras la procuraduría militar determina el grado de responsabilidad penal en que incurrió presuntamente- el capitán Serguei Zhemchuzhnov, encargado de la operación de remolque, quien ordenó el comienzo de ésta "a pesar de las condiciones meteorológicas adversas", otra acusación en su contra.

El ministro de Defensa aseguró que no se propone buscar chivos expiatorios, pero las medidas que está tomando, en relación con este trágico accidente y con otros hechos recientes, ponen en entredicho sus palabras.

Así, Ivanov está convencido de que el atentado suicida de los separatistas chechenos en Mozdok, que mató a 50 personas y dejó más de 150 heridos, fue culpa del director del hospital militar, el médico Artur Arakelian, al que calificó de "criminal" por "no haber cumplido la orden de reforzar las medidas de seguridad" en los accesos al nosocomio.

Arakelian, antes de ser detenido, alcanzó a decir que nunca recibió tal orden. La vida del médico caído en desgracia corre peligro, según acaba de denunciar su esposa, debido al deterioro de su estado de salud, cada vez más preocupante al no recibir en la cárcel el tratamiento requerido.

Con la misma tesitura de que todos son culpables menos los grandes jefes del ejército y de la armada, Ivanov atribuyó a "una fanfarronada" el choque de dos helicópteros de combate Mi-24, cuyas tripulaciones -murieron todos los ocupantes- cometieron "una insensata figura de pilotaje aéreo" en el momento de aterrizar, tras participar en las maniobras que Rusia realizó hace poco en el extremo oriente del país.

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