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México D.F. Viernes 24 de octubre de 2003

Gilberto López y Rivas

El compromiso social de los intelectuales

Hoy se inician los trabajos del encuentro internacional En defensa de la humanidad. Este esfuerzo organizativo, que se originó en México y que muy pronto fue acogido como propio en numerosos países, pretende convocar a la organización de una red de intelectuales que desde los movimientos sociales y de resistencia esté permanentemente elaborando, difundiendo, analizando, asumiendo y desarrollando proyectos políticos, económicos, sociales, culturales alternativos y contrahegemónicos al depredador sistema neoliberal y a su amenazante brazo militar, actualmente encabezado por Estados Unidos.

La extraordinaria rebelión del pueblo boliviano en defensa de sus recursos naturales y en contra del entreguismo y la traición nacional de sus gobernantes demuestra palpablemente que no existe determinación fatal que obligue a la pasividad y a la resignación frente a los planes expoliadores del capitalismo, así como que la resistencia puede triunfar, a pesar de los poderosos aparatos ideológicos de control mediático y la maquinaria militar represiva, y no obstante el apoyo político que George W. Bush otorgó al presidente defenestrado y sus comparsas y la indiferencia de la Organización de Estados Ame-ricanos (OEA) ante la matanza de opositores.

Paralelo a la gesta insurreccional boliviana, el mundo fue testigo de un acto de barbarie consumado en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas. En contra de los principios de autodeterminación, respeto a la soberanía de los estados, solución pacífica de los conflictos internacionales y no injerencia en los asuntos internos de los países miembros, los integrantes del Consejo, entre ellos México, pretendieron legitimar (que no legalizar) la agresión armada, la matanza indiscriminada de civiles, el uso de armas de destrucción masiva, la conquista y ocupación neocolonial de Irak. La resolución 1511 es la esquela de defunción de la propia legalidad de la ONU, que no tendrá más autoridad moral para encarar los problemas internacionales regidos ahora por las leyes del terrorismo de Estado, la guerra preventiva, los intereses de las trasnacionales y un grupo neofascista que intenta imponer su voluntad en el mundo.

Sin embargo, la resolución 1511 encuentra una respuesta diaria del pueblo iraquí, que en el uso legítimo a la resistencia nacional lleva a cabo acciones guerrilleras contra las fuerzas de ocupación. Al igual que en Vietnam, no son los jóvenes de la oligarquía estadunidense quienes están pagando la cuota de muertos de la potencia ocupante, en cuyas fuerzas armadas están sobrerrepresentados los pobres en general, las minorías de chicanos, latinos, afroestadunidenses y extranjeros en busca del sueño americano, trastocado en la pesadilla de ofrecer la vida para engrosar las arcas de las empresas de la "reconstrucción" o los consorcios petroleros que participan del botín de guerra que constituyen esos recursos estratégicos.

Las clases gobernantes no parecen darse cuenta de la profundidad y amplitud de movimientos y procesos como el de los Caracoles, los Sin Tierra, piqueteros, cocaleros, familiares de desaparecidos, organismos de derechos humanos; las resistencias de la sociedad civil europea, las luchas inspiradas en afanes étnicos, sociales y nacionales no resueltos, las múltiples formas de rebelión de jóvenes condenados a la desocupación aún antes de ingresar siquiera a los mercados laborales; las inquietudes, incertidumbres y reacciones que provoca la crisis económica en marcha en el interior de las propias metrópolis capitalistas.

Por ello, los intelectuales, los trabajadores de la palabra, del símbolo, de la cultura como instrumento de la especie humana, los tejedores de utopías en la desesperanza, los que piensan, escriben y hablan, a pesar de la maquinaria de homogeneidad y conformismo; los que rompieron el cerco de la rutina, los convencionalismos y la seguridad personal y no se dejaron llevar por el canto de las sirenas del poder y del dinero; los que salieron adelante de las adversidades de su medio para expresar el sentir de su gente; los que se quedaron o regresaron a las luchas de su pueblo, los que finalmente encontraron su camino en la primera persona del plural, todos necesitan organizarse para ser eficaces, ponerse de acuerdo colectivamente para responder en todo terreno a los hacedores de guerras y creadores de infortunios y miserias.

Ojalá que En defensa de la humanidad fructifique más allá de la geografía mexicana, de la academia o el happening político, de lo que se diga y escriba en los dos escasos días de deliberaciones.

Esperemos que la reunión dé inicio a un intercambio real de experiencias, escuchando y aprendiendo de unos y otros para incidir positivamente en acciones y movilizaciones de los de abajo; en idear formas novedosas e imaginativas de construcción de la autonomía en el más amplio significado del término; en coadyuvar a la concepción de un mundo regido por el interés común, la solidaridad y la camaradería.

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