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E S P E C T A C U L O S
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México D.F. Martes 2 de marzo de 2004

A partir del jueves estará con Armando Manzanero en Lunario, en el Auditorio Nacional

Ahora soy más madura y mantengo mis convicciones bien puestas: Tania

"No hay un proyecto cultural, lo que existe es una programación; lo mismo que presenta la tv"

"Nunca pensé que podría encontrarle otras posibilidades a mi voz; ahora tiene colores más bonitos"

FABRIZIO LEON DIEZ

Tania Libertad se ha convertido en una de las intérpretes latinoamericanas más importantes. El año pasado cantó en los foros europeos de mayor prestigio y convenció a un público y a una crítica exigentes, al grado que actualmente su participación es considerada en prácticamente todos los festivales artísticos de renombre, desde Estados Unidos hasta Africa. Además, en fechas recientes se ha presentado con el tenor Plácido Domingo en varios conciertos, como el que dieron en República Dominicana, a finales de enero, con éxito rotundo. A partir del jueves estará en México en el espectáculo La libertad de Manzanero, junto con el compositor yucateco, para luego emprender una nueva gira por Europa, en la que promoverá su más reciente grabación, Negro color.

La artista recibió a La Jornada en la sala de su casa, de cuyos muros cuelgan cuadros y dibujos de afamados creadores, aunque destaca un enorme acrílico de Julio Galán, que representa una orquídea ortodoxa con halo de melancolía por sus colores violetas, contrastados con la luz del fuego que crepitaba en la chimenea.

Al término de la entrevista confiesa: "Me sembré un maguey en el alma", y canta Vértigo, una canción prácticamente desconocida de Chabuca Granda, de quien Tania Libertad es una de sus mejores intérpretes. Habla emocionada del éxito de Alfonsina y el mar. XX años, disco que incluye el tema insignia y piezas que han conformado la educación sentimental de al menos una generación, así como otras que siempre ha interpretado, pero que nunca había grabado. Y se refiere a cómo, luego de 40 años de cantar, atesora el silencio como máxima virtud musical.

-¿Qué opinión le merece la política cultural de los gobiernos federal y de la ciudad de México, en comparación con lo que vivió hace 30 años? ¿Extraña cantar en los pueblos, como lo hacía antes?

-Era mi máximo, y cuando se acabó lo extrañé mucho. No podía prescindir de esas giras, de pararme en los teatros, de seguir cantando para los estudiantes, y lo he intentado después, pero ya ni eso me daban. Cuando surgió la versión de que se iba a crear la Secretaría de Cultura, con Víctor Flores Olea a la cabeza, organicé reuniones en mi casa con cantantes, bailarines y actores; reuní, por ejemplo, a Susana Alexander, Ofelia Medina y Betsy Pecanins, entre otros, y platicamos con funcionarios, a los cuales les pedí que volvieran a esos proyectos. Con Manuel de la Cera, quien sabe mucho de todo esto, presentábamos el proyecto, sexenio tras sexenio; íbamos con nuestros papeles bajo el brazo, y nada.

"Me da mucha tristeza, y ya no es por mí, porque si te enseño mi agenda verás que no me hace falta, pero me deprime pensar que no hay nadie que venga detrás de nosotros, nadie que se forme en esa escuela que fue un proyecto cultural, el cual permitía llevar arte a lugares donde nunca llega.

"Ahora no hay un proyecto cultural, lo que existe es una programación, muchos artistas de fuera, pero no hay un acercamiento hacia los estudiantes o los trabajadores. Basta ir al Zócalo para comprobar que lo que se ve es lo mismo que presenta la televisión. La diferencia de cuando hacíamos este trabajo es que a nosotros no nos podían ver en la televisión, sin embargo, el contacto con la gente era inmediato. Ahora la formación artística está en manos de otras personas, está haciéndose de tal manera que las carreras son efímeras: si el artista tiene éxito, lo siguen apoyando, y si no, va para fuera, y de cientos de miles los que sobresalen son dos, y a esos dos que encumbran les dan cuatro años de vida artística, cuando mucho."

-¿Ha cambiado su percepción acerca de las convicciones luego de haber llegado a los niveles que ahora ha alcanzado y de ser la cantante preferida de muchos funcionarios, empresarios, artistas y diplomáticos? ¿Cómo se ve la realidad a la distancia de su inicio en el canto popular, de su vida militante?

-Las convicciones las tengo más puestas que muchos de mis compañeros, que ya no se acercarían ni siquiera a la mitad de esas canciones. No le debo nada a nadie, que me perdonen, pero es así; es decir, yo no soy lo que soy porque alguien me haya dado un billete, inclusive he tenido que poner dinero de mi bolsillo. Tengo ahora un comportamiento en el escenario que hace 20 años no tenía, más desarrollado, pero las convicciones las traigo bien puestas. Nunca pertenecí a un partido político, pero he cantado para todos, y esa ha sido parte de mi libertad, la que me permite tener los amigos que tengo, así como discutir y expresar libremente mis ideas. Mi padre fue un hombre muy fuerte, era anarquista, ateo, y de alguna manera me enseñó esta manera de ser. Sigo creyendo en la libertad, en la justicia, y me siguen haciendo llorar las mismas cosas de hace 20 o 30 años, creo que no ha cambiado nada de eso en mí.

"Me he vuelto más madura, sí, pero no cínica, nunca he podido jugar con el cinismo, que no tiene nada que ver con mi carácter, tampoco soy lo suficientemente inteligente como para ser intuitiva, pero sí lo soy para quedarme callada frente a los sabios, y eso me ha permitido aprender muchas cosas, por eso guardo silencio frente a Saramago, Monsiváis, Elenita Poniatowska o frente a Carlos Slim, pero también he discutido con ellos.

-El disco en el que interpreta arias de ópera fue muy criticado.

-¡Claro!, y aún ahora encuentro amigos que se han arrepentido de haber criticado mi disco y que lo están rescatando después de un tiempo. Lo hice para cantar algo que estuviera muy cercano a mi emoción. Le metí el mismo sentimiento que a las rancheras o los boleros, y creo que eso es lo que lo hace rescatable. ¿Como voy a pretender tener la colocación de la voz que tienen cantantes que llevan 30 años estudiando sólo para eso? Naturalmente que no la tengo.

Repertorio entrañable

-Háblenos de Alfonsina y el mar. XX años.

-Ese disco fue como tocar tierra y no dejar asignaturas pendientes. Empecé mi carrera discográfica aquí en México, con el disco Alfonsina y el mar, que traía algunas canciones de la trova, y yo le metí cosas de la música negra peruana... muchas de esas canciones yo las hubiera querido grabar, pero me fue ganando la vida y las ganas de hacer otras cosas, entonces se quedaron en canciones que mucha gente piensa que yo grabé, y no es así, por lo que éste es un disco nuevo. Es, desde luego, un homenaje a Alfonsina Storni, con su foto y su último poema, pero el disco es todo nuevo, recién grabado; traje, también, por una cuestión sentimental, al músico que dirigió los arreglos de mi disco en 1983, Naldo Labrín. Mientras yo grababa no sabía qué podría sucederme a mí y a los demás con este disco. Grabé 21 canciones, de las cuales tuve que quitar tres porque ya no cabían, y quedó un repertorio bastante... cómo decir... entrañable. Se trata de canciones que marcan muchas de las cosas que nos han sucedido, que nos han acompañado en un montón de hechos amorosos, políticos, de todo tipo. Este repertorio pertenece a una generación, y se corresponde con otras canciones, como Por ti, de Oscar Chávez; Te perdono, de Noel Nicola; Fiesta, de Joan Manuel Serrat; Cardo o ceniza, de Chabuca Granda, y Ojalá, de Silvio Rodríguez, entre otras.

-¿Y se ha reflejado eso en su aceptación pública?

-Algo que me tiene impresionada es que lo oyeron personas que no pertenecen a esa generación ni a los partidos de izquierda, ni a los grupos con los que yo me juntaba, por ejemplo, los papás de los amigos de mi hijo, y fue increíble su reacción; así empecé a sondear en otros lados y el resultado fue el mismo, después lo llevamos a la tienda, lo presentamos y se volvieron locos, me dijeron, "pues esto yo creo que va a ser disco de oro, mi niña", y de entrada me pidieron 20 mil discos.

-¿Díganos lo que significó el año 2003, la gira por Europa y Estados Unidos, y la conclusión con los conciertos con Plácido Domingo?

-En Europa ya había probado en 2002 algo de lo que podía suceder, pero lo que pasó el año pasado fue impresionante. En el Têatre de la Ville en París, en el Concertgebow, de Amsterdam. En Rotterdam sucedió exactamente lo mismo en un lugar abierto, donde se reunieron unas 50 mil personas. Es un sitio donde tocan artistas que tienen más fama que yo, y, sin embargo, la respuesta fue increíble. Empezó a llover y la gente no se iba. Había cantado como 40 minutos y la gente no me dejaba ir; los técnicos desconectaron el sonido y, como la gente seguía gritando, canté a capela. Fue increíble. Igual aconteció en el Têatre de la Ville, que tiene una programación muy exquisita, ahí no actúa cualquiera, porque no es un teatro que esté abierto a las corrientes comerciales ni a todos los empresarios; me dieron dos días en ese lugar, donde el público compra su abono desde principio de año y va a todos los espectáculos, muchas veces sin saber a cabalidad lo que se presenta, pero confía en que la dirección del teatro programe siempre cosas de calidad. Ahí me aplaudieron de pie. Por eso lamento tanto no presentarme aquí en México. No sé cuándo me sacaron del directorio de los institutos de cultura.

Concepto muy vital

--¿Quiénes son sus músicos cuando viaja?

--Son seis, la directora musical es Sonia Cornuchet, quien toca el piano y los teclados; Félix Casaverde, un gran guitarrista que vino conmigo en 1980, se regresó a Perú y ahora ya está definitivamente conmigo; tengo a dos hijos de los patriarcas de la música negra peruana, quienes, por cierto, acaban de fallecer: Juanchi, quien es hijo de Leonardo Vázquez, y Marco Campos, hijo de Ronaldo Campos, ellos están en las percusiones; Chuco Mendoza toca el bajo, el acordeón y la guitarra, quien también ya había tocado conmigo hace 20 años, y en las percusiones está Gabriela García, que perteneció al grupo Flor de Metal. Ellos hacen muchas cosas en el escenario, todos hacen voces, y es un concepto con mucho movimiento, muy vital.

-¿Como fue el contacto con Plácido Domingo?

-La mánager de Plácido en Europa vino a vernos y le fascinó lo que hacíamos. El me llamó un domingo de principios de noviembre, yo no lo conocía, de hecho todo el camino desde cuando me habló a cuando cantamos, está lleno de domingos...

"El siguiente punto de encuentro fue en Washington, y el único día en que ambos podíamos reunirnos fue también un domingo, a las dos de la tarde. La cita se pospuso hasta las seis porque tuvimos que terminar un ensayo con la casa de ópera de esa ciudad."

-¿No la conocía Plácido?

-No. Sin embargo, el director, que estaba al piano y que ya tenía mi disco, le dijo que yo no tenía ningún problema, "canta desde aquí hasta acá, lo que quieras". Entonces Plácido le dijo en broma: "Sí, ya sé que el problema ahora es mío". De ahí nos fuimos a su casa y seguimos revisando el repertorio

-¿Qué fue lo que cantaron?

-Boleros, aunque yo llevaba dos zarzuelas preparadas, por si él quería. El se empezó a entusiasmar en su casa, ya que teníamos un repertorio para cuatro conciertos. Más tarde nos invitaron a cenar, hizo abrir un restaurante como a la una y media de la madrugada y en el local había un piano, ya sabrás, terminamos como a las cinco. Los siguientes encuentros fueron en Acapulco y después en Nueva York, domingos también. Luego estuvimos en República Dominicana, con la Orquesta Sinfónica Nacional, yo tenía que haber viajado un lunes 19 (de enero), pero las organizadoras decidieron que era mejor que viajara ¡el domingo 18!, para que el lunes empezaran los ensayos.

-¿Cantaron juntos todo el tiempo?

-Así fue. Yo pensé que tenía que cantar cuatro canciones, nomás como invitada, pero hicimos como ocho o nueve duetos y canté como cinco canciones yo sola, y él otras cinco; luego vinieron los encores y la gente no nos dejaba ir, se subió al escenario el compositor Rafael Solano y luego Juan Luis Guerra. La gente quería más. Cuando Plácido cantó Granada, sentíamos que el teatro se venía abajo, y entonces me dijo: "cántate algo tú sola, a capela", y canté Alfonsina, bueno... no te quiero decir los aplausos... fue increíble, y todavía después cantamos juntos Quiéreme mucho, fue un gran concierto. Plácido se quedó tan entusiasmado que le dijo a su mánager que viera si podía ponerme en el concierto de Alemania.

"Nunca pensé que después de tantos años de cantar todavía podría encontrarle otras posibilidades a mi voz, sin embargo, ahora tiene colores más bonitos, claro que sigo tomando mis clases de canto, pero mi maestro se sorprende cada vez y dice que mi voz crece y crece. Plácido me dijo que los armónicos que tiene mi voz no se los había oído a nadie. Todavía no sé a qué se refiere mi maestro, pero creo que son los armónicos de mi voz, me imagino que son estos recursos de los que eché mano desde niña para compensar otras faltas; como que tu voz se alarga y como si tuviera una regla propia."

La libertad de Manzanero, con Tania Libertad y Armando Manzanero, 4, 5, 6, 11, 12 y 13 de marzo en Lunario, costado poniente del Auditorio Nacional. Derecho de mesa: 500 pesos por persona. Boletos: en la taquilla del recinto y en Ticketmaster 5325-9000.

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