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México D.F. Domingo 20 de junio de 2004

José Antonio Rojas Nieto

El precio de nuestro petróleo a EU

El precio de los tres crudos que exporta México se determina en función de cuatro referentes internacionales -tres crudos y un residual-; a) dos crudos estadunidenses: West Texas Sour (WTS) y Light Louisiana Sweet (LLS); el primero con referencia física a Midlan de Texas y calidad de 33 grados API y 1.6 por ciento de azufre; y el segundo con referencia física a St. James Lousiana, con 37 grados API y 0.3 por ciento de azufre; b) un crudo británico, el famoso Brent, referido tanto al sistema de explotación que le da su nombre como al Ninian, ambos en el Mar del Norte, de 39 grados API y 0.35 por ciento de azufre (mientras más grados API y menos azufre tenga un crudo, produce más petrolíferos ligeros y se valoriza más); c) finalmente, un combustóleo, el famoso residual con referencia física en Houston llamado US Gulf Coast No. 6, de 3 por ciento de azufre y que, por cierto, sólo se utiliza en las fórmulas de determinación diaria del precio internacional del crudo Maya, el de menor densidad o más pesado y con mayor azufre de los tres que produce Pemex. Y digo que este residual es famoso porque con base en él se determina el precio interno de una producción diaria de casi 400 mil barriles de combustóleo que se utilizan en la industria y en la generación de electricidad.

Por cierto, como lo ha indicado el nuevo secretario de Energía, en estos momentos se analizan a fondo -incluso se debaten- las fórmulas de determinación del precio interno de los combustibles, incluido este importante combustóleo. Para cada crudo diferentes promedios ponderados de los referentes indicados se ajustan (positiva o negativamente) con tres constantes o factores de ajuste. La magnitud y el signo de estas constantes dependen no sólo del tipo del crudo, sino del momento petrolero que se vive y de la zona de demanda.

Así pues, como correctamente lo señalara La Jornada hace algunos días aludiendo a un boletín de prensa de Pemex del pasado 3 de junio, estas constantes cambiarán a partir del primero de julio, Y su nueva magnitud y nuevo signo (25, 15 y 20 centavos de reducción, respectivamente, para el Maya, el Istmo y el Olmeca destinados a la costa este de Estados Unidos, y de 30 centavos para el Maya destinado a la costa oeste) implicarán una disminución relativa del precio en Estados Unidos (aumento para el caso de Europa) en relación con los precios resultantes de las constantes anteriores. Fue un error negarlo, como lo hizo un presidente de la República mal asesorado, quien, en todo caso, debió asegurar que se podía estar o no de acuerdo con las consideraciones del momento petrolero que hicieron los miembros del GICEH (Grupo de Trabajo Interinstitucional de Comercio Exterior de Hidrocarburos) para determinar esas nuevas constantes. Pero nunca negarlo, porque en los hechos sí habrá esa disminución, como resultado normal de un ejercicio que cotidianamente se realiza.

ƑQué problema había en aceptar -como luego lo hizo el director de Pemex Internacional (PMI)- que, efectivamente, se disminuía el precio de nuestro crudo a los refinadores de Estados Unidos? šNinguno, realmente ninguno! ƑY qué dificultad tenía el Presidente en solicitar al secretario de Energía, o al director de Pemex o al director de Pemex Internacional o a algún otro técnico, que se expusieran las razones que condujeron a ese cambio de constantes? De nuevo hay que decirlo: šninguna! No había por qué defenderse culposamente. Tan fácil que hubiera sido exponer de manera inmediata y clara las razones del cambio en los factores de ajuste. Al menos dos nos ayudarán a entender y a analizar la decisión, pero también -y sobre todo- a entender parte del complejo mercado.

Lo primero a decir es que nuestra producción se concentra cada vez más en el pesado Maya y, en consecuencia, nuestra exportación también. Hoy, la mezcla mexicana de exportación concentra una alta proporción de Maya (ya cerca de 90 por ciento en los primeros meses de este año), el más pesado (22 grados API), el de mayor contenido de azufre (más de 3 por ciento) y el de menor precio (hasta cinco dólares por debajo del Istmo en meses recientes).

Por eso, las ventas externas se sustentarán en el crudo Maya, lo que hará nuestra mezcla relativamente más barata, hecho que exige cuidar su cotización al máximo. Y lo segundo a decir es que por esa menor calidad, nuestra mezcla ya no sólo compite con crudos más finos (que producen más destilados de alto valor), sino con crudos similarmente pesados o con alto contenido de azufre, lo que también exige ser muy cuidadosos con el precio. Hoy se agudiza esto porque la capacidad de producción mundial disponible para enfrentar tanto el alza estacional del consumo en invierno como el ascenso estructural por la recuperación económica, consiste básicamente de crudos de alto contenido de azufre (el promedio OPEP es del orden de 2 por ciento de azufre), justamente los que compiten más, sobre todo en Estados Unidos, con nuestro abundante pero impuro Maya. Esto implica una fuerte pugna comercial de nuestra mezcla ya no sólo con los pesados y azufrosos crudos venezolanos, ecuatorianos y africanos, sino también -es la novedad de hoy- con los crudos árabes. Así es el mercado. Sin duda. Pero, también sin duda, esto puede explicarse y discutirse.

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