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E S P E C T A C U L O S
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México D.F. Miércoles 6 de octubre de 2004

"Mi relación con La Onda Vaselina terminó horrible; no quiero recordarla"

José el soñador es el musical más bello; en él pude utilizar lo que sé de Egipto: Julissa

LUCY OROZCO/ II ESPECIAL

Para la actriz, directora, poductora y trraductora Julissa la película Los caifanes -una de las pocas cintas que fue vista con buenos ojos por el público mexicano joven de la clase media- ha sido la más destacada de su carrera: "Fue en la que sentí que de verdad estaba participanto en un cambio. Aunque mi vida personal en ese momento era un relajo. Estaba pasando por la edad en la que te metes en los peores líos emocionales, cuando en realidad lo que tienes que hacer es tener la mente puesta completamente en tu trabajo", explica en entrevista.

-Tu carrera ha sido muy versátil, primero cantante, luego actriz, traductora, adaptadora, directora... una suerte de mujer orquesta. ƑCómo te volviste empresaria teatral?

-Bueno, en esa primera obra de Papá, pobre papá... participé como productora, pero sin darme cuenta de nada. Mi mamá había producido muchas obras y supuestamente esa la fue de ambas, con el afán de que la gente de la prensa y del ambiente artístico se diera cuenta de que yo no era sólo una baladista, sino que también podía actuar. (Bromeando, ironiza) Mi mamá pensó que yo podía actuar...

-Pero al final, no creo que se haya equivocado.

-Creo que no. La cuestión es que me dijo que íbamos a conseguir una obra para montarla juntas, me pidió que usara mis ahorros de lo que había ganado en las giras y consiguiéramos un buen director, con el objetivo de que empezaran a verme como actriz. Hicimos esa obra en el teatro Milán, nos fue muy bien, teníamos lleno todos los días. Esa experiencia fue muy buena, pues me dieron el premio como la revelación teatral del año. Pero en cuanto a la producción, mi mamá fue quien se encargó de todo.

-Entonces, Ƒcuándo empezó realmente tu carrera como empresaria teatral?

-En 1969, con la obra inglesa Una chica en mi sopa, que traduje al español. Fue entonces que me empecé a dar cuenta de cómo era el manejo de la producción y la manera cómo se debía administrar. En ese momento -muy distinto al que vivimos hoy día- se ganaba dinero en el teatro, no muchísimo, pero sí había ganancias. Tras ese montaje me percaté que había una posibilidad de hacer algo que me pareció muy interesante: la traducción y la producción. Así me convertí en empresaria teatral.

-Te vi con Benny Ibarra en Las mariposas son libres.

-Eso fue dos años después. Yo ya estaba casada con Benny en secreto. No queríamos que nadie se enterara. Me embaracé de Benny ese diciembre, tuve a mi hijo en 1970 y en el 71 hicimos esa obra.

-ƑEn qué papel te sientes más a gusto: como productora, como adaptadora, como actriz, como directora...?

-Ser adaptadora y traductora me encanta, porque tomas todo el tiempo del mundo, cambias, buscas y corriges lo que quieres. En Menopausia, por ejemplo, tardé todo un año para adaptar la obra y todavía al final le cambié cosas; tuve que consultar constantemente el diccionario, le preguntaba a la gente si le gustaba más un texto que otro; es muy divertida esa parte.

-También adaptaste las canciones, Ƒno? Se nota tu sello en la selección musical.

-Así es. Esta vez me ayudó Jaime Almeida en algunas de ellas. Si él hubiera adaptado todas habría sido genial, pero no tuvo tiempo. El me ayudó con cinco de las canciones e hicimos el repertorio juntos, pero las otras 18 melodías me las aventé sola y, desde luego, también los textos.

-Eres una de las pioneras en traer musicales al país. ƑCómo se te ocurrió hacerlo?

-Bueno, a mi papá ya se le había ocurrido mucho antes. El fue uno de los primeros en hacer musicales en México. Mi papá traduce muy bien; con Silvia Pinal hizo una obra que se llamó Ring, ring, llama el amor, que tuvo mucho éxito, en esa obra estaba asociado con el señor Azcárraga Milmo. Hizo La pelirroja, con Virma González; Los fantásticos, con María Rivas; con el Loco Valdés hizo La tía de Carlos, en fin, tradujo y montó muchísimos musicales. Así que desde niña vi que mi papá hacía ese tipo de obras.

Romance con los musicales

-De alguna manera tu gusto por ese género es una herencia familiar.

-Sí. Mi mamá también influyó. Cuando yo estudiaba en Canadá, muy cerca de Nueva York, ella iba por mí y me llevaba al teatro todas las noches. Desde muy chica vi el gran teatro que se hace en Broadway.

-Y ahí comenzó tu romance con los musicales.

-No con todos. Pasé por mi etapa snob, en la que decía: "ƑEl violinista...? No, šguácala, qué porquería!" Pero conforme fui creciendo le hallé el gusto y descubrí que era una maravilla, pero necesitaba crecer.

-ƑCómo se te ocurrió hacer Vaselina?

-Mi mamá fue a verla y nos habló a Benny y a mí, nos dijo que teníamos que verla, que era algo para nosotros. Entonces fuimos a una función, nos encantó; compramos los derechos y la trajimos para acá en 1973. Fue el primer musical en el que yo produje y actué.

-ƑLes fue bien?

-šUy, sí! Vaselina siempre ha sido mi hada madrina, porque ahora es muy difícil que te vaya bien. Antes dabas funciones de martes a domingo, ahora no; pero Vaselina siempre funciona. Claro que hay que dejar que pase un tiempo para que la vean nuevas generaciones.

-De tus musicales, Ƒcuál es tu favorito?

-Sin duda, José el soñador, es la obra más bella. Creo que en ella fue en la que más metí a la niña que llevo dentro, en la que pude utilizar mis conocimientos sobre Egipto. Tengo una gran afición por esa cultura, me fascina. Muchos años quise ser egiptóloga; inclusive he ido dos veces a Egipto. En esa obra tuve un gran respaldo del señor Emilio Azcárraga Milmo, quien me dijo: "De acuerdo, ahí está el teatro, ahí está el dinero, ahí está el tiempo, ahí está la promoción; puedes hacerlo". Es decir, me dejó crear a mi gusto. Creo que merecí haber recibido más veces ese tipo de apoyo, pero no fue así.

-ƑY cómo se te ocurrió formar el grupo La Onda Vaselina?

-En 1988 Vaselina, con Angélica Vale y Alejandro Ibarra, mi hijo, uno de los personajes lo hacía una niña muy chiquitita, entonces me dije: "sería chistoso que la próxima vez que monte esta obra la haga con niños pequeños". Así que en el 89 convoqué a una audición. Quería hacer algo en grande. Me llegaron como 15 mil cartas, elegí como a 250 chavitos, unos muy chiquitos, otros medianos y otros más grandes, presenté varios demos a la disquera y el concepto que más les gustó fue el de los niños pequeños. Entonces integré al grupo que llamé La Onda Vaselina, lo manejé durante muchos años y terminé mi relación con ellos de una forma tan horrible que no quiero ni recordarla.

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