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México D.F. Viernes 29 de octubre de 2004

El próximo martes estarán en disputa 34 curules de la cámara alta estadunidense

Renovación del Legislativo, la otra gran batalla de republicanos y demócratas

Por primera vez podría llegar al Senado un latino, y por segunda ocasión, un negro

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 28 de octubre. La próxima semana los votantes de este país no sólo decidirán quién será el próximo presidente de Estados Unidos, sino también si el Partido Republicano mantendrá el control de las dos cámaras del Congreso, resultado que podría tener enormes consecuencias en temas tan diversos como la política migratoria o la composición de la Suprema Corte.

"En un año presidencial pocos se fijan en el Senado y la cámara", dice la analista Jennifer Duffy del Cook Political Report. "Sin embargo, el Senado tiene bastante en juego y vale la pena ponerle algo de atención".

En estas elecciones nacionales, además del presidente, se elige (o se relige) a los 435 representantes de la cámara y un tercio de los cien integrantes del Senado.

Si George W. Bush gana su relección y su partido mantiene el control de ambas cámaras del Congreso, el presidente tendrá facilitada la renovación de controversiales leyes de seguridad nacional y ampliar así su guerra contra el "terrorismo", además de profundizar sus reformas económicas domésticas. También podría facilitar una reforma de las leyes migratorias y asegurar que se aprueben sus candidatos para muy posibles puestos en la Suprema Corte, los cuales deben ser ratificados por el Senado.

Pero si el control del Senado, donde los republicanos actualmente gozan de una mayoría de 51 contra 49, se traslada a manos demócratas, el presidente estará mucho más limitado en sus acciones sobre seguridad nacional y el presupuesto federal (el cual tiene que ser aprobado por ambas cámaras cada año). Pero si el candidato demócrata John Kerry gana la Casa Blanca sin ningún cambio en el control del Congreso, enfrentará limitaciones hasta en reformas mínimas, y ni hablar de sus ambiciosas propuestas para incrementar el tamaño de las fuerzas armadas o reformar el sistema de salud.

Poca probabilidad de cambio

La mayoría de los expertos pronostican que los republicanos mantendrán el control de la Cámara, donde ahora gozan de una mayoría de 227 contra 205 sobre los demócratas. Aunque todos los representantes federales están en juego en esta elección, los republicanos ha recaudado un monto significativo de fondos para defender sus curules y hasta los demócratas reconocen que es poco probable lograr las 12 o 13 victorias que necesitarían para retomar el control de la cámara baja.

"No hay ninguna probabilidad, no creo que la cámara se traslade" a manos demócratas, dijo el experto electoral Charles E. Cook la semana pasada.

Pero eso no se descarta como posibilidad en el Senado, y sería un gran triunfo para los demócratas. El partido mayoritario en ambas cámaras no sólo cuenta con más votos que su opositor, sino también controla la agenda legislativa y nombra a los presidentes de cada comisión, controlando así qué asuntos serán o no puestos a discusión.

Como resultado, la batalla por el Senado tiene enormes consecuencias para ambos partidos. Cada uno de los 50 estados tiene dos senadores federales electos por sexenios, con un tercio de la cámara alta en juego cada dos años. Este año hay 34 curules del Senado en disputa, aunque dos tercios están ocupados por políticos que tienen casi asegurada su relección.

No obstante, los demócratas creen que hay senadores republicanos vulnerables en varios estados, incluyendo Oklahoma y Alaska, lo cual podría darles el margen que necesitan sobre los republicanos para retomar el control. Un candidato latino en Colorado, Ken Salazar, tiene posibilidades de ganar, convirtiéndolo en el primer senador latino, no de Nuevo México, sino del país, aunque los republicanos también tienen un aspirante latino en Florida, Mel Martínez, ex miembro del gabinete de Bush, quien también podría ganarse esa distinción.

El candidato que ha generado el mayor entusiasmo y atención nacional es el demócrata Barak Obama -de padre keniano y madre blanca estadunidense y educado en Harvard-, quien tiene casi asegurada su victoria para convertirse así en el segundo hombre negro en llegar al Senado en casi 100 años.

Pero los demócratas también están a la defensiva en varios combates para mantener en sus puestos a sus senadores, el de mayor perfil es el propio líder de la bancada demócrata en la cámara alta, Tom Daschle, de Dakota del Sur. Daschle enfrenta a un republicano conservador cristiano y ex representante que acusa al demócrata de haber perdido contacto con el pueblo de su estado con una población de sólo 750 mil habitantes.

El Partido Republicano nacional está invirtiendo un enorme capital financiero y político para derrotar al líder demócrata y grupos cristianos conservadores han movilizado a miles para promover el voto contra Daschle, atacándolo por su apoyo a la opción del aborto y los derechos gay. Por su parte, el Partido Demócrata también ha montado una gran defensa de su líder, quien presenta mínima ventaja en las últimas encuestas, pero pocos expertos se atreven a pronosticar el resultado de esta batalla. Hasta la fecha, entre los dos candidatos se ha gastado lo equivalente a 100 dólares por votante que participará en la elección del 2 de noviembre.

En las últimas semanas esta competencia se ha tornado cada vez más sucia con varias agrupaciones enviando cartas a las iglesias en Dakota del Sur con calcomanías que afirman que un voto por Daschle es un voto por la sodomía; y el senador acusa a su contrincante de "deshonesto".

Una de las anomalías del Senado es que Daschle y varios demócratas más provienen de estados que de manera consistente apoyan a los republicanos para presidente pero religen a demócratas para el Congreso (Daschle ha representado a su estado durante 18 años).

En los estados de Carolina del Sur, Carolina del Norte y Luisiana, los demócratas también tienen posibilidad de ganar, lo cual también cambiaría el equilibrio del poder de la Cámara alta.

También vale señalar que existe la posibilidad de una sorpresa y el control tanto del Senado como de la Cámara podría cambiar de manos como resultado de un surgimiento de nuevos votantes que acudan a las casillas por el intenso interés en la competencia presidencial.

Entre el electorado hay una tendencia de votar por candidatos del mismo partido para todos los puestos en juego, y si millones de nuevos votantes participan y apoyan a John Kerry, podrían también enviar a todo un nuevo grupo de senadores y representantes al Congreso y con ello cambiar el control de ambas cámaras.

Pero el propio jefe del Comité Demócrata de Campañas al Senado, el senador Jon Corzine, de Nueva Jersey, declaró recientemente al New York Times que "no le sorprendería" si los demó-cratas logran agregar a un nuevo senador a su bancada. Si eso ocurre, el Senado quedaría empatado entre 50 republicanos y 50 demócratas. No todos los integrantes de cada partido votan siempre con su liderazgo, pero en caso de empates en los trabajos legislativos de la Cámara alta, el vicepresidente de Estados Unidos tiene el poder constitucional de emitir el voto para romperlo. Por lo tanto, en ese caso el poder de decisión final en el Senado estaría en manos del vencedor en la competencia presidencial.

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