Bernardo Bátiz V.
Paco Huerta
En la historia por escribirse, que va del sistema de partido oficial y control centralizado de todas las manifestaciones sociales a la incipiente apertura democrática, tendrán que figurar los nombres de Francisco Huerta y sus programas, primero Opinión Pública y después Voz Pública.
Paco Huerta, recientemente fallecido, merece reconocimiento por haber sido el primer conductor de un programa de comentarios políticos que estableció la costumbre, cuando esto era muy riesgoso, de abrir el micrófono al público para que expresara sus opiniones, generalmente críticas y en no pocas ocasiones francamente agresivas en contra de personas o de prácticas políticas de entonces; esta actitud valiente, aunada a los propios comentarios del mismo Paco, fueron motivo para que los dirigentes del sindicato de la radio lo persiguieran como a un enemigo y lograran que se cancelaran sus programas, persecución renovada recientemente.
Paco y sus seguidores, cuando esto sucedía, continuaban con sus comentarios, críticas y diálogos en la vía pública y a través del periódico denominado igual que uno de sus programas, Voz Pública.
Me tocó acompañarlo alguna vez en la glorieta de Insurgentes, y otra en la plaza Francisco Zarco, con un equipo de sonido portátil, invitando a quienes pasaban por el lugar a que lo escucharan y a que escucharan a sus invitados, que no faltaban; recuerdo entre ellos a Pedro Arellano, a Jesús González Schmal y a Ana María Chávez Morín, pero podía pedir el micrófono cualquiera que pasara por el lugar y tuviera algo que decir.
El periodismo de Paco Huerta siempre fue una actividad cívica y desinteresada, nunca tuvo ánimo de lucro, ni fines partidistas, y a pesar de que otros después lo imitaron en épocas menos riesgosas, no reclamó ni primacía ni reconocimientos; por otro lado, su posición crítica y su franqueza le valieron que su auditorio se convirtiera en su equipo de trabajo voluntario y en sus amigos, siempre dispuestos a integrarse en grupo y defender las causas que les parecían justas.
Conocí a Paco Huerta en un programa en el que abrió su micrófono al ingeniero Pablo Emilio Madero, cuando éste era candidato a la Presidencia de la República en contra del priísta Miguel de la Madrid, cuando los medios de comunicación estaban siempre prestos al apoyo del candidato oficial, pero nunca dispuestos a darle voz a los opositores; ahí recordé el lema: "Cuando Madero habla, el pueblo entiende", y el ingeniero habló del programa de su gobierno que lo llevó a obtener cerca de cuatro millones de votos, el número más alto alcanzado antes de las concertacesiones.
Desde entonces llevé buena amistad con Huerta, alguna vez hablé en la tribuna de la Cámara de Diputados por su libertad de expresión y en contra del líder que lo perseguía cancelándole sus programas, y muchas veces acudí a dar mi punto de vista ante su generoso micrófono; la amistad nunca le limitó para que fuera yo también blanco de sus críticas, cuando en mi carácter de procurador pensó que no hacía bien.
Los dueños actuales de medios de comunicación y el público en general tenemos una deuda de reconocimiento con este periodista de vocación, respetuoso de sí mismo y por ello siempre valiente y siempre dispuesto a decir su verdad y a sostenerla contra viento y marea. George Orwell escribió alguna vez que la libertad significa el derecho de decirles a los poderosos lo que no quieren oír. Paco fue en ese sentido un hombre libre, y donde esté, lo seguirá siendo.