jornada


letraese

Número 149
Jueves 3 de diciembre
de 2008



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate

opiniom


Patricia Volkow *

Farmacéuticas, ética y salud pública

Las compañías farmacéuticas tienen que considerar como valor de éxito no sólo las ganancias comerciales sino el número de seres humanos que se benefician de sus productos

Desde sus inicios, el sida involucró temas fundamentales de la ética:
la confidencialidad, el derecho a la asistencia médica, el derecho a una vida digna, el derecho al trabajo. Pero a estas necesidades se le agregan otras, no tan explícitas, pero que hoy se ven como problemas graves que requieren ser abordados.

Quizá la principal sea la relación de la industria farmacéutica con el quehacer médico. Las compañías farmacéuticas son organizaciones lucrativas, sin embargo sus blancos comerciales forman parte del artículo 22 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “El acceso a la atención médica”, lo que nunca es tomado en cuenta en sus políticas de precios y distribución. La industria utiliza como técnica mercantil el apoderamiento de los usuarios potenciales, quienes en ejercicio de su derecho, a todas luces justo, reclaman el acceso a los medicamentos. Pero, ¿no quisiéramos que todo los enfermos: pacientes diabéticos, los pacientes con enfermedades mentales, asma, cáncer tengan acceso a los avances tan extraordinarios que ha tenido la ciencia en las últimas dos décadas?

En el reclamo de acceso a medicamentos para tratar el VIH, promovido por algunas compañías farmacéuticas, no se señala los altos costos de los fármacos —algunos de ellos cuestan varias decenas de veces el salario mínimo. El gasto per capita en salud de México es casi la décima parte de lo que se invierte en EU y sin embargo hay antirretrovirales que se venden mucho más caros en nuestro país. Sí al acceso universal, pero, ¿a qué precio? Cómo justificar que los medicamentos en países de muchos menores recursos sean comprados a mayores costos, como sucede hoy con algunos antirretrovirales en México y otros países de Centroamérica. Es injustificable e inmoral.

Las compañías farmacéuticas tienen que meter como valor de éxito no sólo el peso de las ganancias económicas sino el valor del número de seres humanos que se benefician de sus productos. En la medición del éxito hay que incluir otros parámetros: no sólo los millones de dólares de ganancia, sino los beneficios que se han generado cada año en más seres humanos. Los años de vida ganados, las muertes prevenidas la riqueza que representa salvar la vida de madres y padres que cuidaran a sus hijos, esto representa un capital social incalculable. El número de niños que se evito se infectarán por transmisión madre-hijo, solo utilizando estos parámetros será posible que no se empeñe el futuro de las sociedades en los países más pobre de la tierra.

Frente a la epidemia de VIH, que no ha dejado de cimbrar a la humanidad desde que se inició, tenemos que permear los valores éticos a todas las esferas involucradas en su lucha. El aprovisionamiento de medicamentos es indispensable, pero los altos costos extenúan los presupuestos destinados a la lucha contra el sida, viéndose gravemente afectado el rubro de prevención. El anuncio a principios de este año por parte de la farmacéutica Merck del fracaso de uno de los ensayos de vacuna contra el sida, que se vislumbraba como una de los métodos preventivos más prometedores, nos tienen que hacer reflexionar y retomar el rumbo de la lucha. Hoy el sida sigue siendo una enfermedad incurable. Los avances en mejorar la supervivencia y la calidad de vida son extraordinarios, pero muy costosos. Al ritmo de crecimiento de la epidemia no habrá presupuesto que alcance, la prevención debe formar parte de las agendas de todos los actores involucrados en la lucha incluyendo a las compañías farmacéuticas. Que no se dé margen a pensar que cada infección que no se previene beneficia a alguien.

* Especialista del Instituto Nacional de Cangerología




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