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Apoya teoría que la ubica como función cognitiva de adaptación que ocurre con la evolución

Expertos hallan fundamento biológico de la creencia en Dios

No se trata de un centro neuronal, sino de varias zonas del cerebro, explican los especialistas del Instituto Nacional Estadunidense de Desórdenes Neurológicos

The Independent
Periódico La Jornada
Viernes 20 de marzo de 2009, p. 2

La creencia en Dios está profundamente arraigada en el cerebro humano, el cual está programado para las experiencias religiosas, según un estudio que analiza por qué la religión es un rasgo humano universal que ha abarcado todas las culturas a lo largo de la historia.

Científicos que buscan un punto de Dios neuronal, que controle la creencia religiosa, piensan que no se trata de un centro en sí, sino de varias zonas del cerebro que forman el fundamento biológico de esa creencia.

Los investigadores señalaron que sus hallazgos apoyan la idea de que el cerebro ha evolucionado para ser sensible a cualquier creencia que eleve las probabilidades de supervivencia, lo cual podría explicar por qué creer en Dios y en lo sobrenatural se ha difundido tanto en la historia evolutiva humana.

La creencia y la conducta religiosas son distintivas de la vida humana, sin ningún equivalente animal aceptado, y se encuentran en todas las culturas, indicó el profesor Jordan Grafman, del Instituto Nacional Estadunidense de Desórdenes Neurológicos e Infartos, en Bethesda, cerca de Washington. Nuestros resultados son únicos en cuanto demuestran que redes cerebrales bien conocidas transmiten componentes específicos de la creencia religiosa, y apoyan teorías sicológicas contemporáneas que ubican la creencia religiosa dentro de las funciones cognitivas de adaptación que ocurren con la evolución.

Los científicos están divididos sobre si la creencia religiosa tiene base biológica. Algunos teóricos de la evolución han sugerido que la selección natural darwiniana podría haber favorecido a individuos capaces de usar la creencia religiosa para sobrevivir a dificultades que de otro modo los habrían abrumado. Otros consideran que la creencia religiosa es un efecto lateral de cierto rasgo del cerebro humano que busca convicciones coherentes acerca del mundo exterior. Sostienen que la religión y la creencia en Dios no son sino una manifestación de este fenómeno biológico intrínseco que hace tan inteligente y adaptable el cerebro humano.

El estudio más reciente, publicado en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias, consistió en analizar el cerebro de voluntarios a quienes se había pedido pensar en problemas y cuestiones religiosos y morales. Los científicos emplearon una máquina funcional de imágenes de resonancia magnética, capaz de identificar las regiones de mayor actividad energética en el cerebro.

Descubrieron que personas de diferentes credos religiosos, así como ateas, tendían a utilizar los mismos circuitos eléctricos del cerebro para resolver un conflicto moral, los cuales también se empleaban cuando personas de inclinación religiosa consideraban asuntos relacionados con Dios.

El estudio descubrió que varias zonas del cerebro participan en la creencia religiosa, una dentro de los lóbulos frontales de la corteza –que son exclusivos de los humanos– y otras en regiones de evolución más antigua, en lo profundo del cerebro, que los humanos tienen en común con los simios y otros primates, reveló el profesor Grafman.

Misterio

“No hay en estas estructuras cerebrales ningún aspecto que sea exclusivo de la creencia religiosa. La religión no tiene un ‘punto de Dios’ como tal, sino que está imbricada en toda una gama de otros sistemas de creencias en el cerebro que utilizamos día con día”, explicó. Añadió que el estudio sugiere que el cerebro es inherentemente sensible a creer en cualquier cosa si hay fundamento para ello, pero cuando hay un misterio acerca de algo, la misma maquinaria neuronal se aplica en la formulación de la creencia religiosa.

Cuando tenemos un conocimiento incompleto del mundo que nos rodea, nos ofrece la oportunidad de creer en Dios. Cuando no tenemos una explicación científica de algo, tendemos a creer en explicaciones sobrenaturales, añadió Grafman, quien cree en Dios. Tal vez obedecer a fuerzas sobrenaturales de las que no tenemos ningún conocimiento facilitó el surgimiento de las formas religiosas de la fe.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya