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El escritor uruguayo firmó más de 400 libros a sus lectores, la mayoría jóvenes

Generosidad de Galeano ante una espera estoica
Foto
Eduardo Galeano, ayer, durante la sesión de firma de libros a sus fans, en la sede de Siglo XXI EditoresFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de abril de 2009, p. 7

El rostro de Eduardo Galeano muestra cansancio y no es para menos, pues faltan 10 minutos para que cumpla tres horas ininterrumpidas de firmar libros, lo cual ha hecho prácticamente de pie, y la extensión de la fila que se mantiene a las afueras del Centro Cultural Arnaldo Orfila hacen prever que todavía continuará al menos otra hora.

Generoso con las cerca de 400 personas que desde las dos de la tarde comenzaron a formar esa serpenteante línea humana a las afueras de Siglo XXI Editores, el escritor uruguayo se da tiempo para escuchar lo que quieren decirle, platicar alguna anécdota, dejarse fotografiar y dar un beso, un abrazo o un apapacho.

Son las siete de la noche del viernes 3 de abril y sólo restan seis decenas de lectores, en su mayoría jóvenes, que se mantienen emocionados en espera de que Galeano estampe una dedicatoria y su rúbrica en el ejemplar de alguno de los libros que han traído de su casa o que momentos antes han comprado en la librería del propio centro.

Vale mucho la pena, maestro

Cifras preliminares de los empleados califican a éste como un buen día, pues se han vendido arriba de 260 ejemplares de los distintos títulos que siglo XXI publica de Galeano, y todavía hay quienes llegan para adquirir cuando menos uno.

Ha sido una espera estoica por parte de varios de los que aún permanecen formados. Algunos se han mantenido ahí durante dos horas.

Pero vale mucho la pena, maestro, le responden a Eduardo Galeano cuando éste se disculpa por ese largo tiempo que han debido invertir para llegar hasta él.

Cierto, ya no cae el despiadado sol que ha fustigado a nuestra ciudad en estos días, y el calor se ve amainado por un fresco vientecillo. Pero hubo quienes, un par de horas antes, no tuvieron tan amables condiciones y debieron sortear los inclementes rayos solares y ese bochorno que obligó al autor de Las palabras andantes a despojarse de la camisa y firmar libros en camiseta.

“Me gusta hacer strip tease”, bromea con el poeta Jaime Labastida, director de Siglo XXI, cuando éste le dice que se despojará del saco para no verse tan formal.

Fenómeno masivo

Galeano se ha tomado ya tres tazas del delicioso café cortado que se expende en la cafetería del centro cultural. Igual es el número de botellas de agua de las que ha dado cuenta.

Sigue de pie con la firma de libros, pero se confiesa cansado, y se le nota.

Su rostro es una mezcla de fatiga y de emoción. Acaso no imaginaba cuán profundo es su poder de convocatoria y no esperaba respuesta tal de sus lectores, aunque ya había ofrecido presentaciones masivas en Bellas Artes y la Sala Nezahualcóyotl.

El escritor comenta que no puede pedir ayuda a su clon, porque le salió de mala calidad: Está descansando porque es muy borracho, y dice que por eso él tiene que encargarse de todo el trabajo. Promete que hará aerobics para la próxima ocasión que enfrente una circunstancia similar.

Están por ser las ocho de la noche, y llega el acto a su final. Han sido más de 400 libros firmados, porque, al principio, estampó su caligrafía hasta en tres de los ejemplares que llevaban los lectores. Fue una sesión larga, de casi cuatro horas. Un fenómeno de multitudes, que en el ámbito de la música comercial o el cine, es normal, pero que en el de la literatura rebasa toda lógica, más aún cuando las estadísticas señalan que México no es un país de lectores, y mucho menos de jóvenes lectores. Entonces, ¿de dónde salieron todos aquéllos que estuvieron este atardecer con Eduardo Galeano?