Opinión
Ver día anteriorMiércoles 22 de abril de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Melón

Se fueron

E

ste año es testigo de varios fallecimientos de figuras del medio artístico. Por mi parte lamento esta situación y espero que la parca nos dé un descanso. Me siento obligado a darle un sentido pésame a la familia de Leonel Polanco por la muerte en fecha reciente de este gran cantante, quien al principio de su trayectoria artística fue destacado sonero y más tarde se convirtió en primera voz de Los Tres Caballeros. En compañía de Roberto Cantoral y Chamín Correa grabó éxitos como El reloj, La barca y Chamaca del alma, sólo por citar unas cuantas, que fueron muestra de la calidad de un trío que brilló con luz propia merecidamente.

Sólo me queda decir que Dios lo tenga en su gloria y lamentar su fallecimiento recordando lo que una vez escribió Matarili: A un sonero no se le llora, se le despide con canciones. En este momento lo estoy haciendo al escuchar un disco que contiene El reloj y La barca, en el que Leonel dejó constancia de su registro vocal, haciendo gala de unos agudos sensacionales.

Este disco, cuando salió a la venta en sencillo, es decir, antes del LP, tuvo la particularidad de ser éxito por los dos lados, cosa difícil de lograr y que lanzó al favor del público a este trío, que llegó al éxito gracias a la calidad de sus integrantes: Cantoral como compositor, el requinto de Chamín y la voz de Leonel.

El ambiente sonero de Nueva York también sufrió gran pérdida: la desaparición del percusionista Manny Oquendo por una afección renal y un ataque cardiaco, de acuerdo con Andy González y René López. Según sé, Manny colaboró con Tito Puente, Eddie Palmieri y fue fundador del Conjunto Libre, reconocido y admirado en el ambiente sonero de la Gran Manzana. Descanse en paz.

Desde mi punto de vista la envidia y la egolatría han hecho que la música que nos gusta, queremos y nos apasiona no tenga el reconocimiento que merece, y hace que carezca de la estabilidad que este servidor espera desde hace algunos años.

Con horror leo, por medio de varios emilios, en especial los que me envía el señor Israel Sánchez Coll, la forma en que se atacan en Herencia Latina y en otros más. Según mi opinión personal deberíamos tratar de ver las cosas de otra manera.

Reconociendo que esto es subjetivo y todos tenemos derecho a dar nuestra opinión, pero respetando la de otros, y sobre todo reconocer la labor que desempeñan en favor de nuestra música personas que nos acercan a ella y hacerla que tenga realce y no sufra un estancamiento como ha sucedido en varias ocasiones; por supuesto hablo de lo que sucede en México y lo que leo en los emilios, esperando un pronto repunte.

Casi al final de la década de los 40 llegó el mambo de Pérez Prado y trajo un auge que duró hasta que apareció el cha-cha-chá. Con la aparición del rocanrol llegó una calma chicha en el ambiente sonero, que con la llegada de la salsa y el auge de Buenavista mantuvo el interés por nuestra música latente. Pero en la actualidad no lo hay como en épocas anteriores.

Justo es también reconocer la labor que desarrollaron empresarios y promotores que en algunos casos se ganaron a pulso lo que éste servidor llama un mal necesario. Ha servido para el desarrollo de nuestra querida música; aunque para mí no hay salsa, no dejo de reconocer que la palabrita generó trabajo y marcó una época a la que contribuyeron personalidades como Pacheco, Massuchi, Ralph Mercado, quienes siguieron los pasos de Catalino Rolón, Federico Pagani y otros más que en el pasado dieron realce a lo que para mí es la expresión musical más bella y me ha puesto a gozar por seis décadas.

En estos 60 años he tenido la oportunidad de conocer y admirar a verdaderos maestros, soneros en toda la extensión de la palabra, que nos legaron páginas llenas de calidad y, sobre todo, una escuela que sirvió para el surgimiento de nuevos valores que han nutrido la baraja sonera que hoy hace que el saoco y el jícamo penetren en el gusto de la juventud. ¡Vale!