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Economía Moral

Ganadores y perdedores del 5 de julio

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n la elección del domingo hubo muchos más perdedores que ganadores. Ganó la coalición electoral PRI-PVEM-Televisa; ganó la alianza de Andrés Manuel con el PT, Clara Brugada y Juanito en Iztapalapa; ganó Elba Esther; y ganó la campaña por el voto nulo. Perdieron Calderón, la guerra contra el narcotráfico como actividad central de gobierno, el PAN y su guerra sucia, el TEPJF y su intromisión en la vida interna del PRD, los chuchos y su seudoizquierda (que no nueva izquierda), René Arce y su reinado hereditario en Iztapalapa, el IFE, el PSD, la más reciente reforma electoral, los críticos de Andrés Manuel por su genial maniobra en Iztapalapa, y perdieron la democracia y el ciudadano de a pie.

El triunfo del PRI es un triunfo pírrico. Por una parte, una proporción importante de sus votantes no votaron por él sino contra el PAN, contra Calderón. Fue el voto de castigo el que le benefició. Por eso sus peores resultados se presentan en las entidades federativas donde gobierna el PRD. Por otra parte, es indispensable no olvidar que algo similar ocurrió en 2003, cuando el PRI se convirtió en la primera minoría en la Cámara de Diputados (como ahora). Es una victoria pírrica porque está basada (al menos en parte) en la peor degradación de la política, que consiste en convertir a los candidatos en personajes sexy, en imágenes vendibles, y vendidas, en la tele: en mercancías, transformando así el nombre de la persona en marca. Es el caso de los gobernadores electos en Querétaro y Nuevo León y los alcaldes electos en Guadalajara, Tlaquepaque, Cuernavaca, Puerto Vallarta y Huixquilucan, todos varones (cuyo rango de edades va de 28 a 44 años) bien presentados y ‘blanquitos’ (y casi todos emparejados con mujeres hermosas o, al menos, elegantes). Émulos, pues, de Peña Nieto (véase El Universal del 7 de julio) al que AMLO le ha llamado el barbie masculino. Habría que comprobar si en efecto, las televisoras y periódicos locales se encargaron de construir su imagen, aunque esto aparece como altamente probable, dada la alianza PRI-Televisa. La pregunta, ahora que el PRI-PVEM tendrá mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, es si el pacto con Televisa incluye un compromiso del PRI de revertir la reforma electoral por la cual las empresas de televisión ya no pueden cobrar (legalmente) por los espots electorales. Granados Chapa hace notar la paradoja del superpartidazo dinosaúrico que en el DF no ganó ningún distrito electoral nacional ni local (de hecho obtuvo su porcentaje de votación más bajo a nivel nacional: 16.1%), mientras en el estado de México ganó 92 de 125 municipios y la inmensa mayoría de los distritos, con lo cual aumentará sus diputados locales de 22 a 39 y tendrá mayoría absoluta en el congreso local.

La debacle de la izquierda se debió a dos factores: 1) la disputa interna en el PRD y en el extinto FAP (Frente Amplio Progresista) entre los bloques formados por López-Obrador, PT, Convergencia y las corrientes del PRD que apoyan a AMLO, y el formado por los chuchos (y otras corrientes de izquierda light), de tal manera que en la mayor parte del país concurrieron desunidos (y en Iztalapa se enfrentaron); 2) el crecimiento notable del voto nulo (sobre todo en el DF) se hizo a costa, sobre todo, del voto por la izquierda. Sobre el primer punto, véase la gráfica anexa, que muestra la evolución del voto en el estado de México, uno de los centros del desastre perredista (que perdió dos de los municipios más poblados del país: Ecatepec y Nezahualcóyotl y muchos otros). Se aprecia claramente que la mayor parte de la caída estrepitosa de la votación por el PRD se compensa con el aumento en la del PT y el PC (Convergencia). Nótese que el desastre de la izquierda no parece tanto en las cifras absolutas para diputados federales en el estado de México: la suma de PRD-PT-PC es de 26.8 por ciento: sólo 1.6 puntos por debajo del nivel de 2003 y superior en 4 puntos al PAN (22.2 por ciento). Con esa votación, si hubiesen participado plenamente unidos habrían ganado muchos más municipios y distritos (locales y federales).

En el estado de México el voto nulo no creció mucho y, de hecho, se situó por debajo del promedio nacional de 5.4 por ciento. En cambio, en el DF se disparó hasta 10.8 por ciento, superando la votación de todos los partidos pequeños y no muy lejos de la del PRI (16.1 por ciento). El movimiento por el voto nulo, a nivel nacional, habría elevado en 2 puntos porcentuales los votos nulos si suponemos que en su ausencia, el nivel de éstos habría sido igual al de 2003: de 3.36 por ciento. Un logro significativo: alrededor de 680 mil votos que, favoreció al PRI.

El desenlace en Iztapalapa (ventaja de 52 mil votos del PT) refleja al menos tres cosas: 1) El TEPJF se equivocó radicalmente: la gente quiere que Clara Brugada sea su delegada y lo quiso siempre; el resultado abrumador lo prueba de manera contundente y descalifica la intromisión militante del TEPJF contra la izquierda independiente. La magistrada Alanís, si le queda algo de dignidad, debe renunciar. 2) El peso enorme, en el DF, de Andrés Manuel, que en sólo dos semanas logró que la gente le hiciera caso y, para que ganara Clara Brugada, votara contra ella. 3) La madurez y disciplina política de la ciudadanía de Iztapalapa que derrotó la maniobra en contra de su querida candidata.

Calderón es el gran derrotado a nivel nacional. La gente no lo quiere y no quiere a su partido. Desde el ocupante de la Presidencia hasta sus presidentes municipales, pasando por sus gobernadores, han gobernado mal: son corruptos y sin oficio. Por eso perdieron la mayoría de las gubernaturas en juego y redujeron drásticamente los municipios que gobiernan. Las necesidades de la población no están relacionadas prioritariamente con la guerra al narcotráfico. La población necesita mejores empleos, y el presidente del empleo no sabe cómo generarlos; la población necesita mejores escuelas, clínicas y hospitales y Calderón no sabe, no quiere y no le importa proveerlas. Hubo voto de castigo y este voto fue masivo. Llenó su gabinete de improvisados. El único requisito para formar parte de él es formar parte del grupo compacto, ser leal a Calderón. Se equivocó con la guerra sucia contra el PRI. Se acabó su sexenio. El que mal empieza, mal acaba.