Opinión
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Calentamiento global: la ley Waxman-Martey
E

n diciembre 2008 la Oficina de Manejo de Tierras del estado de Utah llevó a cabo una subasta de concesiones para realizar perforaciones de gas natural. Casi todos los participantes eran representantes de compañías petroleras y gaseras. Pero había uno que no lo era: se trata del estudiante de economía de la Universidad de Utah, Tim DeChristopher, que se introdujo en la subasta y participó haciendo ofertas cada vez más elevadas. Obligó a que las pujas de los demás se fueran al cielo y varias de las compañías terminaron adquiriendo concesiones a un costo muy superior al que habían planeado. Al mismo DeChristopher se le adjudicaron concesiones por una cifra de un millón 300 mil dólares. Pero éste no tiene la menor intención de pagar un céntimo por las concesiones que adquirió.

DeChristopher se coló en la subasta para descarrilarla. Las compañías que adquirieron concesiones a precios estratosféricos están furiosas y han pedido la anulación de la subasta (algo que está cuajado de problemas legales). El estudiante es objeto de una investigación federal, está acusado de fraude y encara una pena de diez años de cárcel y 750 mil dólares de multa. En la mejor tradición de la resistencia civil, Tim DeChristopher dice estar satisfecho y preparado para leer diez años de libros en una prisión federal. Si usted quiere hacer un donativo para cubrir los gastos de la defensa, vaya a www.peacefuluprising.org.

Esta es la última en una serie de protestas realizadas por organizaciones ambientalistas en Utah y otros estados. Estas organizaciones están desesperadas: en las postrimerías de la administración Bush los planes se aceleraron para vender concesiones y esta tendencia no se ha revertido bajo la administración de Obama. La irritación aumenta porque en materia de energía y emisiones de gases invernadero, no se notan muchos avances. Hace tres semanas la Cámara de Representantes aprobó la ley sobre energía limpia, mejor conocida como ley Waxman-Martey, LWM (por los legisladores que la patrocinaron). El objetivo de esta legislación es reducir las emisiones de gases invernadero sin frenar a la economía estadunidense.

El componente más importante de la LWM es el sistema de mercado de emisiones de gases invernadero. Este mecanismo funciona como sigue: a) se establece un tope para el nivel agregado de gases invernadero que es posible emitir cada año; b) se distribuyen las cuotas permitidas de emisiones entre los distintos agentes económicos que históricamente han estado contaminando; c) cada año, los agentes que rebasaron sus cuotas de contaminación deben comprarle a los que se mantuvieron por debajo de las suyas la parte no utilizada para entregarle un balance equilibrado a las agencias reguladoras.

Se establece así un mercado de cuotas permitidas de emisiones de gases invernadero que debería conducir a una reducción en las emisiones por dos razones. Primero, porque hay un incentivo a mantenerse por debajo de la cuota permitida. El componente no utilizado puede ser vendido en el mercado de emisiones de carbono. Segundo, cada año el nivel agregado se va reduciendo y los agentes reciben autorizaciones menores para contaminar, con lo que aumenta la presión para introducir eficiencia y recortar las emisiones. Esta es la teoría.

La realidad es que el mercado de emisiones de carbono no es tan efectivo. La Unión Europea ya posee el mercado más desarrollado de emisiones de gases invernadero y éstas no han disminuido. Por otro lado, regalar un permiso a los principales contaminadores no es necesariamente la mejor manera de comenzar a regular una actividad contaminante. Adjudicar cuotas permitidas a los contaminadores lleva la cláusula del abuelo al extremo (los derechos históricos a contaminar son reconocidos por el nuevo sistema). Aquí hay un problema ético, pero eso no es todo.

El mercado de cuotas transferibles tiene todo tipo de agujeros que servirán para eludir las obligaciones de cada agente, lo que impedirá alcanzar el objetivo deseado. Finalmente, las cuotas excedentes pueden servir de títulos financieros con lo que se desvirtúa el mercado, transformándose en un casino, un terreno propicio para la especulación que en nada contribuye a disminuir los niveles de emisiones de gases invernadero.

La ley Waxman-Martey es tímida y tardía. Está contenta con estabilizar la concentración de gases invernadero en la atmósfera en las 450 partes por millón (ppm). En ese nivel, el aumento en la temperatura promedio global es de dos grados centígrados, lo que representa muchos problemas. Muchos estudios señalan que se necesita regresar al nivel de las 350 ppm (actualmente la concentración se encuentra en los 387 ppm). El mecanismo del mercado de cuotas de emisiones permitidas no es el camino para lograrlo. La ley Waxman Martey pasará ahora al Senado y ya veremos si se convierte en ley. La próxima semana analizaremos las metas de esta ley y sus implicaciones para las negociaciones internacionales sobre calentamiento global.