Las ciudades de Emilo Payán, alegres y coloridas, contrastan con la que la mayoría de los capitalinos vive a diario. Tras abrir la noche del miércoles su exposición pictórica Ciudades ¿visibles?, en Casa Lamm Centro de Cultura (Álvaro Obregón 99, colonia Roma), Payán aseguró que la urbe es hermosa, entonces, hay que buscar su belleza, sus colores y hay que imaginársela también. Hay que hacerla caminable y vivible, si no, es horrible. Expreso en la tela mucho cómo me siento en el momento; es mi manera de pintar.

Ciudades ¿visibles? comprende 10 cuadros seleccionados por Teresa del Conde (quien escribió el texto de sala), Germaine Gómez Haro y Payán, de alrededor de 20 pintados por el artista en lo que va del año. Nostalgia, la primera de la serie, es la más puntillista o cuadradista, como dice Payán. Sobrevuelo es una vista aérea.

–¿Hacia dónde va tu obra?

–Quisiera que fuera hacia una mayor creatividad, una mayor madurez. Tengo muchas fantasías en la vida. Quisiera exponer y trabajar muchísimo. Actualmente en mi vida me encuentro en un momento muy feliz y lo expreso mucho en mi pintura.

Se le preguntó al periodista Carlos Payán Velver, padre del expositor: ¿qué representa para usted tener un hijo pintor?

“Lo que me encanta –contestó– es que Emilio haga su tarea con entusiasmo y pasión. Entonces, si está apasionado por lo que hace, estoy apasionado también”.

–Él ya había destacado como impresor, pero éste es otro paso.

–Tiene muchos años haciendo cosas; ahora ya salió del clóset.

El pintor Arturo Rodríguez Döring conoce la obra de Emilio desde los primeros trazos, que dio siendo ya adulto. Entonces, ha ido evolucionando poco a poco. Es un hombre joven, así que lo que hace, no es una obra de madurez. Todavía le falta muchísimo, pero ahorita es un buen momento para un debut oficial, porque esta obra está bien cocinada, su lenguaje ya está muy consolidado y la técnica se siente muy profesional.

Para Rodríguez Döring Emilio tiene un ojo sumamente entrenado. Por su trabajo, su cultura y su trayectoria, evidentemente hay muchísimos lenguajes que tienen que ver con tendencias como los modernismos del siglo XX, que están muy bien asimilados. Habrá que ver qué hará después. Creo que van a salir cosas mucho mejores.

Al pintor Gustavo Monroy le llamó la atención la obra de Payán, ya que el arte que se produce en la ciudad de México por lo normal es pesimista y catastrofista, porque la padecemos. Emilio lo padece igual que todos, pero su visión es optimista y lúdica. En su pintura hay referencias muy inmediatas y claras, como la obra del artista vienés Hundertwasser, pero Emilio ha podido construir su propio lenguaje a partir de su visión de la ciudad.

De acuerdo con la curadora y crítica de arte Germaine Gómez Haro, la obra de Payán es una novedad que estamos promoviendo. Ha dado un gran salto, porque su formación es de grabador, y de alguna manera autodidacta, pero con un conocimiento y formación muy cercana a todos los pintores, pues vemos cómo se ha podido desarrollar este lenguaje que me parece es de una frescura y espontaneidad notables, así como de una factura muy delicada y fina, que ha ido perfeccionando.

Elín Luque, directora de artes visuales de Casa Lamm, señaló: “por lo regular en agosto nos gusta hacer presentaciones de artistas que tratan de posicionarse, que están trabajando. Tanto Emilio Payán, como Julie Sasson (inauguró en la planta alta la muestra Manantial de emociones), de alguna forma tienen un currículum disciplinado de aprendizaje. No tienen exposiciones en sitios reconocidos, pero de alguna forma han llevado un camino de disciplina en el trabajo plástico”.