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El infierno sigue, declara el estudiante de la UAM, quien narra su detención y encarcelamiento

Villarreal Gómez teme por la seguridad de su familia, luego de ser amenazado por la PGR
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de octubre de 2009, p. 16

Ramsés Villarreal Gómez, el estudiante de sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) que fue detenido por su presunta responsabilidad en la explosión de uno de los cinco artefactos que estallaron en sucursales bancarias en el Distrito Federal, asegura que el infierno sigue, porque a final de cuentas mi familia y yo estamos preocupados por lo que pueda venir. No sabemos qué va a pasar con las amenazas que me hicieron cuando decidí no declarar lo que querían los agentes de la Procuraduría General de la República (PGR). Me dijeron que iba a tener represalias, que iba a estar encarcelado toda mi vida, que me iban a sembrar bombas.

Entrevistado vía telefónica, el joven de 27 años de edad contó a La Jornada cómo vivió su detención y posterior encarcelamiento en el Reclusorio Sur.

“Iba rumbo a la UAM Xochimilco como a la una de la tarde del miércoles, iba a cumplir con mi servicio social. Todo pasó en la zona del Eje 3, a la altura de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica Culhuacán. Fui bajado de un microbús y subido a una camioneta de color azul por cuatro sujetos vestidos de civil.

Estaban grandotes. Me agarraron del cuello, me doblaron el brazo y ya en la camioneta me iban diciendo que me iban a violar, que ahora sí había valido madres, que yo sabía qué había hecho, que estaba en un problemota. Me dijeron que me callara, me taparon la cabeza con mi playera y me colocaron las manos a la espalda.

–¿Qué pasó una vez que llegaste a las instalaciones de la PGR?

–Me metieron a una especie de bodega grande, me dejaron 15 minutos parado, esperando a que llegaran los jefes. Llegaron tres tipos y empezaron a decir que me tenían ubicado, que yo había sido detenido en las manifestaciones contra las corridas de toros en 2005.

“Les decía que no era cierto. Ellos respondían que era un mentiroso, que tenían un video. Me enseñaron una copia de la fotografía que me tomaron para obtener la credencial de la Universidad Nacional Autónoma de México, o sea, de hace nueve años, y me contestaron que era la imagen del mismo personaje que había salido en el video que tomó una cámara de una sucursal de un banco cuando explotó un artefacto.

“Yo decía que yo no era ése, pero según ellos yo era culpable de los atentados. Exigían que confesara. Como no lo hice, querían que dijera dos nombres que ellos me decían. Me amenazaron con golpearme, con violarme, con que violarían a mi esposa, también con golpear y encarcelar a mis padres. Fueron sesiones muy largas. Durante más de diez horas no se me permitió ni siquiera hacer una llamada a mi casa.

–¿Conoces a alguna de las personas que te mencionaron?

–No, pero me ofrecían liberarme si declaraba esos nombres.

–¿Qué dijo el agente del Ministerio Público cuando te consignó?

–Nada. El jueves me entregaron mis cosas. Me subieron a una camioneta y supe que iba al Reclusorio Sur porque alcancé a ver que íbamos rumbo a Xochimilco.

“Una vez en la prisión el trato ya no fue hostigante. Para el viernes, como a las 6 de la tarde, me dijeron que la detención se había declarado ilegal. Nunca vi al juez. Sólo se me avisó que iba a salir.

Estoy libre, pero a final de cuentas mi familia y yo estamos preocupados por lo que pueda venir, concluyó.