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Voz emblemática de Radio Educación

Presentan caja con la obra literaria de Ebergenyi a cuatro años de su muerte
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de enero de 2010, p. 5

Considerado uno de los mejores locutores de México en el siglo XX, Emilio Ebergenyi (1950-2005) fue también poeta, narrador, contador de historias reales y ficticias, pensador de los asuntos de la vida, su país y el mundo, aunque sólo había publicado México de lejitos.

Ahora, a cuatro años de su muerte, se dio a conocer una bella edición con pequeños libros contenidos en una caja y que incluye, además del título mencionado, Actor, El abrazo de la locura y Palabra de zurdo, en los que explora diversos géneros literarios.

La cajita de sorpresas de esa voz emblemática de Radio Educación, publicada por La Cabra Ediciones bajo el cuidado del poeta Eduardo Langagne, fue presentada en el Museo Nacional de Antropología, en un auditorio Jaime Torres Bodet casi lleno.

Ahí estuvieron Langagne, el escritor Juan Villoro, el director de Radio Educación, Antonio Tenorio Muñoz Cota y los locutores José Luis Guzmán e Hilda Saray Gómez, quien fue compañera de Ebergenyi.

Villoro, amigo de Ebergenyi, y con quien hizo el famoso programa de música El lado oscuro de la Luna, en Radio Educación, comentó que Emilio nunca dudó de que su vocación era la de locutor.

Sin embargo, agregó Villoro, Ebergenyi sabía que su capacidad para hablar ante un micrófono, sobre todo cuando improvisaba en cabina, dependía de su relación con otras artes. Sus significativas incursiones en el teatro, la pintura y la poesía, dieron consistencia a la voz que brindaba complicidad a la distancia.

Y luego de mencionar el libro El abrazo de la locura, Villoro planteó: Emilio es, ante todo, un poeta que agradece. Nunca quiso imponerse como autor.

Langagne, luego de hablar de las cualidades de la voz suave y bien timbrada de Ebergenyi, dijo: Ahora, en estos cuatro libros salidos de su consistente y emocionada voz literaria y de su dibujada pluma, podemos comprobar que era un vigía atento, crítico, sensible, con sentido del amor y del humor, con el alma bien puesta para oponerse a las tempestades.

Comentó que sus libros contienen la nítida emoción de un escritor que escribe; en tiempos en que muchos quieren ser escritores antes que anhelar escribir, Emilio escribía sin sentirse escritor, y lo era, aquí está la constancia.

Tenorio, al evocar la frase de un programa de Ebergenyi, De puntitas es mejor, comentó que mediante la palabra escrita y hablada, Emilio es para muchísimos de nosotros cómplice, compañero del camino, una cálida y bienhechora sombra.

Esa sombra, agregó, sigue apareciéndose cada mañana para recordarnos que, en este mundo plagado de ruidos que simulan contenidos y de gritos que sustituyen al mensaje, la vida, el amor, la pasión, la alegría, el gozo y la inteligencia, de puntitas no sólo es mejor, sino probablemente el único camino que nos queda.