Cultura
Ver día anteriorLunes 14 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Facturas y manufacturas de la identidad

La obra popular y las bellas artes dialogan en el MAM
Foto
Las vírgenes locas, 1943, de José Chávez Morado
 
Periódico La Jornada
Lunes 14 de junio de 2010, p. a14

Uno de los puntos que detonó Facturas y manufacturas de la identidad: las artes populares en la modernidad mexicana, exposición en el Museo de Arte Moderno (MAM), fue este país que no acepta la multiculturalidad y multietnicidad que siempre nos ha caracterizado, expresa la curadora Mireida Velázquez. Eso, aparte de la belleza innegable del arte popular y todo este proceso de su revaloración que se llevó acabo durante el periodo de la posrevolución.

Facturas y manufacturas de la identidad es una muestra que pone a dialogar las llamadas bellas artes con las producciones artísticas de origen popular, a la vez que revela como éstas últimas renovaron los lenguajes estéticos de las primeras.

En septiembre de 1921, el entonces presidente Álvaro Obregón inauguró la gran Exposición Nacional de Arte Popular que marcó el inicio de los festejos oficiales del primer centenario de la consumación de la Independencia. Esta acción del nuevo Estado mexicano era un gesto simbólico encaminado a la validación de la base popular que había sostenido la contienda revolucionaria y que otorgaba una legitimación social, apaciguadora, al nuevo grupo en el poder.

Para Velázquez, uno de los momentos más relevantes de este renacimiento artístico mexicano fue cuando una serie de artistas se comprometió a investigar a fondo la producción del arte popular. Gerardo Murillo Dr. Atl, Diego Rivera, Roberto Montenegro, Adolfo Best Maugard y Jorge Enciso, entre muchos otros, realizaron expediciones a lo largo y ancho del territorio nacional para comprender una realidad vasta, multiétnica y multirracional.

Después de explorar el vínculo “entre los artistas modernos y el Estado mexicano para considerar que el arte popular podía explotarse para conformar una nueva identidad nacional, nos preocupaban cuestiones meramente estéticas: cómo los artistas se habían involucrado con los colores, texturas, temáticas populares, integrando y adaptándolos a su propio lenguaje artístico. Y, cómo comienza este proceso también de “democratización de las artes plásticas, que ya se entabla un diálogo muy fructífero entre lo que todavía llamamos las ‘bellas artes’ y las artes populares”.

Este fue un proceso que tuvo continuidad con los otros presidentes del mismo régimen: “Hablo de Cárdenas, de cómo también la imagen de este pueblo creativo, pacífico y originariamente artístico se traduce en imágenes, se comienza a reproducir de manera continua y después a nivel masivo, algo que también tocamos en la exposición. Cómo esto termina siendo una creación de estereotipos, en que la China Poblana y el charro son símbolos de una mexicanidad que sigue construyéndose desde el centro. Hay una reproducción masiva del estereotipo de mexicano por medio de cromos y charolas”.

La muestra parte del acervo del MAM, pero se enriquece con préstamos de museos de otras instituciones y de coleccionistas particulares. Entre las piezas sobresalientes hay un conjunto de platería proveniente de Estados Unidos, ya que no hay una colección en México. El conjunto muestra la influencia de la modernidad en los artesanos tasqueños, cómo se renuevan los modelos de la platería, cómo se retoman estos elementos ornamentales de diferentes sitios arqueológicos.

La curadora hace hincapié en piezas como las de Best Maugard, “esta especie de escenario-escenografía para la noche mexicana llevada acabo en 1921, y el óleo de Rivera, Lucila y los judas. Asimismo, señala varios cuadros de Alfonso X. Peña, procedentes de la colección Andrés Blaisten, artista que está por revalorarse.